Caso polical Niebla

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Karlyn De Jongh and Sarah Gold at the 130. Aktion by Hermann Nitsch, Fondazione Morra, Napoli, Italy. 26 May 2010.

Niebla

Raúl Zepeda Padilla.

Se sabe que al finalizar un caso policial se debe llenar un reporte de lo efectuado en la investigación, sin embargo hay situaciones especiales donde un expediente se concluye aun cuando algunas averiguaciones previas son insuficientes para darle un final claro. Esto se hace con el motivo de minimizar el número de casos abiertos, y darle prioridad a los que son más claros en su desarrollo. Por esto existe un equipo policial que se encarga de “archivo muerto”, no importa en qué parte del mundo se esté, siempre existe; tal vez sea por la famosa “ética laboral”, ya que la justicia debe tomar todas las situaciones por igual, aunque con la práctica se tengan predilectos por la facilidad o el beneficio que puedan contraer (más con países tan corruptos como esos que tenemos en mente al escuchar la palabra).

Así es como el caso “niebla” entró a mi vida. La primer impresión siempre es la que cuenta, y para mi equipo ésta fue de total burla, parecía una broma de mal gusto, debido a la época de alta demanda laboral que teníamos y que hasta para nosotros, que nos encargábamos de situaciones muy peculiares, llegó a ser ridículo; sin embargo hubo algo que me atrajo, no sé si fuese que a todos nos dio risa o que era el único documento con pruebas físicas adjuntas que teníamos desde que comencé de líder en la división.

Lo llevé a casa, después de trasnochar haciendo los reportes finales de algunos casos que cerramos hace poco, y que no hubiese nadie que notara la falta del expediente, después de todo era ilegal sacar información del edificio. Comencé por leerlo, después de unas páginas y varias tazas de té, recordé mis años de novato donde creía que muchas cosas eran imposibles. Al terminar con el reporte formal revisé las pruebas adjuntas, un porta-planos lleno hasta su límite de pinturas con paisajes difusos, una especie de fondo gris y siluetas de personas que resaltaban en todas, la colección estaba en escala de grises y los únicos elementos que se distinguían del resto eran puntos rojos y azules. Dentro de la única bolsa estaba un cuaderno un poco viejo, hecho  con cuero y una cuerda de color extraño. Al sacarlo de su recipiente, éste olía raro, como si el curtido se hubiese hecho mal.

Mientras lo ojeaba, como una cachetada en el cerebro, recordé mi primera noche con la patrulla: un carnicero y su esposa fueron reportados como desaparecidos, al llegar vi que quienes dieron la llamada: un par niños, no pude ser el tipo duro, me reflejé en los ojos de uno. Les expliqué de manera breve que sólo podían reportarlo 48 horas después de no saber nada de ellos. Al entrar de regreso en la patrulla escuché el reporte de una camioneta abandonada en la carretera, se encontraba cerca de donde yo estaba, así que me tocaba ir. En el momento de arribar al lugar noté que una ligera neblina estaba a lo lejos, al momento de acercarme a la camioneta  podía escuchar cada vez más cercano un susurro inentendible, di la vuelta a la camioneta y vi a una mujer, empapada de sangre, con una especie de cuchillas en forma de garra metálica en una mano, y un cuerpo, abierto en canal, como una vaca de matadero. Saqué el arma, y dije los diálogos de rutina, ella no respondía procedí a pedir una ambulancia y a los forenses; me limité a cuidar que no escapase y estudiar la escena (ya no había nada que hacer por el cuerpo y ella, la carretera estaba sola como para poner en peligro a alguien). Lo último que supe fue que los niños fueron adoptados por amigos de la familia y la señora fue al hospital psiquiátrico, donde se suicidó cortándose la muñeca, no sin antes dibujar muchos puntos rojos en las paredes; estos asemejaban a ojos pequeños, pero nunca se comprobó  con total certeza.

Fui a preparar otro té, ya casi debía volver al trabajo y no tuve descanso, toda la noche se fue analizando los dibujos y releyendo el reporte, al igual que la libreta. Al final pude dar como resolución lo siguiente: todo esto era el reporte del asesinato de varios miembros de una familia, el homicida: un muchacho que llegó por adopción, su nombre era Francis. Las circunstancias se efectuaron, en su totalidad, con premeditación. Dentro de la casa estaban tres familias, según informes, la familia de Francis y la de su hermano estaban de visita, la tercera residía ahí. El móvil del homicidio actualmente sigue incierto y las armas del homicida fueron varias cuchillas en forma de dos garras de metal articuladas, parecidas a la que se le arrebató a la señora de la carretera hace mucho. La cereza del pastel fue lo siguiente: los adultos estaban abiertos de canal y colgados en los adornos de la escalera, mientras que los niños yacían descuartizados en el piso como animales hechos tapete. El muchacho tenía ciertos ojos que me parecieron conocidos, durante todo este tiempo ha pasado por varios interrogatorios junto con diversos estudios, sin embargo no hubo éxito de conseguir que hablara claramente, y no sólo murmurase para sus adentros. Al final tuvo que transferirse al único hospital mental que tuvo un paciente así en toda su historia: el lugar donde la señora se suicidó.

Guardé todo en su sitio, marqué a mi asistente y le dije que no iría en una semana, había ciertos papeleos qué resolver, si me buscaban que mencionara la posesión de un permiso de jefatura para poder ausentarme. No tenía un plan con grandes detalles para seguir, pero si algo estaba claro era que debía buscar más información al respecto, así que mi primer parada fue ir a los registros de la ciudad, lo que pasaban no eran coincidencias.

Mientras iba de camino vi muy a lo lejos una neblina no muy densa, dentro de ella observé varios puntos rojos, encendidos como linternas, desplazándose dentro de ella. Eran las 7 de la mañana y comprendía el ambiente pero ¿cómo se podía explicar que esos puntos rojos tuvieran esos movimientos tan erráticos? Ningún vehículo podría mover sus faros de esa manera tan dispareja, además tenían un ligero zigzagueo hacían parecer aquellas luces como ojos de seres curiosos. Era hipnótico verla, una nube sobre un cielo de asfalto, mi mente y cuerpo entró en trance, mis pies se movían solos y me dirigían a la niebla, mis sentidos estaban apagados pero el recibir un golpe por un ciclista me hizo recobrar la razón, caí sobre la calle, cuando pude reincorporarme voltee en dirección de mi derribo, ya no había nada, la niebla se había esfumado, junté un trozo de viejo papel del piso, pensé que sería del cuadernillo. Me fui con prisa, escuchando las maldiciones del molesto conductor, no tenía tiempo para discutir. Entré al archivo municipal y utilicé mi placa “mágica” (como se lo decían a los niños) para entrar a donde quería, ingresé mi cuenta policial en la base de datos de la ciudad, tuve acceso completo a los archivos de todas las personas del estado.

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