Reforma a la Ley Federal del Trabajo
erck938028 de Enero de 2013
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La propuesta de reformas a la Ley Federal del Trabajo (LFT), que coloquialmente se le llama reforma laboral, que ya fue aprobada en la Cámara de Diputados y que ahora será revisada en la Cámara de Senadores, representa un retroceso en materia de derechos para los trabajadores de este país.
Más allá de analizar los detalles de los artículos de estas enmiendas legales, quiero poner sobre la mesa el debate de fondo en torno a estas reformas. Es cierto que la LFT necesita adecuarse a las nuevas realidades laborales del país, sin embargo podemos decir que por lo menos existen dos opciones en el sentido y dirección de las reformas. Uno de ellos apunta hacia una dinámica de ampliación y profundización de los derechos laborales, en función de generar una perspectiva de universalización de derechos y por ende, abonar a la construcción de un modelo de estado de bienestar; por otro lado, hay una perspectiva neoliberal que busca flexibilizar el empleo, para entonces aumentar su grado de mercantilización y entonces hacerlo supuestamente más competitivo.
Es indudable que la opción elegida por los legisladores del PRI, PAN y Partido Verde tiene como trasfondo la necesidad de flexibilizar las condiciones laborales. El supuesto que sostiene esta perspectiva es que cuando se desregula el marco normativo sobre el empleo, la consecuencia es que hay más inversiones y por lo tanto se crea más empleo y de mejor calidad. Este supuesto se ha convertido en una especie de dogma neoliberal al que siguen todos los políticos que se adscriben de hecho en esta corriente. La intención de lograr reformas en este sentido no es nueva y no es la primera. Cuando se privatizó el sistema de pensiones y se crearon las afores en el año de 1997 se dio un primer paso en esta lógica. Carlos Abascal, secretario del Trabajo con Vicente Fox, también fue un defensor de medidas de flexibilización laboral e intentó llevarlas a cabo; Javier Lozano, quien tuvo este mismo puesto con Felipe Calderón, también es un ferviente impulsor de la flexibilización laboral. Por la vía de los hechos podemos señalar que se fueron dejando crecer estrategias de contratación que vulneraban derechos laborales (como el outsourcing) que fueron denunciadas y señaladas por organizaciones que defienden derechos humanos laborales como el Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL) que lograron resolver algunos casos, sin embargo estas prácticas siguieron existiendo. Ahora el argumento de priístas y panistas es que hay que regularizar lo ya existente. ¿Me pregunto que pasaría si con este mismo argumento legislaran en otros campos?
El problema de este supuesto es que no se cumple. Por lo menos las evidencias empíricas en otros países dicen lo contrario. Casos como el español dan muestras suficientes y contundentes de que la flexibilización laboral no incrementó ni la cantidad, ni calidad del empleo, al contrario, las tasas de desempleo aumentaron, las condiciones laborales se precarizaron, se generó mayor desigualdad entre viejos y nuevos trabajadores, y las y los jóvenes que se incorporaron al mercado laboral fueron los más afectados por estas medidas. Incluso en países como Estados Unidos podemos detectar estas dinámicas. Por el contrario, aquellos países (como los nórdicos) que continúan con un modelo de estado de bienestar, son aquellos que de mejor forma han sorteado las crisis económicas internacionales.
La reforma laboral precarizará el empleo al legalizar la subcontratación, los contratos temporales y el pago por horas. Los efectos serán que los nuevos empleos tendrán menos derechos laborales, se producirá un efecto de desigualdad laboral al tener empleados de primera y segunda categoría, que se extenderá el sistema de free lance como modelo de contratación y seguramente los jóvenes (como en España y Estados Unidos) serán los más afectados por estas medidas.
Una de los pocos asuntos salvables
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