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CHICOS DE LA CALLE


Enviado por   •  15 de Junio de 2015  •  1.843 Palabras (8 Páginas)  •  236 Visitas

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Chicos de la calle

los llaman "los nuevos parias de la tierra". Estiman que hay 40 millones de niños en América latina viviendo en la calle o trabajando en ella. Es incuestionable que detrás de todo esto está la necesidad de sobrevivir, familias quebradas y la exclusión social.

En México, Bolivia, Perú y Ecuador trabajan el 20% de los niños menores de 14 años. En Brasil se estima que hay 2 millones de niños trabajando; en Argentina, 1.500.000; en Centroamérica, 1.300.000. Sus ingresos son misérrimos.

Los niños que viven en la calle en muchas ciudades de América latina duermen en edificios abandonados, debajo de puentes, en portales, parques, alcantarillas. Trabajan o son explotados como limpiaparabrisas, tragafuegos, recolectores de basura, mendigos. Su salud y nutrición son muy precarias y están indocumentados.

Son víctimas preferidas del comercio sexual, que ha ido creciendo. Ejemplos: las recientes denuncias sobre bandas de esclavitud sexual en la Capital Federal, y el intento de asesinar a una jueza que está investigando mafias dedicadas a la prostitución infantil en la provincia de Buenos Aires.

También ha crecido el tráfico de niños que son robados para el mercado sexual o la explotación. Según la ONU, la trata de personas es uno de los negocios del crimen en mayor expansión, y se ha elevado fuertemente en países como Colombia, Brasil y República Dominicana.

En estas condiciones, vivir en la calle es casi vivir en el infierno. Y así lo testimonian recientes estudios sobre los altos niveles de depresión psíquica, búsqueda de salida a través de los pegamentos y otras drogas, y finalmente suicidios en esta población infantil desesperada.

Detrás de esta situación, que vulnera todas las convicciones éticas de nuestras sociedades, cuyas creencias religiosas y morales reclaman dar afecto y protección a los niños.

Estos niños están pagando los costos de políticas insensibles: la reducción de las coberturas sociales, la caída en la pobreza de muchas familias que antes pertenecían a la clase media, la polarización social.

Una sociedad que excluye y una familia desarticulada por estos impactos los empujaron fuera de todas las estructuras. Es muy cómodo llamarlos "niños de la calle", pareciera que es como si ellos hubieran decidido vivir en ella, y hay quienes calman su conciencia con esa racionalización. Las investigaciones indican lo contrario. Están allí porque han sido acorralados, casi expulsados por la sociedad y abandonados.

Se impone buscar salidas a esta situación éticamente intolerable. Hay quienes muestran el camino. UNICEF ha elevado continuamente a los gobiernos propuestas concretas, e indicado vías para financiarlas, entre ellas la reducción del gasto militar.

Organizaciones internacionalmente reconocidas como Casa Alianza y JUCONI (Junto con los niños) de México han mostrado que mediante programas orgánicos de protección, educación y reintegración familiar es posible rescatar a muchos de los niños. En la Argentina, entre otras instituciones ejemplares, Nuestros Hijos (Ieladeinu), de la comunidad judía, ha devuelto la dignidad y recuperado en poco tiempo a 300 niños en riesgo grave, y los voluntarios de otra ONG, "Las viejas del Andén", recorren diariamente las vías férreas y las estaciones de trenes en áreas del Gran Buenos Aires recogiendo y rehabilitando a los niños que viven en ellas.

Se impone la necesidad de políticas públicas agresivas en este campo crucial, el fortalecimiento de las organizaciones actuantes y la movilización de la sociedad civil.

Según estimaciones recientes, en la última década se han triplicado los niños de la calle en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Seguiremos viendo impasibles a los niños arriesgar su salud haciendo acrobacias en los semáforos, jugando con fuego por unas míseras monedas, o actuaremos colectivamente para devolverles la esperanza?

Una de las más penosas realidades sociales que afectan a nuestro país es la de los chicos de la calle. Muchos hablan de ella y muchos más se escandalizan por su subsistencia; sin embargo, y a pesar de las últimas novedades parlamentarias -la aprobación del proyecto de ley de protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes, siguen siendo escasas las acciones encaradas desde el Estado y desde el seno mismo de la sociedad, animadas por la positiva intención de encontrar remedios eficientes y soluciones viables.

Avergüenza enterarse de que sólo en la ciudad de Buenos Aires hay alrededor de 4000 criaturas de ambos sexos, la mayor parte procedentes del conurbano, incluibles en la denominada "situación de calle", frío tecnicismo que apenas disimula una inadmisible calidad de vida. Y que ese problema también se ha extendido a casi todas las principales ciudades del interior.

Existen varias modalidades de la genérica "situación de calle".

- Hay chicos que desconocen cualquier otra forma de vida y sobreviven a duras penas cobijándose como pueden en las estaciones del subte, en las terminales y playas de carga ferroviarias y en los zaguanes, si los dejan. Para ellos -abre puertas de autos en constante pugna con la competencia, suplicantes limpiadores de parabrisas, malabaristas a los apurones o lisos y llanos pedigüeños-, la calle se ha convertido en improvisado lugar de trabajo y no menos precarios dormitorio y comedor (cuando consiguen alimentos).

-Otros chicos callejean durante el día y vuelven a sus casas por la noche.

- Hay quienes lo hacen sólo dos o tres días por semana.

-Los chicos cartoneros acompañan -o no- a sus padres y pasan toda la jornada recolectando desperdicios.

-También están los que se inician en esta vida compartiendo la calle con la concurrencia a la escuela y el regreso a su hogar, para luego dejar poco a poco familia

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