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SALUD OCUPACIONAL


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  7.832 Palabras (32 Páginas)  •  231 Visitas

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PROYECTO DE ACUERDO 323 DE 2006

"POR MEDIO DEL CUAL SE DICTAN NORMAS PARA MITIGAR LA CONTAMINACIÓN AUDITIVA EN EL DISTRITO CAPITAL"

I.- CONSIDERACIONES GENERALES

La nuestra es, sin duda, una cultura ruidosa. Colombia ocupa uno de los primeros lugares en el mundo, detrás de países como España, Brasil y Japón, en el ranking de países más ruidosos del planeta.

Un alto porcentaje de los habitantes de Bogotá sufre niveles de ruido superiores a los 65 decibelios, el umbral a partir del cual la OMS, los científicos y expertos sanitarios consideran inaceptable el ruido.

Se percibe una notoria falta de sensibilidad ante este problema, no sólo en la Administración, que no adopta medidas eficaces para combatirlo, sino en la propia sociedad, que protesta ante problemas ecológicos de menor envergadura y guarda un inexplicable silencio ante la agresión que supone el ruido. Tan sólo cuando afecta de forma escandalosa a un colectivo o barrio y salta a los medios de comunicación recordamos que el ruido existe, y que molesta a la quienes lo padecen.

En la industria se cuentan por miles los profesionales que han perdido la audición por culpa de ruido en las empresas, pero el ruido ha traspasado los límites de las fábricas para invadir, calles, domicilios, espectáculos. El ruido no solo produce daño en el oído y pérdida de la audición: sus efectos a corto, medio y largo plazo van más allá y afectan prácticamente a todo el organismo.

El sonido es una vibración del medio, una onda mecánica que se genera y propaga a través del aire, de los líquidos y de los sólidos. Del mismo modo que al lanzar una piedra a un estanque se dibujan a su alrededor ondas que se desplazan hasta llegar al borde, las ondas sonoras viajan a través del aire hasta el oído. Aquí son recogidas por el pabellón auricular y conducto auditivo externo.

Con el paso de los años se pierde audición, lo que se denomina presbiacusia o sordera de la vejez. Pero personas no sometidas a ruidos excesivos a lo largo de su vida presentan en la vejez una pérdida auditiva despreciable. Pero la presbiacusia es un fenómeno más unido al ruido ambiental que al envejecimiento. Los niños y jóvenes de hoy día soportan desde la infancia niveles de ruido que sobrepasan muchas veces los niveles, un tanto artificiales y de consenso, considerados nocivos para la salud.

Cuando se superan los 80 decibelios y la exposición se prolonga durante años, el oído se va dañando de forma casi imperceptible, y quien lo sufre termina padeciendo una sordera cada vez más acusada a las frecuencias agudas y a las frecuencias conversacionales. Se trata de un proceso que conduce irreversiblemente a la pérdida de la audición, ya que no existe tratamiento. Estas personas precisan que se les hable más alto cada vez, no oyen el timbre de casa o el teléfono, suben el volumen del televisor y de la radio con la consiguiente molestia para los demás, y escuchan zumbidos en los oídos, denominados acúfenos, que pueden ser molestos e incluso alterar el sueño de quien los padece.

Entre las alteraciones fisiológicas y psicológicas más importantes debidas al ruido figuran las interferencias con el sueño, el habla y el intelecto y las perturbaciones en el trabajo.

Los primeros síntomas de fatiga auditiva se detectan precozmente mediante una audiometría que evalúa la capacidad auditiva. Este examen permite reconocer las primeras manifestaciones de sordera y adoptar las medidas pertinentes. En la actualidad se observan en jóvenes alteraciones audiométricas típicas del trauma sonoro, debido a que cada vez hay mayor exposición a niveles absolutamente perjudiciales. Se han medido más de 100 decibelios en salas de fiesta, bares o cines, sin olvidar el uso extendido del walkman, cuyos altavoces se introducen en el oído, cerca del tímpano, y se utilizan a menudo con un nivel sonoro muy elevado. Tampoco dentro del hogar hay excesivo silencio: televisor, radio, equipos musicales y otros electrodomésticos provocan niveles que superan los 60-70 decibelios cuando varios de ellos funcionan simultáneamente.

Una excesiva exposición al ruido puede desencadenar efectos adversos:

*Aceleración del pulso (taquicardia) y elevación de la presión sanguínea.

*Incremento de la frecuencia respiratoria.

*Aumento de la secreción ácida del estómago y de la secreción de hormonas suprarrenales (típico de las reacciones de alarma y de estrés agudo).

*Disminución del estado de vigilancia, dificultad para concentrarse, descenso del rendimiento e incomunicación con el entorno.

*Inquietud, irritabilidad, trastornos del sueño, fatiga. Si se sufre durante un periodo prolongado, el estrés derivado del ruido afecta al sistema inmunológico, haciéndolo más susceptible a procesos degenerativos crónicos.

Según la Academia Americana de Otorrinolaringología (American Academy of Otolaryngology), el ruido es dañino si:

*Usted tiene que gritar para que le escuchen.

*Le duelen los oídos.

*Sus oídos le pitan.

*Usted tiene dificultad para oír durante un par de horas después de la exposición.

Los ruidos fuertes pueden dañar las células del órgano de Corti del oído interno y el nervio acústico, denominándose pérdida sensorineural de la audición o sordera nerviosa (la pérdida sensorineural de la audición pueden ser causada también por una infección, una lesión en la cabeza, envejecimiento, ciertos medicamentos, defectos de nacimiento, tumores, problemas circulatorios de la sangre o presión de la sangre alta, y apoplejía).

El daño puede ocurrir con un ruido breve pero intenso, tal como una explosión, o por ruidos fuertes continuos tales como ruidos en un ambiente de trabajo bastante ruidoso. La pérdida de la audición causada por ruidos fuertes puede ser inmediata u ocurrir lentamente con el transcurso de los años o una exposición continua.

La pérdida de la audición inmediata está a menudo acompañada por zumbido, o pitidos en los oídos o cabeza. La pérdida de audición inmediata puede ocurrir en uno o ambos oídos y a menudo implica un daño severo en la estructura del oído interno.

La exposición prolongada al ruido puede cambiar

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