Resumen de "Un Mundo Rural en cambio", Blanca Zeberio.
sebabroApuntes3 de Octubre de 2016
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Las ventajas comparativas que encuentra la autora en la expansión productiva en la región pampeana son seis. La primera habla de las ventajas ecológicas, en el que la calidad de las tierras, sumada a un clima menos riguroso que en las praderas canadienses o norteamericanas, posibilito no solo el desarrollo de la actividad agrícola con menos riesgos, sino también el pastoreo a campo abierto, de carácter extensivo. La segunda habla de la abundancia de tierras, en el que la incorporación de hectáreas a la producción en las décadas de 1860 – 1880, hizo posible una rápida expansión productiva a bajo costo. En la tercera habla de la llegada masiva de inmigrantes de ultramar llego para atenuar la escases crónica de de fuerza de trabajo en estas regiones y posibilito la consolidación de un mercado de trabajo adecuado a las necesidades del agro, caracterizado por una oferta de trabajo con baja calificación y una alta movilidad ocupacional y estacional. La cuarta trata la elaboración de un, arco jurídico-legal a partir de la consolidación del Estado con sus diferentes atributos de poder. En la anteúltima ventaja trata la creación de un sistema de comunicaciones, la der ferroviaria y del sistema de telégrafos era la condición sine qua non para lograr la integración política del Estado nacional, pero también para posibilitar la integración económica y en la última y más importante de las ventajas, ya que sin esta hubiera sido muy dificultoso que se cumplan las demás, se basa en dos factores esenciales: la existencia de una demanda internacional de bienes primarios y del mercado de capitales en Londres.
La soberanía del Estado no se limito a intervenir en una escalada militar que permitiera hacer avanzar la “frontera”. Dicha soberanía era también entendida en clave jurídica, lo que implico la convalidación de un corpus jurídico que si bien era liberal en la doctrina permitía, en la práctica, un cierto control del Estado en los procesos económico-sociales. Se impuso un modelo contractualista asentado en dos pilares legislativos principales: la constitución nacional de 1853 y el Código Civil de Velez Sarfierld de 1871. Alberdi consideraba que garantizando el derecho de propiedad como un pilar de la nueva sociedad se aseguraba la llegada de miles de extranjeros al Rio de La Plata, recurso humano sin el cual no era posible asegurar la puesta en marcha del proyecto. La legislación sobre tierras fue complemento de esta misma concepción liberal incluyendo el control del Estado sobre las abundantes tierras fiscales. La primera Ley Avellaneda estaba referida a la inmigración, a la que buscaba atraer y proteger a través de la creación del Departamento Central de Inmigración. Y la segunda se ocupaba de la política de tierras creando una oficina de Tierras y colonias autorizada a la mensura, subdivisión y concesiones a particular.
Las razones para que millones de hectáreas estuvieran disponibles para la privatización, solo en ese momento estuvieron dadas las condiciones objetivas para que las tierras se incorporaran al mercado. Esta explicación esconde posibles estrategias políticas. Un primer indicio se encuentra en la “decisión” de las elites provinciales y después del Estado nacional, de mantener un fuerte control sobre las tierras “libres”, que solo fueron liberadas e integradas al mercado una vez que existieron las condiciones económicas y políticas para su inmediata ocupación y privatización. Esta enorme masa de tierras incorporada al mercado, sumada al desarrollo de proyectos de inversión ferroviaria y a la diversificación productiva hizo de la tierra una mercancía cada vez más valorizada que se compraba y vendía de manera similar a los valores de la bolsa.
A partir de mediados de la década de 1850 la producción de lana se transformo en el primer producto exportado por la economía de litoral. La oveja, desplazaba al vacuno de su lugar de pre-eminencia. La demanda creciente de lana produjo a partir de los años 1840 la progresiva incorporación de animales de raza, y el paulatino reemplazo de las ovejas criollas por ovinos mestizados. Estas nuevas exigencias del mercado internacional aceleraron una serie de cambios productivos que incluso modificaron el paisaje pampeano. La rápida transformación productiva fue realizada por inmigrantes irlandeses y vascos que tuvieron durante estas décadas buenas posibilidades de acceder a la tierra. Hacia fines de la década de 1880 los ovejeros iniciaron una nueva etapa, reemplazando el tipo de ovino en producción debido a los cambios en la demanda de la industria textil europea, que exigía lana más larga.
La concentración y división de las tierras fueron dos fuerzas contradictorias que se complementaron en la evolución de la estructura agraria de la pampa. Otro aspecto central de la estructura agraria pampeana de mediados del siglo XIX fue la continuidad de las prácticas productivas extensivas. Para comprender la lógica o racionalidad del modelo pampeano proviene de la readaptación de prácticas muy antiguas en la campaña fundado en la convivencia y complementación de tres elementos esenciales: la estancia ganadera, la chacra y la fuerza de trabajo asalariada. La adaptación de las “estancias tradicionales” a las nuevas demandas hubiera significado para los estancieros fuertísimas inversiones. La solución estuvo en recurrir al arrendamiento y aparcería que permitía una rápida puesta en producción evitando la pérdida del control de la tierra, así como la realización de grandes inversiones de capital.
En este proceso de transformación productiva tuvo un papel central la burguesía agraria local, que fue encontrando durante estos años transicionales las estrategias adecuadas para responder a las exigencias del mercado nacional e internacional. Fueron construyendo una experiencia empresarial que implicaba la incorporación de nuevas prácticas productivas, nuevas tecnologías y mayores inversiones, que les permitieran hacer frente a los desafíos productivos o económicos que cada coyuntura les planteo. Estos grandes productores rurales presentados como empresarios.
La reacción entre aparcero y terrateniente era semejante a la del asalariado con el capitalista puesto que de hecho el chacarero recibía un salario a cambio de su trabajo. El empresario era el más protegido en este sistema, en la medida que poseía el control de la tierra y/o del capital, además del acceso a los canales informales políticos y financieros para conocer desde las variaciones del mercado hasta la política de créditos. El chacarero arrendatario se beneficiaba, pero también era víctima de la inestabilidad del sistema, ya que si bien una serie de buenas cosechas le significaban altas ganancias, una disminución de la demanda internacional o una baja de precios inmediatamente se desplazaban sobre sus costos de producción lo que redundaría en un nivel de endeudamiento. El punto en común que unificaba a esta diversidad de actores y situaciones es que todos recurrían al núcleo domestico para llevar adelante su explotación y organizar el trabajo. Así, la familia fue el principal núcleo de reproducción material y simbólica de este mundo chacarero.
Un aspecto central del periodo fue la consolidación de un mercado de trabajo capaz de asegurar un flujo de mano de obra disciplinada para las crecientes necesidades del agro en expansión. Peones, evasores, de sectores con sus continuos movimientos contribuían a una mayor flexibilización del mercado y a una más fluida distribución de la información entre los potenciales trabajadores. El problema irresuelto era la necesidad de crear una oferta de trabajo estable de satisfacer las necesidades de una economía en plena expansión. Para resolver este problema se plantearon dos posturas: la primera trataba que la escasez de trabajadores se hacía más grave en aquellas coyunturas conflictivas en las que las necesidades militares entraban en abierta competencia con las de la estancia. Esta competencia de intereses llevo a que aquellos sectores productores más comprometidos con estrategias modernizadoras presionaran por una clarificación de las reglas en la campaña a través de un reordenamiento del aparato policial y de los controles sobre el trabajo. La segunda fue recurrir a la inmigración europea. Estos recién llegados estaban dispuestos a realizar cualquier tarea a fin de lograr un rápido mejoramiento económico, razón por la cual se adaptaron prontamente a las condiciones del mercado del mercado local que exigía abundante fuerza de trabajo poco calificada o dispuesta a realizar tareas de baja calificación, maleabilidad para cambiar de empleo y disponibilidad a la movilidad espacial, lejos de construir una sociedad dualizada que tenia a estancieros y gauchos como únicos y principales antagonistas, incluía una enorme diversidad de actores, capas sociales y actividades socio profesionales. Fue, precisamente, sobre esa matriz social que se integraron los inmigrantes europeos acelerando y resignificado con el aporte de sus propias tradiciones y diversidades culturales los procesos de complejizacion social que estaban en ciernes.
El proyecto de Urquiza intento sentar las bases para consolidar un “orden burgues” con dos consignas principales: vencer al desierto y poblar las nuevas tierras con europeos laboriosos. Fue imprescindible garantizar una soberanía territorial que permitiera, superar la atomización y fragmentación existentes, principalmente en relación con el indígena. Vinculados también a este proyecto estuvieron los esfuerzos tendientes a asegurar la navegación fluvial primero y luego el ferrocarril y las mensajerías. La colegialización agrícola, que constituyo uno de los fundamentados de este proyecto, solo fue posible en sus inicios por el papel activo jugado
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