Vigilar Y Castigar

Al leer el primer capítulo referente al suplicio, realice una comparación con los métodos inquisidores utilizados en nuestro país en siglos pasados, de los cuales en Cartagena se conserva en “Palacio de la inquisición” muchas de las maquinas con las cuales se torturaban a las personas que se consideraba no cumplían con las reglas, no propuestas, sino, impuestas por el sistema político de la época. Lo que me lleva a pensar que las formas de castigo, consecuencias del incumplimiento del conjunto de normas que intentan hacer “dóciles” los cuerpos, históricamente, se han concebido como conductas de carácter punitivo que exigen modificar un comportamiento a “las buenas o a las malas” sin tener en cuenta el componente pedagógico, moral, social y el impacto de una acción reparadora, en la vida de la persona que en cuestión haya cometido el o los errores. Esto analizado no solo en la escuela sino en cualquier institución de la sociedad.

Aplicado a mi ámbito laboral, el texto invita a la reflexión sobre prácticas que actualmente se realizan dentro de las instituciones y de las aulas para ejercer presión en la modificación de conductas de algunos estudiantes.

En ocasiones la disciplina mal entendida, nos aleja de un ejercicio formativo y se convierte en un acto netamente punitivo donde reforzamos las actitudes negativas, se imponen más de un “castigo” por una misma falta o las “sanciones” no son de tipo educativo o no son consecuentes ni reparan la falta cometida por el alumno.

Para finalizar considero relevante anotar que el conjunto de actitudes que giran en torno a la disciplina de un individuo, se construyen y refuerzan desde sus primeros años de vida, y en ellas tienen que ver todos las personas que sean “figuras de autoridad” en los diferentes contextos en que se desenvuelve (principalmente el familiar y el escolar).

...