Resumen de la serpiente blanca
gabyustarizResumen28 de Octubre de 2016
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Hace mucho tiempo, vivía un rey, que era muy sabio y nada le era oculto. Cada mediodía, una vez retirada la mesa y cuando nadie se hallaba presente, un criado de confianza le servía un plato más. Estaba tapado, y nadie sabía lo que contenía. Un día picóle al criado una curiosidad irresistible y se llevó la fuente a su habitación. Destapo la bandeja y allí encontró una serpiente blanca, no pudo reprimir el antojo de probarla; cortó un pedacito y se lo llevó a la boca. Al comer aquel pedacito había recibido el don de entender el lenguaje de los animales.
Aquel mismo día se extravió la sortija de la Reina, y la sospecha recayó sobre el fiel servidor que tenía acceso a todas las habitaciones. El Rey le mandó comparecer a su presencia, lo amenazó con que, si para el día siguiente no lograba descubrir al ladrón, se le tendría por tal y sería ajusticiado. El criado bajó al patio, cuando observó tres patos que solazaban en el arroyo, este se detuvo a escucharlos. Uno de ellos dijo malhumorado: "Siento un peso en el estómago; con las prisas me he tragado una sortija que estaba al pie de la ventana de la Reina." El criado lo agarró por el cuello, lo llevó a la cocina y el cocinero lo corto, ciertamente estaba el anillo en su estomago. Fácil le fue al criado probar al Rey su inocencia, y, queriendo éste reparar su injusticia, ofreció a su servidor la gracia que él eligiera.
El criado se limitó a pedir un caballo y dinero para un viaje, pues deseaba ver el mundo. Otorgada su petición, púsose en camino. Un día llegó junto a un estanque, donde observó tres peces que habían quedado aprisionados entre las cañas. El se apeó y devolvió los tres peces al agua y estos le agradecieron al criado. Siguió el mozo cabalgando, y al cabo de un rato diose cuenta de que había un rey de las hormigas que se quejaba para que no pisaran a sus súbditos, el jinete torció hacia un camino que seguía al lado, y el rey de las hormigas le gritó: "¡Nos acordaremos y te lo pagaremos!". Ya en el bosque, vio una pareja de cuervos que, arrojaban de él a sus hijos. Los pobres pequeñuelos estaban en el suelo, agitando sus débiles alitas y lloriqueando: "¡Infelices de nosotros, que hemos de buscarnos la comida y todavía no sabemos volar!”. Apeóse el mozo, mató al caballo de un sablazo y dejó su cuerpo para pasto de los pequeños, los cuales lanzáronse sobre la presa y, una vez hartos, dijeron: "¡Nos acordaremos y te lo pagaremos!"
El criado prosiguió su ruta a pie, y, al cabo de muchas horas, llegó a una gran ciudad. En esto apareció un pregonero, haciendo saber que la hija del rey buscaba esposo. Quien se atreviese a pretenderla debía, realizar una difícil hazaña: si la cumplía recibiría la mano de la princesa; pero si fracasaba, perdería la vida. El joven vio a la princesa y quedó tan deslumbrado por su hermosura, que presentóse ante el Rey a pedir la mano de su hija.
Lo condujeron mar adentro, y arrojaron al fondo un anillo. El Rey le mandó que recuperase la joya, y añadió: "Si vuelves sin ella, serás precipitado al mar hasta que mueras ahogado" El joven se quedó allí, pensando en la manera de salir de su apuro. De pronto vio los tres peces que no eran más sino aquellos que él había salvado. El que venía en medio llevaba en la boca una concha. Éste la recogió y la abrió y en su interior apareció el anillo de oro. Corrió a llevarlo al rey, con la esperanza de que se le concediese lo prometido. Pero la princesa, al saber que su pretendiente era de linaje inferior, lo rechazó, exigiéndole la realización de un nuevo trabajo. Salió al jardín, y esparció entre la hierba diez sacos llenos de mijo: "Mañana, antes de que salga el sol, debes haberlo recogido todo” .El Mozo se puso a cavilar sobre el modo de cumplir el mandato. Al amanecer se dió cuenta de que por la
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