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CAPÍTULO #1 EL AMBIENTE GEOGRÁFICO DE ITALIA


Enviado por   •  3 de Julio de 2017  •  Monografías  •  7.670 Palabras (31 Páginas)  •  326 Visitas

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CAPÍTULO #1

EL AMBIENTE GEOGRÁFICO DE ITALIA

Desde el siglo III a. C. la expansión romana había superado los confines de la península apenínica, Italia siguió siendo siempre la base de la economía romana, el centro de la vida política y administrativa, la fuente principal de la civilización romana. Por este motivo no se pueden comprender las particularidades de la historia romana si no se posee un conocimiento claro de cuáles fueron las condiciones geográficas de Italia.

La península apenínica es la central entre las tres grandes penínsulas europeas: la balcánica, la apenínica y la ibérica. Se interna profundamente en el mar Mediterráneo dividiéndolo en tres partes. Italia es una estrecha franja de tierra que se extiende hasta cerca de 1000 kilómetros hacia el sur, alcanzando en su parte central una anchura de alrededor de 150 kilómetros. La gran isla de Sicilia no es más que la continuación inmediata de la península y se acerca notablemente a las costas africanas (150 kilómetros). Al norte, los Alpes la cierran con un amplio semicírculo. Si bien éstos no constituyeron, como lo demuestra la historia romana, una barrera infranqueable, especialmente en su parte oriental ---Alpes Julianos---, mantuvieron a Italia sin embargo, hasta cierto punto, aislada del norte.

La península está bañada al este por el mar Adriático, al sur por el mar Jónico, al oeste por el mar Tirreno y por el mar Ligur. Todos estos mares son pobres en islas: a lo largo de la costa oriental de Italia faltan totalmente; al sur está únicamente Sicilia, isla hasta un cierto punto, por cuanto forma parte integrante de Italia; en occidente están las grande islas de Cerdeña y Córcega, que se encuentran muy distantes de la costa italiana, mientras que a lo largo de la costa hay otras pequeña islas diseminadas: Elba, Capri. El sistema insular italiano es, por tanto, muy pobre y presenta una enorme diferencia con el griego. Sobre el comercio y la navegación influyó también el desarrollo costero de la península apenínica. En efecto, las costas italianas son poco desarrolladas, poco recortadas y no adecuadas a la navegación, al contrario de la zona meridional de la península balcánica. La costa adriática no presenta casi ninguna ensenada y ofrece sólo playas poco hospitalarias (bajos fondos, esteros). La meridional es apenas un poco mejor y sólo en la parte central de la costa occidental (Campania) se encuentran buenas ensenadas.

También por la conformación de la superficie terrestre, Italia se distingue netamente de Grecia. Esta última está cortada en todas direcciones por cadenas de montañas que crean una cantidad de regiones aisladas. Italia, por el contrario, presenta una sola cadena principal ---los Apeninos--- que extendiéndose de Norte a Sur dividen a la península en dos partes. Al norte los Apeninos oponen algunas dificultades al tránsito, pero a medida que se avanza hacia el sur su altura disminuye, hasta que en la parte meridional de la península se reducen a colinas accesibles y suaves declives.

Si exceptuamos algunas pequeñas zonas del Apenino septentrional y central, en Italia no existen territorios aislados. Por eso las regiones en que los historiadores la han dividido tienen un carácter más etnográfico que geográfico.

La parte septentrional de Italia se llamaba antiguamente Galia Cisalpina, es decir aquella parte de Galia que se encuentra de este lado de los Alpes. Estaba dividida en Galia Transpadana (al norte del Po) y Galia Cispadana (al sur del Po). La Galia, según la geografía antigua, no pertenecía a Italia. Al sur de la Galia, en la parte occidental de la península, estaba la Etruria (Toscana), al oriente de la Etruria la montañosa Umbría y el Piceno, al sur la llanura colinosa del Lacio. Al sur del Lacio, a lo largo del mar, se extendía la floreciente región de la Campania. Al oriente del Lacio y de la Campania estaba el boscoso Samnio. La parte meridional de la península estaba dividida en las regiones de la Apulia, de la Lucania y del Brucio.

El sistema fluvial italiano era muy rico: la Galia Cisalpina estaba recorrida por el gran rio Po y por sus numerosas afluentes, la Etruria estaba surcada por el Arno; el Tíber servía de confín entre Etruria, Umbría y el Lacio. En el Lacio corría el Liris y en Apulia el Ofanto. En los tiempos antiguos, estos ríos eran mucho más caudalosos que ahora. A lo largo de sus valles se conservan aún restos de antiguos trabajos de irrigación.

El suelo de la península estaba adoptado al desarrollo de la agricultura y a la cría de ganado. La fértil llanura del Po fue una de las más antiguas regiones de civilización agrícola. El suelo del Lacio, de la Campania y de Sicilia, de origen volcánico, recompensaba generosamente el trabajo humano; la Italia meridional era célebre por sus magníficos pastos. El subsuelo era rico en metales: el cobre, el plomo, el estaño, el cinc de Etruria, el hierro de la isla del Elba, fueron algunos de los elementos más importantes para el desarrollo de la civilización etrusca.

El clima era totalmente distinto del actual, más húmedo y más fresco, sobre todo a causa de la gran cantidad de bosques que entonces cubrían la península y que luego fueron talados. En efecto, los bosques retardaban la licuefacción de las nieves y esto mantenía más tiempo la humedad del terreno. De allí derivaba un clima más similar al de Europa central, mientras en Italia actualmente hay influencias subtropicales. En su conjunto, las condiciones del ambiente geográfico italiano fueron menos favorables al progreso que las condiciones análogas de Grecia, Italia fue sobre todo un país agrícola. Las características del suelo y del clima daban la posibilidad de cultivar no sólo olivos y vides, sino también cereales como mijo, cebada, trigo. A más de esto, Italia era rica en metales y maderas. Por eso no se vio forzada, como Grecia, a recorrer el mundo externo por la necesidad de procurarse granos, material de construcciones, cuero y otras materias primas. Su economía pudo permanecer durante mucho tiempo naturalmente cerrada y, por tanto, atrasada.

A este atraso contribuyeron las condiciones del ambiente histórico-social que circundaba a Italia. A causa de la situación aislada, no conoció esas vivificantes relaciones con Oriente, que fueron las condiciones más importantes para el desarrollo de Grecia. Los únicos vecinos civilizados  de las tribus itálicas fueron las colonias griegas de la Italia meridional y Sicilia. Las relaciones directas con Grecia se volvieron difíciles por las características de las costas, por la ausencia de islas, y por el hecho de que la costa occidental de la península balcánica, que enfrentaba a Italia, era igualmente atrasada, tanto en el campo económico como en el cultural.

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