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Relatos salvajes: el rol del docente ante una problemática actual


Enviado por   •  26 de Mayo de 2019  •  Ensayos  •  3.744 Palabras (15 Páginas)  •  153 Visitas

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Universidad Nacional General Sarmiento

Isla Marcos, profesorado de Historia.

Leandro, Profesorado de Matematicas

Relatos salvajes: el rol del docente ante una problemática actual.

Sabemos muy bien que vivimos tiempos nuevos, tiempos diferentes a lo que nuestros abuelos y padres han vivido. Tiempos donde lo inmediato está a la orden del día y el mercado del consumo  moldea nuestro presente de tal forma que nos vemos involucrados en ella sin quererlo. Y es en este contexto donde vemos a los adolescentes de hoy. Adolescentes que algunos adultos no entienden y los etiquetan como entes sin vida ni propósito, que vagan por doquier a la merced de sus antojos (si es que lo tienen, mencionan) y sin responsabilidad alguna. Adolescentes. Un sector de la sociedad que el mundo no comprende pero que sin embargo los espera.

¿Cómo esperar a algo que no comprendemos?

Esto es una pregunta irónica pero no carente de respuesta. Respuesta en el sentido de poder comprender el trayecto psico- social que los sujetos experimentan desde el momento en que sus cuerpos físicos se van transformando de manera imparable desde el inicio de la pubertad hasta su maduración. Es menester aclarar la diferenciación entre pubertad y adolescencia, no es lo mismo, sino que entendemos que la adolescencia es el resultado a las respuestas posibles antes ese “real” (su pubertad) que mencionamos anteriormente y que se visualizan en sus crisis y reacciones, en sus cambios y ritos, en sus soledades e incomodidad para con el exterior, etc. ¿Cómo esperarlos entonces?

 

Nos hemos propuesto para adentrarnos en esta cuestión retrotraernos en el tiempo. Indagar en el mar de nuestras memorias situaciones vividas en el ámbito escolar. Más precisamente por el paso por la escuela secundaria y hallar en ellas elementos que nos permitan por medio de un análisis entender el porqué de situaciones en las que están envueltos los adolescentes.

Por un lado tenemos el caso de Facundo, un muchacho problemático. Estigmatizado por los adultos con cuales convive a diario como un destacado y violento. Un joven sin límite alguno que protagonizó un episodio de violencia extrema a las afueras del establecimiento escolar. En esta escena participan dos docentes que afirman “el lugar “que Facundo tiene como violento, pero con distintas formas de intervenir en los hechos de violencia entre los alumnos. Por otro lado, vemos el caso de Eugenia y Nicanor, que se desencadena tras un episodio confuso dentro del aula en donde aflora evidentemente señales de violencia en ambos. En uno (Eugenia) se expuso por parte de los compañeros su conducta de “embrollera y problemática “y en el otro sujeto (Nicanor) en su afán de encajar y ser aceptado por el denominado “grupo del fondo “actúa de formas poco habituales según la apreciación de los demás compañeros. Burlas a otros chicos, hechos de violencia física y verbal y autosumicion al grupo al cual quiere pertenecer son los medios que él utiliza para lograr su objetivo.

Estos dos Episodios mencionados han de ser herramientas, junto a la bibliografía correspondiente para comprender aquello difícilmente comprendido, pero que es necesario comprender si uno quiere desarrollarse profesionalmente en la docencia. A continuación y en pos de alcanzar a obtener la respuesta a la pregunta inicial ¿Cómo esperarlos? Veremos algunos temas que nos permitan poseer eso que es necesario para tal profesión. En primer lugar desarrollaremos como se pone en juego en los sujetos los conceptos de pulsiones y el rol de los límites dentro del ámbito escolar; y proponer posibles opciones a la hora de enfrentar situaciones de violencia. En segundo lugar analizar la realidad sociocultural y como este funciona como un condicionante y  por último nos enfocaremos más a fondo acerca del vínculo educativo.

Pulsiones y límites: una propuesta en casos de violencia

Claro es que la violencia es una problemática que todo futuro docente o profesional de la educación en pleno ejercicio de su función no puede obrar ni ignorar. Hacerlo sería un error. No podemos desentendernos de tal cuestión ya que la violencia está presente en muchas de las instituciones en las que conviven adolecentes. Como médico antes de una intervención en el quirófano debemos si queremos formar y lograra un vínculo positivo con los alumnos prepararnos y valernos de toda herramienta posible que nos ofrece en psicoanálisis la sociología como otras disciplinas. Con esto podríamos en algún grado comprender que los adolescentes están en un proceso de formación de su identidad como sujetos y somos los adultos quienes les otorgamos el lugar como significante ante otros significantes, por esto la intervención del docente es importante ya que ocupa un rol clave en la conformación de los sujetos.

Estos sujetos en proceso de formación tramitan sus pulsiones de acuerdo a lo que la cultura les ofrece, y esto en los últimos tiempos no han de encausar esas pulsiones hacia algo que lo regule de manera totalmente aceptadas por la sociedad sino que por el contrario, la cultura del hoy desregula en accionar pulsional librándolas a su merced, las impulsa, las motoriza a salir y es en este plano donde el educador interviene, para trabajar en ellos y con ellos de tal forma con el objetivo de lograr que sean los contenidos a ofrecer el eje del vínculo y no operar en un “tú a tú” como sucedió en el caso de facundo y que veremos más adelante.

El educador no debe operar desde el juzgamiento, estigmatizando al educando ni hacerse un lavamiento de manos de la cuestiones. Aunque sabemos que los limites que en los sujetos debieron establecerse para que posea un marco lógico para su convivencia en la sociedad no recae solo en él, se tiende muchas veces a echar culpas a otros y no ver que también el profesional es parte en esta formación de los límites y se dice: “será que nunca le pusieron un freno”, “no tienes padres que le pongan límites”, etc.

Es necesario comprender ante esta problemática, que la violencia no tiene un lugar específicamente asignado sino que nos atraviesa a todos, sea en la casa o en la escuela o  en  la plaza; venga de afuera o de adentro la cuestión está en preguntarse ¿Qué hacer entonces con esto? Debemos asumir que si bien los límites que regulan el fluir de las pulsiones en los alumnos no operan en el modo que esperamos esto nos da la posibilidad de poder leer cada hecho como una oportunidad para intervenir. Tenemos que ver como se traducen esos hechos para lograr interpretarlos y analizar de qué manera, con las herramientas o los elementos que podemos poseer, redireccionarlos para un aprovechamiento positivo, y tal como menciona Paula Iturbide, obtener un aprovechamiento para la sociedad.

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