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Carrete Del Profeta Y Su Peligrosa Travesía De Vuelta Hacia La Morada


Enviado por   •  1 de Mayo de 2013  •  1.233 Palabras (5 Páginas)  •  319 Visitas

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Después de unos días de paz interior y promesas lamentablemente poco cumplidas de parte del Profeta, su caída era inminente; y se veía venir a pasos agigantados. Con una tranquilidad y una emoción quizás mas grande que la que el momento ameritaba, ya que el club de mis amores estaba levantando cabeza y haciéndome ilusionar una vez más de tantas y llevándome a una relación amor-odio con la noche; bajé de la micro y con una cara llena de esperanza me dirigí hacia la residencia del Mesías. Era una noche hermosa, la luz de la luna me acompañaba y me cuidaba como pirata a su tesoro, un ambiente excitado de sábado por la noche que se llegaba a sentir en el aire, y para variar un poco mis panoramas anteriores: con monedas en el bolsillo; nada podía salir mal. Una noche que poco a poco me empezó a decepcionar, ya que al llegar donde el Mesías la realidad me atacó por la espalda y me dijo que dos de mis grandes amores me habían fallado: mi equipo y mis amistades (mas bien uno, el que me llevaría a casa).

Luego del acontecimiento deportivo, sus decepciones, gritos, ilusiones y desilusiones, y también de ciertos problemas para poder alcanzar el elixir de la juventud en nuestras manos (y mochila); partimos. Una travesía quizás corta, atravesando el bosque de mi próxima perdición en la cual se pudieron compartir secretos, pensamientos y luego cruzando aquel asfalto tan conocido por mis travesías, incluso llegando a presenciar el grito de mofa por parte del copiloto del auto que tantas veces me habría llevado devuelta a casa y esta vez sin razón alguna, no podría ser. Una vez ya en el lugar de los hechos, el Mesías gritó:’SABUESO!’ y segundos después ya estábamos adentro hechos pasar por identidades que en ese entonces desconocía.

Para sorpresa mía: no había fémina en aquel espacio. Será dijimos, y empezamos llenar nuestros cuerpos de aquel líquido sagrado que tantas alegrías nos daba los fines de semana. Sin darnos cuenta las almas (y mujeres) comenzaban a llenar la habitación y a hacer un ambiente próspero con potos moviéndose al son de la música y humo de dudosa procedencia flotando en el aire, al mismo tiempo que ese brebaje amarillento comenzaba a descender en cantidad y a llenarnos de ideas la mente. La lujuria y la adicción empezaron a predominar, luego de unos cuantos vasos, cuando una chiquilla de mirada traviesa y coquetos lunares amenazaron con romper el compromiso con la pequeña que amo, ofreciéndome sustancias peligrosas y pidiéndome que le bailara y cantara, a las cuales la resistencia no pudo contra la tentación y procedí a actuar. Entre tanto ‘farol no alumbra’, ‘al seco’ y cartas que le llegaban a la gente; comencé a perder consciencia de cuanto habíamos ingerido sin darnos cuenta. Pero Mesías no fallaba. Luego de una presentación y bienvenida a la que sería una nueva familia para mí, llegó nuestro turno de brindar. Un vaso que conllevaba tanto sentimiento que me llevó a hacerle honor a mi nombre y comenzar a profesar y evangelizar a los extranjeros. Por desgracia mis enseñanzas no eran bien tomadas para los que no eran de nuestras tierras, por lo que tuve que recurrir al líquido sagrado para poder conseguir más ideas sobre el amor y lo desconocido. Se hacía tarde y mis esperanzas de encontrar una vuelta segura a casa no iban viento en popa, por lo que recurrí a gritar repetidas veces ‘VUELTA A RECREO?!’ pero nadie respondió, lo peor ya habría pasado,

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