Castigar Y Vigilar
VILCHIS138 de Enero de 2015
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Michel Foucault señala que un objetivo de los discursos que detentan el poder es disciplinar los cuerpos. Se disciplinan los cuerpos para volverlos dóciles y luego útiles para la consecución de los fines establecidos por el poder. Resalta que históricamente el cuerpo ha sido objeto de coacciones e intervenciones (17); en otras palabras, el discurso del poder se ha inscrito sobre los cuerpos mediante técnicas disciplinarias que tienen por objeto transformarlos y perfeccionarlos a fin que satisfagan eficientemente los intereses del poder. Y denomina disciplinas a los métodos que controlan rigurosamente la actividad corporal, garantizando el sometimiento de su fuerza, además de volverlos dóciles y útiles. El erotismo es una de las tantas transgresiones que en la sociedad se busca disciplinar. Si el erotismo es un discurso subversivo de enorme poder, lo es, entre otras razones, porque los sujetos quieren hacer con sus cuerpos lo que les plazca. «El erotismo es lo que en la conciencia del hombre pone en cuestión al ser» (58), «un peligro en proporción directa a su valor» (59), el erotismo tiende a disolver las estructuras sociales constituidas que modelan la individualidad, pues lo anima la consecución de una continuidad corporal, el reducir ese abismo insalvable, esa discontinuidad entre un ser y otro (60). Por esta razón, el erotismo es el agente saboteador (61) de la disciplina impuesta a los cuerpos. El deseo de continuidad corporal que motiva la aproximación de los cuerpos provoca dificultades para la aplicación de la disciplina.
He escuchado mucho una frase que socialmente es muy popular, y hasta ahora cobró más sentido “El saber es poder” de Auguste Comte (1798-1857) Filósofo francés, porque entonces me deja entender que entre más conocimiento, más acercamiento tienes al poder para ser tomadx como un punto de opinión, quien tiene el “derecho” de señalar, de decidir qué es lo que hay que hacer, como lo son el personal médico, psicológico, religioso, sociológico, y legal (jueces, abogadxs), ha decidido y regido en las tendencias de la moda permisiva y restrictiva; en todo caso quien tiene menos poder, tiene menos conocimiento y por ende, tiene más posibilidades de ser encasillado en la situación de ser condenadx, señaladx, observadx, castigadx, etc.
“El culpable más que castigarlo, la intención es “curarlo”, “normalizarlo”; el castigo, no es sino un elemento de un sistema doble: gratificación-sanción”. Ambos casos a pesar de tener estrategias diferentes tiene el mismo objetivo: disciplinar al individuo para poder subsistir en el aparato.
El castigo surge como un método de corrección, de transformación del culpable. “El castigo es una técnica de coerción de los individuos, pone en acción procedimientos de sometimientos del cuerpo, con los rastros que deja, en forma de hábitos, en el comportamiento; y supone la instalación de un poder específico de gestión de la pena” (pag.123). La disciplina para lograr esto se estructura de la siguiente manera: en la medida de lo posible debe ser ejercida en un lugar cerrado, que se pueda dividir por zonas donde a cada individuo se le asigne su lugar (el cual Foucault llama Espacio disciplinario) y su función será la de establecer la presencia- ausencia del individuo, esto permite vigilar la conducta de cada cuál, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o méritos y del acto ejercido, pues aun en la actualidad se distribuyen los niveles de “desviaciones” para la aplicación de la disciplina, pues es imprescindible para el poder que todos se asemejen, ejercer sobre ellos una presión constante para que se sometan todos al mismo modelo, para que estén obligados todos juntos a la subordinación a la docilidad. Además no podemos dejar de lado la distribución del tiempo que viene a jugar un papel muy importante, en tanto que obliga a los individuos
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