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Transtornos Organicos. Criminalidad

denisseisamar2 de Abril de 2014

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INTRODUCCION

Se trata de averiguar, de conocer qué es lo que induce a un sujeto a delinquir, qué significado tiene esa conducta para él, por qué la idea de castigo no lo atemoriza y le hace renunciar a sus conductas criminales. La tarea psicológica consiste en aclarar su significado en una perspectiva histórica-genética.

Un análisis completo y exhaustivo del hombre delincuente requiere de por sí un trabajo interdisciplinario, un trabajo que permita la exposición del hábitat de los individuos: de su familia, de su cultura con sus diferentes aspectos de sus procesos de endoculturación, educación, enseñanza y organización social, de sus estructuras políticas, de su religión y de su arte. Como psicólogos realizamos el estudio del delincuente a nivel psicológico y con una metodología específica, pero debemos recalcar que nuestro objeto de estudio debe ser tomado como un fenómeno unitario y complejo que no se agota ni se aprehende totalmente en la investigación psicológica.

Una conducta agresiva, es la expresión de la psicopatología particular del delincuente, de su alteración psicológica. Es una conducta que transgrede las normas de la sociedad a la que ese individuo pertenece. Sabemos que a nivel psicológico toda conducta se halla sobre-determinada, es decir, que tiene una poli causalidad muy compleja, que deriva de distintos contextos o múltiples relaciones. Sin embargo, podemos afirmar que la conducta delictiva está motivada especialmente por las innumerables frustraciones a sus necesidades internas y externas que debió soportar el individuo, tales como la carencia real de afecto. El delincuente proyecta a través del delito sus conflictos psicológicos ya que esta conducta implica siempre conflicto o ambivalencia. La conducta delictiva posee una finalidad, que es, indudablemente, la de resolver las tensiones producidas, la conducta es siempre respuesta al estímulo configurado por la situación total, como defensa, en el sentido de que protege al organismo de la desorganización; es esencialmente reguladora de tensiones.

El delincuente es un individuo enfermo. Parece ridículo por lo obvio, expresar que el delincuente es un individuo enfermo, pero basta observar cómo considera nuestra sociedad al individuo que delinque para darnos cuenta cuán lejos se está de este enfoque, la sociedad actúa de una manera retardativa con respecto a la conducta delictiva y esta actitud no sólo es inherente a los jueces sino también a todos los aspectos referentes a la pena en sus fases legislativa, judicial y administrativa. El hombre no roba o mata porque nació ladrón o criminal, el delincuente al igual que el enfermo mental rea-liza sus conductas como una proyección de su enfermedad. Mientras que el hombre "normal" consigue reprimir las tendencias criminales de sus impulsos y dirigirlas en un sentido social, el criminal fracasa en esta adaptación. Es decir, que los impulsos antisociales presentes en la fantasía del individuo normal son realizados activamente por el delincuente.

TRANSTORNOS ORGANICOS-CEREBRALES Y CRIMINALIDAD

No creemos que la biología pueda darnos la explicación total a la conducta criminal, pero igualmente creo que es mandatorio que todo profesional del campo de las Ciencias Sociales se actualice en estos nuevos descubrimientos e hipótesis, por cuanto es objetivo y competente reconocer aquellas condiciones fisiológicas, neurológicas, cromosómicas y anatómicas que puedan determinar algunos de los muchos casos de conducta criminal.

La gran cantidad de estudios para explicar la criminalidad en la perspectiva biológica no es un evento, moda o patrón nuevo. No obstante, hoy día las investigaciones giran explorando nuevas, o más específicas, variables que incluyen una variedad enorme de factores físicos tales como los niveles alterados de serotonina (perspectiva bioquímica, desbalances químicos), alteraciones en el lóbulo frontal, ADD (desorden de déficit de atención), niveles altos de testosterona combinados con niveles bajo de serotonina, niveles bajo de colesterol, el efecto en general de los andrógenos, el efecto de diversas drogas auto-inducidas (ingeridas), los efectos de las dietas (enfoque nutricional), alteraciones por cobre y zinc, el efecto de traumas y accidentes, el efecto de traumas en guerras o eventos de estrés en desastres naturales 8simbolo post-traumático), el efecto de la contaminación ambiental y las toxinas, hiperactividad, efectos cognitivos, el efecto del tabaquismo en la madre sobre los hijos/ as, efecto del ácido úrico, la predisposición genética, y la relación entre estados emocionales alterados (depresión y ansiedad) y la conducta criminal, entre muchos otros.

TRANSTORNOS ORGANICOS-CEREBRALES

Una serie de trastornos cerebrales pueden condicionar la conducta delictiva y antisocial de las personas que sufren esta clase de alteraciones orgánicas, por ejemplo: encefalitis epidémica, síndrome del lóbulo frontal, trastornos del hipotálamo, epilepsia traumática y esencial, etc., que la criminología lo estudia con atención.

SECUELAS DE LOS TRAUMATISMOS ENCEFALO-CRANEALES

Pues lo que interesa son las secuelas permanentes de las lesiones o traumatismos encéfalo-craneales consecutivos que pueden incidir en conductas con tendencias a la criminalidad y en estados socialmente peligrosos. Los especialistas enseñan que las lesiones cerebrales traumáticas deben evaluarse en su faz aguda y crónica, a manera de las secuelas psicopatológicas. Dentro de este marco referencial debe investigarse, la conmoción cerebral grave y las afecciones cerebrales graves.

La contusión cerebral se produce por el choque del cráneo contra un objeto duro que, sin lesionar el cerebro o encéfalo, el impacto traumático ejerce sobre las células neuronales una violencia mecánica que en cierta forma afecta sus funciones bio-eléctricas, generalmente con pérdida del conocimiento.

La contusión cerebral se produce cuando la fuerza del impacto traumático, vence la resistencia de la capa craneana, la masa encefálica queda expuesta a lesiones, que puede ser con expansiva hemorragia o edemas secundarios.

Los traumatismos cráneo-encefálicos pueden producir alteraciones de la conducta y se da la personalidad con repercusiones criminológicas, así mismo, pues los frecuentes trastornos de conducta y personalidad; ya no son los mismos de antes pues son más apreciables por sus amigos y familiares ya que es un cambio bastante notable en la conducta que va devenir de un accidente traumático encéfalo grave.

TRAUMATISMO ENCEFALO-CRANEANO DEL LOBULO FRONTAL

En el ser humano, el lóbulo frontal adquiere su mayor desarrollo anatómico y asume la más alta jerarquía intelectual y constituye el eje funcional de todos los mecanismos de la personalidad humana (inteligencia, razonamiento, voluntad, etc.)

Ahora bien el lóbulo frontal, interviene tanto en la esfera intelectual como en la valorativa, en efecto, por delante de la área matriz hasta el polo anterior, el lóbulo frontal presenta la corteza pre-frontal, órgano del intelecto en cuanto al pensar, al razonar, a la formación de los conceptos, a las operaciones de análisis y síntesis.

Así mismo, podemos inferir la importancia que reviste el lóbulo frontal en la consistencia de la personalidad y la conducta. Las lesiones que pueda sufrir, de hecho producen trastornos profundos de la esfera personal del lesionado encefálico. Pues las personas con ese tipo de personalidad es propensa a cometer cualquier delito, especialmente atentados contra la vida, el cuerpo y la salud de las personas; además, la peligrosidad social se manifiesta. “Por eso las manifestaciones caracterológicas de las heridas conducen con gran frecuencia a conflictos, siendo obligada en gran número de ellos la intervención forense (injurias, delitos sexuales, tratos con menores, vagabundeo, alcoholismo).

Los traumatizados craneales suelen cometer delitos de violencia a causa precisamente de la irritabilidad que presentan, y que es agravada en términos insospechados por la intolerancia para todos los tóxicos, fundamentalmente para los alcoholes, y es precisamente en estos casos que toca a los médicos forenses determinar si se presenta o no el cuadro de la debilidad cerebral traumática y estudiar su habilidad afectiva para determinar si su facultad de juicio se halla afecta. También es necesario conocer que los tumores malignos producen símbolos cerebrales, que se manifiestan en estados psicóticos de corta duración.

No obstante, las secuelas mentales post-traumáticas, de las lesiones orbitarias lobulares de cualquier etiología “están integradas por obscenidad, violencia, exaltación sexual, egoísmo y casos con euforia”.

Los actos criminales son impresionantes por la brutalidad, pueden ser la traducción de la patología orbitaria. En los delincuentes que han sufrido traumatismo craneal, la afección puede impedir dirigir sus acciones correctamente en el momento del hecho criminoso; en forma aparente pue3den tener plena conciencia de sus actos, pero no pueden controlarlos y refrenarlos, por eso no tienes capacidad para delinquir, por ser inimputables.

TUMOR CEREBRAL DE LOS LOBULOS FRONTALES E INCIDENCIA CAUSAL

EN LA CRIMINALIDAD

La importancia funcional y psicológica de los lóbulos frontales, constituye el eje fundamental de todos los mecanismos y factores superiores de la personalidad humana.

Así pues los tumores cerebrales pueden coincidir como factores predisponentes en la criminalidad Vicente P. Cabello, que es el cerebro humano

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