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Stwr Wars Y El Budismo Zen


Enviado por   •  10 de Febrero de 2014  •  1.918 Palabras (8 Páginas)  •  331 Visitas

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Star Wars y el budismo zen

Nada es lo que parece, o como juzgamos, porque el que juzga se equivoca y presupone una realidad que es indefinible. Resulta que hay tantas realidades como observadores, ya que cada ser viviente tiene su propia percepción de la realidad y, al fin y al cabo, como se sabe, lo que cuenta es los sentimientos propios hacia la realidad percibida y no la realidad en sí. Son los sentimientos negativos de uno los que vuelven un día gris en un día triste, o incluso uno soleado en un mal día. La percepción manda sobre la realidad.

—Tus ojos pueden engañarte, no confíes en ellos. —Obi-Wan a Luke.

De esta forma, nuestros sentimientos cotidianos son los que definen la realidad única y personal en la que vivimos. Lo que para unos es una mala noticia, para otros es un suceso maravilloso; el vaso medio lleno, está vacío para otros o no sirve para calmar la sed del que no puede ser saciado.

—Tu enfoque determina tu realidad. —Qui-Gon Jinn a Anakin al salir de Coruscant en dirección a Naboo.

Durante el entrenamiento de Luke en el planeta Dagobah, el maestro Yoda tropieza, una y otra vez, contra el muro de los prejuicios de su discípulo. Algo que debe destruir si pretende convertirse en un Caballero Jedi.

—El tamaño no importa —dice Yoda—. Mírame a mí. Me juzgas por mi tamaño, ¿eh? Y no deberías, porque mi aliada es la fuerza, y una poderosa aliada es... La vida la crea, la hace crecer, nos penetra y nos rodea... ¡Seres luminosos somos! ¡No esta cruda materia!

—Pides lo imposible. —añade Luke.

(Yoda eleva el X-wing sobre el pantano)

—Yo... No puedo creerlo. —se disculpa Luke.

—Ya. Por eso has fallado. —concluye Yoda.

Y más adelante:

—¡Tú siempre con tus "NO PUEDE HACERSE"! ¿Es que escuchándome no estabas?" —Maestro Yoda a Luke Skywalker.

Es por eso que Yoda pretende liberar a Luke de sus propios miedos y prejuicios. Un niño no tiene prejuicios, no está castrado todavía, son los adultos los que transfieren a él sus miedos e incapacidades que con la edad hace suyas. En japonés se denomina Mushotoku la disciplina de hacer las cosas por el mismo hecho de hacerlas, sin finalidad, sin meta, sin objeto, sin prejuicios.

—Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes —dice Yoda a Luke.

Lo que el maestro viene a decir aquí es: olvida tus miedos, tu lógica aprendida, tus prejuicios sobre los que es posible o no lo es y, simplemente, haz lo que debes hacer.

Y esta forma de percibir la realidad, nos conduce al relativismo moral de los budistas y al siguiente punto.

Dualidad. Bien y mal. Luz y oscuridad.

Según el budismo zen no se puede diferenciar el bien del mal. Si atendemos a la enseñanza todo es relativo, subjetivo, y eso produce que lo que es bueno o malo para unos sea lo contrario para los otros. El bien y el mal no se encuentran en la naturaleza. Un gato no es malvado por jugar con un ratón antes de matarlo; un león no es malvado por cazar antílopes; el cielo no es malvado por descargar una tormenta que arrasa todo a su paso o bondadoso por regar los campos y traer la vida con la lluvia. El bien y el mal están ligados al hombre, son conceptos morales, por lo tanto relativos y no universales. Falsos. Eso no quiere decir que Vader no sea malvado, al contrario, es el paradigma del mal, pero a ojos del emperador Palpatine es adecuado, quizá incluso blando si lo compara con lo que puede llegar a ser su hijo, Luke.

—Desde mi punto de vista los Jedi son el mal —dice Anakin Skywalker.

Nosotros dictaminamos lo que está bien o mal, y en esa apreciación o juicio podemos caer en el error. Por eso el budista no toma partido, o no debería hacerlo. No juzga. De hecho en la vida social, al contrario de la vida espiritual, se juzga la acción y no el pensamiento—sentimiento. Si uno tiene un mal pensamiento no es castigado, pero si comete un crimen, aunque sea por una buena causa es castigado por ello.

En la saga de Star Wars se representa una lucha de la luz contra la oscuridad. No hay dualismo; ambos extremos son, en realidad, la misma cosa. El imperio nace de la corrupción política de la república, de la misma forma que los Sith nacen de los Jedi. La demostración de esto se encuentra en el mismo Anakin y su ciclo vital, su pequeño Samsara en el que nace, crece, ambiciona, posee, pierde, se redime y muere. Y esto enlaza con el siguiente puntal en el dharma de Buda, el apego.

El apego.

El apego, o más bien la incapacidad de aceptar la impermanencia, es fuente de sufrimiento. Si no hay desapego, si uno se resiste al cambio, produce un choque y conflicto. En palabras de Obi Wan Kenobi a Luke Skywalker:

—Entierra tus sentimientos. Son dignos de ti, pero podrían servir también al emperador.

Ciertamente, y como dijo Lucas en una entrevista en 2005, Star Wars es una saga que gira en torno al apego. Anakin no puede deshacerse de las cosas, tiene demasiado miedo a perder: su madre, su novia, su maestro, su poder… así se vuelve avaricioso y cae en el lado oscuro. Como dice Lao Tse al respecto en el texto canónico del Taoísmo, el Tao Te King: el que se aferra no conserva. Anakin da palos de ciego, tratando de mantener lo que ama a su lado pero, al igual que en las arenas movedizas, cuanto más bracea, más se hunde en el lado oscuro.

—El miedo

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