Vigilar Y Castigar

Acerca de la imposición silenciosa de la disciplina

Abordar los planteamientos que Michel Foucault plantea en el segundo capítulo de su libro vigilar y castigar, nos invita, a partir de una lectura cuidadosa, a contemplar los argumentos que refuerzan su tesis: la función principal del el poder disciplinario consiste en “enderezar conductas”.

Respecto a la temática, se hace preciso explicar el orden en que el autor expone sus razones, demostrando que a través de instrumentos y mecanismos simples, la disciplina ha tenido total éxito en el control y regulación de las conductas de la sociedad, tomando a los individuos como objetos susceptibles a la manipulación sus cuerpos y mentes. Ahora bien, el autor justifica su análisis del poder disciplinario a través de tres instrumentos de control, que expone como mecanismos simples y modestos: la inspección jerárquica, la sanción normalizadora y su combinación en un procedimiento específico: el examen. Así pues, a partir del análisis y la comprensión de cada uno de los mecanismos, se interpreta que a través de ellos se encauza la conducta y se vigilan, controlan, regulan, corrigen, sancionan y gobiernan los comportamientos del individuo. De este modo, se difiere que son tales mecanismos los que a través de la historia fueron delegando poder, el de implementar la disciplina en multiplicidad de ámbitos sociales a determinadas instituciones que pudieran propagar su dominio de forma masiva. En esta línea de sentido, resulta imperioso comprender que el autor realiza un acercamiento con un tono crítico a las técnicas y estrategias disciplinarias, que se son respaldadas y cumplidas, pero que parecieran no ser muy visibles. De este modo, se Invita a reflexionar los aparatos de transformación y homogenización utilizados a través del tiempo, que mediante la suposición de un modo de comportamiento único ha evolucionado y sigue operando de forma exitosa en la sociedad actual.

Ahora, al contemplar el sentido y las implicaciones del título del texto, Los medios del buen encauzamiento, se comprende que dicho sentido radica en identificar la verdadera intención de lo que se llama disciplina, más que educar individuos conscientes de interactuar en diversidad de comportamientos y actitudes, se gobiernan tales conductas de manera que esa diversidad que constituye a los seres humanos, se considere como una desviación que debe ser normalizada y sancionada, reduciendo al individuo, como dice Foucault, a un objeto que meramente se fabrica.

El supuesto buen encauzamiento, como refuerza el autor, adiestra desde la singularidad. Desde los tres instrumentos expuestos a lo largo del texto, se incita a cuestionar lo incuestionable, es decir, a analizar la triada y a analizarlas en el contexto; la inspección jerárquica donde se observa y vigila para permitir el control y la modificación, una sola mirada viéndolo todo permanentemente,

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