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QUE ES LA CONCEPTUALIZACIÓN Y TEORIZACIÓN


Enviado por   •  29 de Mayo de 2016  •  Apuntes  •  3.544 Palabras (15 Páginas)  •  172 Visitas

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Universidad de Carabobo

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales

Escuela de Relaciones Industriales

Cátedra de Sociología

Prof.(a): María Candelaria Rodríguez P

Tomado de:Brunet A. y Belzunegui A.(2006) El Cambio Social. En Marín A(Ed). Estructura social. La realidad de las sociedades avanzadas. Editorial Prentice Hall. Madrid, España.

CONCEPTUALIZACIÓN Y TEORIZACIÓN
DEL CAMBIO SOCIAL


En la modernidad, el cambio social nos arrastra y determina, pero ¿por qué el cambio es inherente a la naturaleza misma de la sociedad moderna? Basándonos en esta cuestión, consideramos que toda explicación del cambio social debe fundamentarse en un análisis histórico de la modernidad. Dicho análisis se justifica en tanto que en su contexto «social» emerge como realidad y objeto específico de conocimiento. Realidad que proporciona a los actores sociales mucho más que los envites aparentes, que los fines manifiestos de la acción, y ello sin menoscabo de la necesidad de conocer racionalmente la acción social, dependiente dicho conocimiento del orden simbólico en el que la acción social está sujetada. Por otra parte, lo «social» como objeto de conocimiento hay que considerarlo no como algo dado por naturaleza, sino como algo histórico, por tanto, como producible y reproducible según modalidades culturales de tipo histórico, es decir, como algo sujeto a varias formas históricas (Simmel, 2002).


Se ubica aquí la idea de que la sociedad moderna es una forma de lo «social», situada en el aquí y ahora, y que se realiza mediante procesos que analítica y empíricamente están contenidos en la noción de cambio social. Desde esta óptica, el nacimiento y desarrollo de la sociología están vinculados, en cuanto teoría de la modernidad e la civi1ización moderna (Bauman, 1997; 2001), a la tarea de pensar el cambio a resultas del tránsito de la sociedad tradicional del antiguo régimen a la moderna sociedad industrial. En este sentido, las sociedades modernas han entronizado el cambio y no la estabilidad, la innovación y no la repetición como mecanismo de adaptación (Lamo de Espinosa, 1996), de ahí la tendencia de la sociología actual a ocuparse de sucesos en lugar de hacerlo de casos, de procesos en lugar de estados, como componentes últimos de la realidad (Sztompka,
1995).


En consecuencia, si lo social no es lo mismo que el cambio social no es nada en absoluto. Afirmación legítima a consecuencia de las transformaciones que observamos en la actualidad en las sociedades industriales. Transformaciones que actúan como la variable independiente de las sociedades de tipo nuevo que se están formando y que ya no responden, se presupone, al modelo típicamente industrial. Esto significa que la sociedad debe ser concebida no solo como un estado constante, sino como un proceso; no como un objeto semirrígido, sino como una corriente continua, sin fin, de sucesos. Se puede decir que existe una sociedad (grupo, comunidad, organización, estado nación) solo en la medida en que algo acontezca dentro de ella, y mientras se ejecuten acciones, ocurran cambios, operen procesos. Desde un punto de vista ontológico, la sociedad como estado continuo no existe ni puede existir. Toda realidad social es pura dinámica, un flujo de cambios de velocidades, intensidades, ritmos y tiempos diversos. De ahí que «la sociología ha puesto en duda la validez de los modelos orgánico-sistémicos de sociedad y la dicotomía entre estática social y dinámica social. Hay dos rasgos intelectuales que parecen estar cobrando preponderancia: 1) El énfasis en las cualidades dinámicas y permeables de la realidad social, esto es, concebir la sociedad en movimiento (imagen procesal) y 2) evitar ocuparse de la sociedad (grupo, organización) como un objeto, esto es, des-reificar la realidad social (imagen de campo)» Sztompka, 1995: 31).


La conciencia del cambio social y su relevancia para explicar la modernidad convierte su análisis en un medio de diagnóstico de esta y de su devenir. Sin embargo, la cuestión acerca de su conceptualización no está cerrada, planteándose así, como sucede con otros conceptos sociológicos, como los de estratificación social o de conflicto social, que no hay un consenso sobre su significado, lo que hace necesario identificar la perspectiva desde la cual se le asigna un significado al término cambio social. Por ejemplo, una perspectiva la constituye el evolucionismo social, que proporciona continuidad al pasado, al presente y al futuro, basándose en la hipótesis no verificable de que los acontecimientos se encadenan de acuerdo con una finalidad predeterminada.

 
Rist (2002) nos dice que esto tuvo, sin duda, dos consecuencias importantes: una de carácter teórico y la otra política. La primera fue por que el evolucionismo permitió conciliar a su manera la diversidad de las sociedades y la unidad del género humano, pero lo que se planteaba con respecto a la variedad de identidades culturales no era tal cosa, ya que los evolucionistas sociales veían en la evolución de la humanidad un único camino de desarrollo posible. La creencia en un desarrollo natural y necesario de las sociedades impedía considerarlas en sí mismas, con sus especificidades, para juzgarlas solo en función del referente occidental. Colocaban a cada sociedad en una serie temporal que conducía desde la barbarie a la civilización. La segunda consecuencia fue porque el evolucionismo social otorgaba legitimidad al proceso de colonización en África y Asia, al presentar a Occidente como el precursor de una historia común a toda la humanidad. Hasta el mismo Marx (1976) justificó la necesidad histórica del proceso de colonización, aunque a su vez criticó sus excesos. Marx reconocía la tendencia del capitalismo a expandirse a escala mundial y creía que de ella derivaría la industrialización de los países atrasados.


Los evolucionistas situaron, por otra parte, las fuerzas motrices (o agencias) de la evolución, desarrollo o progreso en el dominio natural. De esta manera, «las tendencias y potencialidades inherentes a la sociedad fueron hechas responsables del curso progresivo de los procesos sociales (al igual que las tendencias codificadas en los genes, en los embriones o en las semillas se manifiestan durante el crecimiento de los organismos). Esta secularización (naturalización) de la agencia condujo a la consideración del progreso como un despliegue natural e inexorable de potencialidades, que demandaba adaptación o ajuste como única reacción humana concebible» (Sztompka,
1995: 54). Así, por ejemplo, Comte (1996) analizó la historia de forma abstracta, con el objetivo de situar al estado positivo en un contexto evolutivo, planteándolo como una fase más en la evolución humana, como un producto natural y necesario de procesos anteriores, que no pueden entenderse al margen de toda la historia precedente. Concretamente, Comte a lo largo de su obra ilustra los procesos del progreso mediante los cuales las sociedades han pasado por un estado teológico y luego metafísico para alcanzar finalmente el estado positivo en el cual triunfa la ciencia y el industrialismo. Pero no solo la civilización pasó por estas tres fases, sino también el conocimiento humano. El desarrollo del conocimiento por las tres etapas es necesario pues obedece a la pauta de desarrollo de la civilización, la cual se basa en el instinto uniforme de mejorar la propia condición de los hombres. Para este autor la motivación hacia el cambio surge de la propia psique humana, con sus ilimitadas exigencias de satisfacción de las necesidades humanas.

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