Universidad Contemporanea
2510199317 de Mayo de 2015
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ESUQEMA Y OBJETIVOS DE LA UNVIVERSIDAD CONTEMPORANEA
1. El interrogante de la Universidad sobre su propio ser.
En nuestro siglo, la Universidad ha pasado a ocupar un papel tal vez más destacado que en cualquiera otra época de la historia. Las universidades se han multiplicado en proporción geométrica a través de todo el mundo, su importancia se ha reconocido como capital y preponderante y sus funciones se han ido haciendo cada vez más amplias y complejas.
El Cardenal Newman fue tal vez el primero, hace ya alrededor de cien años, en trazar una teoría sobre la naturaleza y fines de la educación superior1. 'En Alemania, escriben sobre el mismo tema pensadores de la talla de Fichte, Humboldt, Nietzsche, Heidegger, Scheler y Jaspers2. En 1930 Ortega y Gasset, en España, en un vertebral y divulgado ensayo, vuelve sobre este interesantísimo tópico3.
Pero, en los últimos decenios, la intensificación de la inquietud en torno a la naturaleza y fines de la Universidad se refleja, no sólo en las indagaciones más o menos aisladas de grandes ensayistas, sino en la formación de organismos universitarios de carácter internacional, en la celebración de congresos mundiales y en la publicación de un verdadero alud de libros, folletos y artículos de diarios y revistas en los que se analizan estos problemas.
En Chile, por ejemplo, se han publicado en los últimos años, entre otros trabajos, la obra Breves ensayos sobre Universidades (1953), que comprende los textos de un ciclo de conferencias de los señores Luis D. Cruz Ocampo, Pedro Lira Urquieta, Francisco Walker Linares, Máximo Pacheco Gómez, Agustín Álvarez Villablanca, Manuel Bianchi Gundián, Eugenio Pereira Salas, José de J. Núñez y Domínguez, Juvenal Hernández, Santiago Labarca, Enrique L. Marshall, Juan Montedónico, Germán Urzúa y Dr. Jorge Bande4; el libro del profesor don Aníbal Bascuñán Valdés; Universidad. Cinco ensayos para una teoría de la Universidad Latinoamericanas5; el del ex Rector de la Universidad de Chile y actual Ministro de Educación Pública, don Juan Gómez Millas, Tradición y tarea universitaria (1963)6 y la obra titulada La Universidad en Tiempos de Cambio (1965), que reúne un conjunto de ensayos de que son autores los señores Héctor Croxato, Enrique d'Etigny L., Enrique Egaña B., Eduardo Frei M., Hernán Larraín A., S. J., Jaime Martínez W., Carlos Massad A., Máximo Pacheco G., Luis Scherz G. y Juan de Dios Vial7. Finalmente, acaba de publicarse en Chile un valioso estudio, preparado por una comisión especial designada por la Rectoría de la Universidad de Chile, sobre las bases que deben considerarse para un plan de desarrollo de la Corporación8.
La extensa y variada producción bibliográfica actual, tanto en el extranjero como en Chile, sobre los aspectos teóricos y prácticos del tema que nos ocupa, está demostrando, no sólo la extraordinaria trascendencia de la Universidad en el mundo de hoy y lo mucho que de ella se espera en el presente y en el futuro, sino también el carácter todavía problemático, difuso y no bien definido, de su naturaleza íntima y de sus específicos objetivos y funciones.
Es un hecho, sin embargo, que no se podrá llegar a ninguna conclusión sólida y definitiva, en este vasto diálogo mundial, mientras no se establezca y se precise, en un terreno filosófico, una teoría de lo que debe ser una auténtica Universidad. Como observa el profesor don Juan de Dios Vial, 'aunque sea paradójico, la Universidad no ha elaborado una teoría acerca de sí misma. Pese a estar emplazada en un punto clave del cuerpo social e histórico, donde funciona como conciencia, la reflexión acerca de la Universidad no tiene, por ejemplo, la madurez del tratado de Eclesia en la teología, o de la teoría del Estado en la ciencia política'9.
A través de estas líneas, procuraremos analizar, desde un punto de vista estrictamente teórico y basándose en los elementos que nos proporciona el actual nivel de los tiempos, las perspectivas y posibles soluciones de este fundamental problema.
2. ¿Existe un concepto universal e inmutable de la Universidad?
Para perfilar el concepto universal y permanente de la 'Universidad', es necesario remontarse a sus diversas realizaciones históricas y a sus múltiples modalidades presentes, atravesar sus capas temporales y operativas y concentrar nuestra atención en su substancia íntima, en el alma y la esencia que subyacen más allá de toda aparente realidad. Este proceso de abstracción y generalización, a través del cual podemos determinar los elementos comunes que configuran la noción investigada, podría llevarnos a la conclusión de que no existe una imagen inmutable, un modelo o paradigma de lo que la Universidad ha de ser esencialmente. Son tantas, en efecto, las formas distintas que esta institución va asumiendo a través del tiempo, en cada época y en cada lugar, que podría llegar a sostenerse que carece de una esencia única e invariable.
A nuestro juicio, esta conclusión sería equivocada, tan equivocada como la aseveración del existencialismo sartreano de que la existencia preceda a la esencia. Por el contrario, la esencia es condición y sustentáculo de la existencia; pero, mientras la primera es sólo como un esquema general e inmutable, como una arquitectura gruesa de los seres, la segunda es individual y variable y se va enriqueciendo y diversificando en la innumerable variedad de sus realizaciones temporales:
Sostenemos, por lo tanto, que existe un concepto esencial de la Universidad, que determina su naturaleza y características básicas; pero que, dentro de este marco fundamental, la esencia universitaria se va proyectando de diferentes maneras en el transcurso de los siglos. Así, por ejemplo, de la Universidad 'Escolástica', que fue la forma original y primigenia de las grandes corporaciones medievales, se pasó a la Universidad 'Humanística' y de ésta a la Universidad 'Filosófica' o 'Filológica', para desembocar en nuestros días en la Universidad 'Científico Técnica'10. Se trata, entre otras, de cuatro formas típicas de realización, que se sucedieron en el tiempo y acaso coexistan en la actualidad en muchas partes del mundo, que parecen a primera vista muy distintas, pero que, cuando son verdaderas universidades, participan de una esencia única y común: ser comunidades de maestros, investigadores y estudiantes, unidos en la gran aventura de la Verdad y del Bien.
3. La Universidad como substancia e historia.
La idea de la Universidad es, por lo tanto, fija e invariable; pero, su esencia permite y, aun más, exige, que se encarne en cada época y en cada país en formas históricas moldeables y dinámicas, de acuerdo con el progreso de la cultura, de la ciencia y de la técnica.
Tendríamos que ser espiritualmente ciegos para no comprender que en nuestro siglo alborea una nueva edad de la historia, que se caracteriza, entre otros factores, por la explosión demográfica de la humanidad, la liberación de la energía atómica, la conquista del espacio, la universalización en todos los ámbitos, el esfuerzo por alcanzar en todas partes niveles generales más altos y más justos de desarrollo cultural, social y económico. Y, frente a estas exigencias ineludibles de la hora actual, que requieren de una Universidad que esté a la altura de los tiempos, sería inconsecuente seguir pensando y actuando en los mismos términos de las gloriosas pero ya fenecidas corporaciones medievales.
Durante setecientos años, incluso hasta en los primeros decenios del siglo XX, la Universidad se concibió y organizó como una institución encargada solamente de conservar y transmitir la cultura, de impartir enseñanza superior de carácter académico y profesional y de propender al desarrollo de las ciencias, las artes y las letras. En filósofos ilustres encontramos, todavía, estos conceptos, porque escriben sobre la materia hace algunos decenios. Pero, en nuestra época las agujas del progreso marcan años en minutos y siglos en años, exigiendo en cada instante nuevos planteamientos que puedan ajustarse al curso acelerado de los hechos.
Sin duda, la Universidad no ha dejado de ser, substancialmente, lo que delineaba la teoría pedagógica tradicional; pero, junto con haberse ensanchado sus fines clásicos, su actividad se ha extendido a otros campos y sus grandes finalidades han comenzado a apuntar también hacia nuevas y trascendentales metas, que en un pasado todavía muy próximo no habían sido contempladas.
Por otra parte, se ha señalado también la necesidad, en los países que se suelen llamar 'subdesarrollados', de que estas instituciones, además de sus objetivos propiamente académicos, colaboren en la solución de los más urgentes y graves problemas nacionales.
4. La misión esencial de la Universidad, sus problemas y sus tareas derivadas.
a) La creación y transmisión de la cultura superior.
El primer objetivo de la Universidad, que ha estado y sigue estando por encima de las mudanzas temporales, es promover y transmitir la cultura en sus más altos padrones, como lo subrayara Ortega y Gasset, en su segundo aspecto, en términos particularmente elocuentes y vigorosos. 'Hay que hacer del hombre medio, ante todo, un hombre culto situarlo a la altura de los tiempos. Por tanto, la función primaria y central de la Universidad es la enseñanza de las grandes disciplinas culturales', que permitan al estudiante forjarse una imagen del universo, del hombre y de
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