Reflexiones De La Identidad Nacional Costarricense.

Idiosincrasia y educación.

María Adela Donaher

La cuestión acerca de la importancia que progresivamente ha tomado el adquirir conocimiento para el desenvolvimiento competente de las personas y el desinterés por el mismo que manifiestan grandes sectores de población joven, preocupa profundamente a los educadores contemporáneos.

Esto, agregado a los tradicionales bolsones de analfabetismo y de analfabetismo funcional de los países en desarrollo, provoca una grave falencia muy difícil de solucionar, especialmente a la hora de proyectar un futuro con menor índice de desocupación.

Sin embargo, tal preocupación no debe expresarse demagógicamente “comprando” el deseo de estudiar.

¿Acaso mejorará la calidad educativa, el hecho de ver ridiculizados los esfuerzos docentes ante alumnos que, por una cifra de dinero, corren desesperadamente por los pasillos del colegio? Realmente, luego de conocer los documentos emitidos al inicio del año lectivo por este Gobierno, esta actitud deplorable expresada en las propagandas televisivas, no condice con los objetivos propuestos previamente a sus docentes.

Ningún premio puede tener validez para nadie en educación general básica y polimodal, mientras no se logre la equidad anunciada. Tampoco mientras no esté suficientemente claro para qué educamos a nuestros niños y adolescentes.

¿Para qué educar?

Fernando Savater, quien proclama a la educación como la posibilidad de hacer más humano al hombre en cuanto tal, reniega de esta vertiginosa ola informática que provoca un preocupante desinterés por mantenerse al tanto, ¿al tanto de qué? Cotidianamente, una avalancha de información se hace imposible de digerir y transformar reflexivamente. Los artículos periodísticos, por más interesantes que resulten, tienen alguna posibilidad de ser leídos en el día, pero, inmediatamente son olvidados. En la redacción del filósofo español puede sentirse un inmenso dolor, una pena infinita por los desvalores que invaden a esta sociedad del presente. Las jóvenes generaciones ya no tienen tiempo para leer; hay tanto, tanto que mirar. Frente a la tecnología, existe el serio riesgo de llegar a creer que conocer es solamente navegar por Internet o pasarse horas interminables frente a la televisión satelital.

A su vez, los representantes de la CEPAL, luego de estudios regionales en América Latina, insisten en la importancia del conocimiento para el desarrollo económico con equidad e igualdad de oportunidades para todos los habitantes, los cuales deberán encontrar en su aprendizaje de inserción en el aparato productivo su imagen de nuevos ciudadanos.

La nueva Ley de Educación Argentina, responde a la postura universal que prioriza el conocimiento, pero no parece haber sido redactada pensando en sus destinatarios. La propuesta de la educación debería ser siempre la promoción social, no solamente la movilidad social, a menos que creamos quizás, que el nuevo ciudadano es el que se compra y se vende al mejor postor , sin principios ni valores que sustenten su esencia de humanidad en progreso.

¿Para qué estudiar?

Una buena pregunta podría resultar ésta: ¿Acaso estudiando y estudiando se puede ascender de clase social o sólo flotar subsistiendo? La respuesta resulta difícil, sino imposible.

Un enorme y decepcionante mundo adulto ha recibido a las nuevas generaciones. Sobre ellas pesa una deuda externa que las obliga a sentirse hijos pródigos en su propia tierra. Aunque observan a sus mayores muchos años trabajando; criando hijos; llorando y riendo y estudiando, ellas no sienten el compromiso de querer hacer lo mismo a pesar de todo.

Cuando en la existencia,

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