Antropología social y cultural. Procesos identitarios, vejez y envejecimiento
JoseAcosta1977Monografía18 de Noviembre de 2015
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Dpto. de Humanidades y Cs. Sociales
Carrera: Lic. en Trabajo Social
Asignatura: Antropología social y cultural.
Profesora: Luis Alonso
TRABAJO PRÁCTICO: Monografía.
MARQUEZ, Ángela P.
Fecha: Martes 2 de Julio de 2013
Presentación:
En el presente trabajo se pretende comprobar si ha cambiado la concepción de la vejes en la Residencia para adultos mayores Pedro Andrés Benvenuto en los últimos 10 años, y cómo la misma influye en los procesos identitarios de lo residentes.
A tal fin se hará una breve presentación de la institución y los residentes, para luego poder abordar algunos de los conceptos claves para la investigación.
Se intentará demostrar a partir de la presentación de diferentes concepciones de la vejes como las mismas influyen en los procesos identitarios de los adultos mayores, para luego intentar contrastarlo con la realidad diaria del hogar Benvenuto.
La recolección de la información en el campo de estudio fue a partir de entrevistas, observación y aproximaciones sucesivas. Con los datos recopilados se intentará verificar lo antes mencionado.
Residencia para Adultos Mayores Pedro Andrés Benvenuto:
El predio se encuentra ubicado en Ruta 5 Km. 49,500, en General Rodríguez. Fue donado hace más de 50 años por Don Benvenuto para la creación de un hogar de ancianos, y la construcción fue llevada a cabo por su hermano Pedro Andrés Benvenuto, siendo inaugurado en 1956.
Es una de las nueve residencias mixtas (varones y mujeres) de las que dispone La Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores, destinada para personas dependientes y autoválidas, mayores de 60 años que carezcan de cobertura social.
“Es un centro de alojamiento y de convivencia que tiene una función sustituta del hogar familiar, ya sea temporal o permanente, donde se presta a la persona mayor una atención integral” (Mónica Roqué & Adriana Fassio, 2012, p.140), por lo que cuentan con un equipo interdisciplinario básico, compuesto por una Médica geriatra, un equipo de enfermería, un Kinesiólogo, una Trabajadora Social, un Terapista Ocupacional y un recreólogo. “Este equipo es entendido como el conjunto de profesionales que interaccionan, trabajan conjuntamente e intercambian opiniones y sugerencias, teniendo por objetivo el seguimiento evolutivo, biopsicosocial de los residentes” (Roqué, Mónica 2011).
En cuanto al objetivo específico de la institución “La máxima es verlos como sujetos de derecho y brindarles la mayor calidad de vida posible” (G. Spampinato, director de la institución, entrevista personal, 06 de junio de 2013).
Actualmente viven en el hogar 37 Adultos Mayores de los cuales 15 son mujeres y 22 varones, que tienen entre 61 y 102 años de edad, los cuales son divididos en tres grupos: autoválidas, semi-dependientes y dependientes, según el grado de capacidades físicas que posean para manejarse dentro y fuera del hogar.
Procesos identitarios, vejez y envejecimiento:
En base a Caggiano (2005) se entiende que las identidades no son esencias, no es algo que se tiene, como algo sustantivo, una cosa, sino más bien que se conforma en un juego relacional y dinámico. Toma el concepto “identificación” del psicoanálisis para hacer referencia a la constitución del sujeto por una dinámica de interiorización de comportamientos, actitudes y costumbres, a partir de patrones significativos en el ambiente familiar y social. La identificación es un proceso en el que el sujeto va interiorizando significados, que también son cambiantes por la misma dinámica social.
Esta identificación se da a través de múltiples relaciones y en diferentes espacios, en los cuales muchas veces entran en conflictos variados discursos, lo cual hace que, si bien se construye cierta identificación, queden otras excluidas.
En este proceso ocurre un movimiento de significación de adentro hacia fuera, donde el sujeto se identifica con ciertos significados; y un movimiento inverso, donde hay un otro que le adjudica al sujeto determinados significados. Ambos movimientos van conformando la identificación, que si bien va cambiando acorde a los cambios de significados en la dinámica social, tiene una continuidad recordada y reinterpretada.
Pero ¿Qué implicancias tiene esto en la vejez?
En la vida cotidiana surge la necesidad muchas veces de preveer la “clase de personas” que son los otros, y se las suele organizar en “tipos de personas” con alguna característica particular (madre, viejo, trabajador, etc).
Si se piensa en la categoría anciano, y se repasa el discurso cotidiano, se ve que esta plagado de expresiones relativas a la vejes, que no solo expresan una serie de atribuciones, sino que también normalizan como “debería ser” una persona vieja, qué conductas son esperadas de ella y cuales son inadmisibles.
Se hace ineludible en este punto marcar una diferencia entre envejecimiento y vejez, ya que el primero es un proceso, que se ha transformado en los últimos años, cargándose de vitalidad y expectativas, y la vejez es un estado definitivo. Esta consensuada diferenciación entre envejecimiento (proceso) y vejez (circunstancia irreversible) se afianza, a su vez, en una profunda transformación de la imagen de las personas mayores.
Pero estas concepciones no son casuales, sino producto de elaboraciones teóricas que se fueron produciendo a través del tiempo y que van creando significados, que como vimos, influyen en el proceso identitario:
Una primera teoría a mencionar es la de la desvinculación o también llamada “teoría del descompromiso social, derivada del funcionalismo estructural de Parsons fue formulada por Cumming y Henry a fines de los setenta” (Roqué, M y Fassio, A. 2012), es quizá la de más arraigo social. En ella se considera que durante esta etapa de la vida la persona “tiende naturalmente” a replegarse, desvincularse de lo social, reducir los vínculos, las amistades, las actividades y los proyectos.
“El viejo/a ya cumplió su etapa” y ahora le corresponde descansar y por tanto se le desvincula de la actividad laboral, económica, política, cultural.
Una segunda teoría seria la de El Envejecimiento activo, que concibe la vejez como una etapa en que la persona puede mantener un alto grado de actividad. Surge en contraposición al concepto de desvinculación y plantea que este es un proceso impuesto por la sociedad pero que puede ser cambiado. Plantea el desarrollo de algunas actividades especialmente adecuadas para prevenir ciertas patologías hoy recurrentes.
Las limitaciones de la teoría de la desvinculación y los nuevos problemas planteados por el aumento de la expectativa de vida y la emergencia de las enfermedades crónicas, los nuevos enfoques médicos y la crítica social de las organizaciones de adultos mayores, abrieron paso al paradigma del envejecimiento activo, promocionado principalmente por la ONU y los organismos internacionales de Derechos Humanos (Roqué, M y Fassio, A. 2012)
Este considera que el adulto mayor debe mantenerse en actividad, superar el sedentarismo, integrarse a la vida social e incluso desarrollar actividades remuneradas, porque esto es indispensable para mantener su salud, su equilibrio psicológico, su bienestar y felicidad.
Se trata de una visión que nace de las preocupaciones y de la lógica de las Instituciones Públicas de Salud. Es una “verdad técnica” que se le propone o impone al adulto mayor.
Y un tercer enfoque seria el del Envejecimiento productivo, definido en 1995 por Robert Butler y Malvin Schechter, según el INSTITUTO DE MAYORES Y SERVICIOS SOCIALES (IMSERSO, 2008 pp.11)
La teoría del envejecimiento activo fue un avance en relación al paradigma de la desvinculación, pero la gerontología crítica comienza a sentar las bases de una nueva visión. “Lo que interesa es partir del adulto mayor como sujeto personal y colectivo” (Roqué, M y Fassio, A. 2012)
Se trata de una acción con sentido, en la que el adulto mayor produce el sentido, se produce a si mismo y produce sociedad que, al mismo tiempo lo produce a él. Lejos de encerrarlo en un activismo egocéntrico, el sentido de la producción social lo lleva a compartir con otros. Este nuevo paradigma tiene, por tanto, la ventaja de exigir una dimensión intergeneracional solidaria.
En tal sentido el Estado toma un protagonismo particular fomentando determinadas prácticas y actividades que comienzan a imprimir nuevos significados, promoviendo el empoderamiento de las personas mayores y una sociedad integrada desde el punto de vista de la edad. Esto implica que las personas mayores son sujetos de derecho, no solamente beneficiarios, y que, por lo tanto, disfrutan de ciertas garantías y tienen determinadas responsabilidades respecto de sí mismas, su familia y su sociedad, con su entorno inmediato y con las futuras generaciones.
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