Un actor se prepara

Capítulo 1: La prueba inicial

Básicamente lo que hicieron en este capítulo fue un examen diagnóstico. El primer día de clases el director dice a los alumnos que para conocerlos mejor tiene que verlos en escena, para tener noción de sus aptitudes dramáticas.

Este capítulo me remontó a cuando monté mi primera obra, la misma emoción del alumno por preparar su papel, su vestuario y su maquillaje, practicar y repasar mi personaje.

Habla de los ensayos que tuvo el alumno, los pequeños detalles que lo distraían, lo atascaban al momento de crear su personaje, el estar pensando en el vestuario, el maquillaje y cómo darle vida a Otelo, el atender la grandeza del escenario más que otra cosa.

Y al momento de la función de prueba todo se viene abajo por forzar los movimientos, forzar los diálogos, el desperdicio de energía en todo este esfuerzo, etc. Sólo hubo un momento donde el alumno logró sentir y cautivar, “¡Sangre, Yago, sangre!”.

La prueba inicial fue por lo que todos pasamos, cuando descubrimos los ensayos, cuando vivimos de momento nuestro papel, cuando nos entusiasmamos por hacerlo perfecto, cuando nos decepcionamos al darnos cuenta de lo que hicimos en escena, y de ahí lo que aprendemos día con día en base a la experiencia.

Capítulo 2: Cuando la actuación es un arte

Aquí es donde entra el tema del subconsciente dependiendo del consciente, la actuación orgánica o verdadera, “ser lógico, coherente, pensar, esforzarse, sentir y obrar”. El subconsciente no puede obrar sin algo que lo active, el consciente, lo cual sólo se conoce como “naturaleza”.

La complejidad que implica el actuar, porque no sólo es hacerlo lo más natural posible, si no tener control de un aparato físico y vocal a fin de expresar nuestro papel. Existe todo un proceso creativo interno y externo, en el cual el actor debe vivir su parte, debe sentir de acuerdo a su personaje, para después, con ayuda de su cuerpo y sus músculos, dar vida a los movimientos, he ahí el por qué los actores nos tenemos que preparar más que otros.

Según lo que yo entendí el actuar es un arte debido al proceso psicológico y físico al cual se debe someter el actor, debemos desarrollar el auto-control, tanto de nuestras emociones como de nuestro cuerpo. Es verdad que tenemos que actuar naturalmente y fluir, sentir, vivir nuestro papel en base al subconsciente, pero estando totalmente conscientes de lo que hacemos, decimos y sentimos.

Confuso pero cierto, dejar fluir sin forzar, que sea natural el sentimiento y el movimiento, pero controlado y consciente, para evitar caer en los clichés, la actuación forzada y copiar sólo lo externo.

Capítulo 3: Acción

Todo lo que realiza un personaje, o un actor en escena, desde escribir una carta, caminar hacia un sillón, hasta morir.

La acción debe nacer desde el interior del actor para ser proyectada por su cuerpo y así lograr hacerla verosímil, la acción despierta una interior y real actividad. Aquí nace el uso del “si”, este elemento nos ayuda a posicionarnos en una circunstancia y actuar de forma natural. Es donde nuestro pensamiento y sentimientos se ponen a trabajar para crear la acción, “¿Qué haría yo “si” mi perro es atropellado?”.

“Olvídense de sus sentimientos, porque estos son, con mucho, de origen subconsciente, y no sujetos al control directo. Dirijan su atención a las circunstancias dadas. Están siempre a su alcance.”

Al momento de posicionarnos en las circunstancias, de imaginar utilizando el “si”, debemos prestar suma atención al momento, lugar, hora, etc. en el que estamos en escena, sin forzar nuestros sentimientos o emociones.

La acción nace de la imaginación del actor, nace del interior y se proyecta mediante el cuerpo, debe ser natural, no forzada. Es en lo que se basa la actuación, la acción, es lo que vemos en escena, por lo tanto debe ser cuidada y trabajada.

Capítulo 4: Imaginación

La imaginación, crear cosas que pueden ser, indispensable para un actor al momento de crear, indispensable para el dramaturgo, para el escenógrafo, etc.

En el capítulo el alumno se queda dormido tratando de estimular su imaginación, lo que explicó el director fue que en realidad forzó su imaginación, no tuvo un sujeto importante para ello y sus pensamientos fueron pasivos, sin peso alguno.

El punto está en estimular la imaginación, un ejercicio que me gustó, fue el de posicionarnos a nosotros en situaciones, como el juego favorito de la sobrina del director, “¿Qué harías si en vez de beber té bebes aceite?, ¿qué harías si estuvieras sentado en una estufa caliente?”, obligando a imaginarnos bebiendo aceite, o sentados sobre una estufa caliente, y así crear la reacción ante la situación.

 Otro ejercicio fue preguntar a un estudiante que fuera un árbol, y con una serie de preguntas el estudiante estimulaba su imaginación, “¿qué hay en sus ramas?, ¿qué ve alrededor de usted?”.

Sin embargo, al dotar nuestra acción con imaginación, debemos hacerla vívida, imaginar con un objetivo, pensar en el cuándo, dónde, por qué y cómo, quiénes somos, qué queremos, de dónde venimos,  a dónde vamos… Cada invención del actor debe estar construida sobre la base de los hechos, ya que cada movimiento y palabra que decimos en escena  son producto de nuestra imaginación.

Actuar sin imaginación es actuar sin realidad, faltos de vitalidad.

Capítulo 5: concentración de la atención

Mantener nuestro foco, un actor debe siempre tener un punto de atención, para perder nuestra atención en los espectadores, pues es humanamente normal perder la concentración al atender al público.

En el capítulo  el director realiza ejercicios para mantener la atención en un objeto, apagaba las luces y quedaba encendida una luz apuntando a una mesa, ejemplo del objeto próximo, que usamos para evitar disipar la atención a otros distantes. Pidió a los alumnos describir objetos cuando se prendía y apagaban las luces, obligaba a mantener la atención, tenían treinta segundos.

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