Sociedad-educacion-didactica
migdalia21 de Octubre de 2011
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SOCIEDAD-EDUCACIÓN-DIDÁCTICA
MARGARITA PANSZA
Parece ser que las preocupaciones del profesor deben limitarse a lograr que los alumnos alcancen los objetivos de su programa de estudios, que se mantenga la disciplina, que se seleccione de la mejor actividad de aprendizaje, etc. Aunque es cierto que estas preocupaciones u obligaciones del profesor son válidas, limitar la perspectiva del análisis de su labor exclusivamente al nivel del aula deja ausente la consideración de aspectos cualitativos relacionados con el trabajo docente. Reducir la enseñanza a un problema técnico y de control tiene importantes repercusiones no sólo en el trabajo que realicen los alumnos, sino en la concepción que el docente tenga de su propia labor y de su papel dentro de la sociedad en la que está ubicado. La práctica docente es ante todo una práctica social. Su cabal comprensión implica abordaría desde los niveles del análisis social, escolar y de aula. Su posible transformación supone rescatar para ella una dimensión más amplia que la del salón de clase. Esto nos lleva al examen del concepto de sociedad y a la relación de ésta con la educación y así como concretar esto en el análisis de la escuela y del aula. Cabe destacar que no hay una concepción universalmente válida de la sociedad, sino diversas interpretaciones de ésta.
Las diversas concepciones que sustentan las corrientes de interpretación de lo social tienen su base en distintos conceptos de hombre y sociedad, así como una posición de refuerzo o sociedad, así como una posición de refuerzo o cuestionamiento de lo establecida. Tratar todas aquellas concepciones rebasa los límites de este trabajo. Presentaremos solamente dos, que en cierta forma ofrecen mayor contraste. La primera hace referencia a la idea de que la sociedad se estructura sobre una armonía social básica; la segunda hace referencia a la existencia del conflicto permanente entre dos clases sociales antagónicas.
La concepción de la sociedad que toma a ésta como integrada armónica y consensual, implica considerarla como “una unidad basada en un orden moral”; este orden moral se logra más allá de los intereses particulares de los grupos que la componen, por un consenso espontáneo. Es decir, todos los miembros de la sociedad adoptan los mismos valores, que constituyen el vínculo que los une. Dichos valores compartidos son la base de las normas que elabora el grupo social para regular las relaciones sociales. Esta regulación de las condiciones individuales lleva a la sociedad al equilibrio funcional. Los cambios sociales son solamente movimientos que tienden a conservar el equilibrio; por ello, esta concepción es considerada como conservadora del orden establecido.
Dentro de esta tendencia podemos situar al funcionalismo, que ha tenido mucha influencia en la educación y que centra su análisis en problemas relativos a la interacción de profesores y alumnos en el aula y en la organización funcional de la escuela y que omite la consideración del poder en los asuntos educativos. La otra concepción de la sociedad implica considerar a ésta como una totalidad en la que se establecen diversas relaciones sociales condicionantes de la actividad total de los hombres; aquí están implicadas las relaciones económicas, políticas e ideológicas en una compleja red. Al condicionarse todas las formas de actuación del hombre se condiciona, por lo tanto, la educación y la adquisición de conocimientos.
Con esta óptica, la sociedad no se mueve, evoluciona a se transforma de acuerdo a una ley natural, sino que está suspendida al devenir de un proceso histórico en el que se dan contradicciones y conflictos, enmarcados en una situación material concreta. Se considera a la sociedad como una “asociación humana heterogénea con intereses distintos, que a su vez condicionan modos distintos de educación y de instrucción”.
El modo de producción de la vida material determina el carácter general de los procesos de la vida social, política y espiritual; los hombres luchan y toman conciencia de sus conflictos inmersos en una realidad concreta, que les impone determinaciones. En esta lucha el hombre toma conciencia de las limitaciones y expectativas que le impone la vida social en un momento histórico determinado y con base en ellas, se propone nuevas formas de relaciones sociales de producción. Llevada esta concepción al campo educativo, se concreta en la búsqueda de formas diferentes de vinculación entre profesores y alumnos, y de éstos con la institución educativa en que tiene lugar. Así como el tipo de tarea que juntos emprenden.
Esta toma de conciencia de profesores y alumnos es consecuencia de un cuestionamiento crítico de su situación particular de docencia, y se da en medio de contradicciones y conflictos que constituyen en motor del cambio con distintas perspectivas y alcances Las dos visiones de la sociedad que hemos señalado (y que volvemos a insistir, no son las únicas), representan posiciones antagónicas a partir de las cuales se han generado diversas concepciones de la educación, que coexisten en las instituciones educativas y que perciben la problemática docente en forma totalmente problemática docente en forma totalmente divergente.
Mientras que la primera de tales visiones deja a un lado las consideraciones políticas del hecho educativo, la segunda las considera primordiales. En consecuencia, la primera concepción sostiene que tanto la ciencia como la educación son neutrales y que por lo tanto se mantienen fuera de la lucha ideológica; la segunda concepción sostiene que la educación y la ciencia están comprometidas y son expresión de los conflictos sociales. Es aquí donde el docente debe detenerse a reflexionar sobre su propia práctica docente y tomar una posición, que es la que orientará su quehacer educativo.
Frente a las posiciones antes señaladas, nosotros de conflicto y contradicción, y que explican la actividad humana como producto de la acción del hombre en una situación social concreta, en la hombre en una situación social concreta, en la que existen a su vez intereses heterogéneos que la condicionan a nivel social e individual y que, la condicionan a nivel social e individual y que, por lo tanto, condicionan a la educación.
Siguiendo a J. Ardoino podemos decir que “la educación es una práctica inherente a todo proceso civilizador, sus finalidades pueden ser explícitas e implícitas y se refieren a la vez a la perpetración de una tradición establecida y a la posibilidad de un futuro diferente. La educación y la posibilidad de un futuro diferente. La educación plantea siempre un conflicto entre la necesaria integración a una sociedad establecida y el desarrollo pleno del yo’.
La simple observación de los fenómenos sociales nos confirma que la educación se desenvuelve siempre en un medio social que la condiciona, y que es necesaria para la sobrevivencia de cualquier grupo social, no importa lo avanzado o primitivo que éste pueda ser.
En la integración de los individuos a la sociedad, por medio de la socialización, se adoptan muchos valores e interpretaciones de la realidad, de una manera inconsciente.
En las diversas instituciones sociales (familia, iglesia, etc.) hay valores no explicitados; esto también sucede en la educación, y cuando se pretende un cambio substantivo de ésta es necesario explicitar las normas, valores y finalidades, para poner en cuestión si dichas normas y valores pretenden la transformación de la realidad o bien tienden a presentar una visión congelada de la misma, en donde valores, normas y conocimientos se presentan como algo dado, y no como un proceso.
Es el reconocimiento de este carácter de proceso lo que permite pensar en un futuro diferente para la educación; pero este futuro nace del necesario cuestionamiento de una realidad histórica determinada en la que se presenta el proceso educativo.
Debemos recordar que educación no es sinónimo de escuela; en este sentido Durkheim propone la siguiente definición de educación: “La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están maduras para la vida social. Tiene como objeto suscitar y desarrollar en el niño determinado número de estados físicos, intelectuales y morales que reclaman de él, por un lado la sociedad política en su conjunto y por otro lado el medio especial al que está particularmente destinado”.
En consecuencia, la educación consiste en una socialización metódica de la sociedad en su conjunto, sobre los individuos. Para los forma de socialización educación informal o espontánea, y de educación formal a la escolar, sobre la cual ejerce su acción la Didáctica.
La educación formal surge en las sociedades que han llegado a un estado de la división social de trabajo, en el que se confía a una institución especializada, a la escuela, la conservación, transmisión y acrecentamiento de la cultura. Sobre esto volveremos más adelante.
Todo ello nos lleva a preguntarnos ¿cuáles son las funciones de la educación? Ya hemos identificado la de la conservación, pero es necesario profundizar un poco en esto.
En la literatura pedagógica encontramos con frecuencia a pensadores que consideran que la frecuencia a pensadores que consideran que la única función que cumple la educación es una única función que cumple la educación es una mera reproducción de los intereses, valores y conocimientos de la clase en el poder por lo tanto, que la educación no es más que un reflejo mecánico de esta forma de dominación. Frente a esta concepción hay otros puntos de vista extremadamente optimistas, que ven a la educación como agente de cambio, capaz de solucionar por sí misma las contradicciones
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