Construcción De Ciudadanía
1492roxana6 de Julio de 2014
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Construcción de ciudadanía
Dr. Héctor Lamas Rojas
Presidente de la Academia Peruana de Psicología
Resumen
En el artículo se analiza la cuestión de la construcción de la ciudadanía que resulta central en el marco de la crisis política, social, económica y cultural que afecta con especial énfasis a los países de nuestra región y el papel que le corresponde a la escuela en la misma, en la perspectiva de un nuevo sujeto ciudadano.
Palabras clave: Ciudadanía, tradición liberal, enfoque sociohistórico, formación ciudadana, competencias ciudadanas.
Abstract:
In this article is analyzed the question about the construction of the citizenship that becomes central in the frame of political, social economical and cultural crisis which affects with especial emphasis the countries of our region and the function that corresponds to the school in it, on the perspective of a new citizen.
Key words: Citizenship, liberal tradition, socio-historical focus, citizen’s formation, citizen’s competences.
La formación del ciudadano es, sin duda, una de las metas más importantes y prioritarias de las agendas político-educativas contemporáneas. La salud del sistema y de la democracia, la supervivencia de sus instituciones y las condiciones de gobernabilidad, pero sobre todo de legitimidad, dependen de las acciones ético-educativas que se encaren a efectos de capacitar a cada ciudadano para la práctica responsable, racional y autónoma de su ciudadanía; en este sentido, la construcción de una ciudadanía crítica y participativa parece ser la clave para resolver la diversidad de conflictos emergentes que reflejan la profunda crisis que afecta actualmente a este régimen: desigualdades, exclusiones y discriminaciones, en algunos casos; corrupción política, apatía y escepticismo cívico, en otros.
Un ejemplo, el problema de género y ciudadanía, que requiere la gestación de condiciones favorables para el acceso equitativo de varones y mujeres a las oportunidades, las decisiones políticas y los servicios sociales.
El concepto de ciudadanía
El concepto de ciudadanía ha sido siempre polémico. Sin embargo, en los últimos años se ha vuelto un tema central en los contextos político-estratégicos y teóricos. Teóricamente la ciudadanía ha sido abordada desde marcos muy diferentes, distinguiéndose dos grandes líneas de pensamiento: la tradición liberal y los enfoques socio históricos. Los teóricos demócratas liberales han elaborado un concepto de ciudadanía que tiene como objetivo alcanzar la igualdad de derechos de los ciudadanos frente al Estado. Esta concepción aboga por un significado de ciudadanía que implica el acceso a los derechos políticos. Esta tradición tiene sus raíces en la antigua filosofía griega, que separaba lo público de lo privado, y que dio origen a dos tipos distintos de leyes: las que se refieren al derecho público y las que se refieren al derecho de familia.
Tal distinción fue reproducida en los tiempos modernos por los teóricos del contrato social El dilema teórico que se asocia a esta línea de pensamiento es la separación entre lo público y lo privado. El valor político de la ciudadanía está conceptualmente ligado a la esfera pública, y por ende limitado espacialmente. Alcanzar la ciudadanía significa participar, es decir, ganar acceso al sistema político a través de procedimientos como el voto.
Ahora bien, reconociendo que la participación ilimitada es un derecho inalienable, pero que su ejercicio involucra responsabilidades propias de una ciudadanía madura, hace falta redefinir el concepto de ciudadano en términos ético-comunicativos ya que la participación como requisito fundamental de la democracia radical debe ir acompañada de un principio procedimental básico: que en la toma de decisiones se tengan en cuenta las opiniones de todos los afectados, reales y potenciales y que las normas de acción que se consensuen en este proceso, se fundamenten en criterios susceptibles de ser universalizados.
Esta nueva concepción de la ciudadanía, que está involucrada en el ideal del interlocutor válido planteado por Cortina, tiene consecuencias decisivas en el plano socioeducativo. Desde una perspectiva práctica o empírica, la idea del interlocutor como "todo aquel ser dotado de competencias comunicativas" presenta limitaciones en cuanto a su posibilidad de realización, en el sentido de restringir la condición de auténtica ciudadanía a aquel sector de la sociedad con estadios lógicos y morales superiores, con amplios antecedentes de escolarización y un bagaje de información sociocultural significativo, que tiene -y ha tenido desde muy temprano-, numerosas oportunidades de participación en distintas instancias de toma de decisiones.
Por ello, y tal como Dewey (1953) lo ha planteado, es imposible pensar en una sociedad democrática, justa y solidaria sin una educación amplia e igualitaria que pueda imprimir en cada uno de sus miembros el carácter de una auténtica ciudadanía. Pero, la relación entre democracia y educación que postula Dewey (1953) sigue interpelándonos como un ideal. Su concepción de una democracia participativa, abierta e inclusiva y de una educación entendida como la provisión de igualdad de oportunidades para el pleno desarrollo de las potencialidades y la justa apropiación de los bienes materiales y culturales de una sociedad, se recupera y refleja en los reclamos de quienes luchan por quebrar el carácter conservador y exclusor de las democracias contemporáneas.
La compleja y profunda construcción sociohistórica de la ciudadanía es fundamentalmente pedagógica ya que opera sobre la conformación del imaginario y de los hábitos y actitudes que expresan distintos roles y posiciones dentro del sistema político y la sociedad civil. Estas acciones se despliegan en el ámbito de la educación informal, pero fundamentalmente en el de la educación formal y sistemática. La formación del ciudadano es un objetivo fundante de los sistemas educativos nacionales, cuyos currícula, textos y marcos normativos institucionales se encargan de trasmitir determinados valores, concepciones y estereotipos que conforman la noción individual y colectiva de ciudadanía.
A la par, tales valores, concepciones y estereotipos se internalizan mediante otro tipo de mecanismos y dispositivos implícitos y ocultos, que parecen tener mayor eficacia que los contenidos explícitos a la hora de naturalizar una determinada imagen y patrón de comportamientos. Los contenidos implícitos forman hábitos y actitudes que se reproducen sin que medie una racionalización, y de esta manera configuran mentalidades que permiten a los alumnos identificarse con determinados modelos y paradigmas que responden a ciertos mandatos sociales. Por ello se hace particularmente necesario revisar los procesos de construcción de la ciudadanía, para reconocer cuáles han sido las representaciones y los valores que la educación ha contribuido a producir y afianzar, determinando su validez sociomoral, al margen de su legitimación política.
Como señala De Sousa (1995), el Estado-nación desde el siglo XIX, y durante prácticamente todo el XX, fue el espacio social y político hegemónico para la ideología liberal. Los otros dos espacios, el local y el transnacional, fueron formalmente declarados como inexistentes. Esta situación está siendo cuestionada hoy día. Además, el propio peso de las demandas nacionales y étnicas obliga a una reconceptualización del Estado.
En la cuestión de la construcción de la ciudadanía resulta central el marco de la crisis política, social, económica y cultural que afecta con especial énfasis a los países de nuestra región. Ninguna modificación de este escenario podrá operarse si los actores involucrados como agentes directos no asumen un nuevo rol e identidad. Se plantea pues la necesidad de pensar en un nuevo sujeto ciudadano, para lo cual se hace imprescindible mirar primero hacia el pasado a fin de reconocer las concepciones que se gestaron históricamente y de las que hoy se sostienen, de discriminar los valores, representaciones y estereotipos implicados en estas concepciones y en el conjunto de prácticas sociales que en ellas se fundan y de valorar el papel que le cupo a la escuela en esta conformación. Esta mirada retrospectiva puede ayudar a tomar conciencia y a posicionarse mejor frente a la realidad que se quiere interpretar y transformar, para, a partir de este análisis, poder reconfigurar los supuestos y las bases normativas de la construcción de la ciudadanía del siglo XXI.
La globalización, el mercado, como principal referente para solucionar todos los problemas económicos e incluso políticos, esto es, la sustitución casi total de la política por la economía, los cambios producidos en los Estados de Bienestar, la crisis de los partidos y de la representatividad de éstos, hacen que el tema de la ciudadanía entre en debate.
Según Muguiro Ibarra (2000), en la década de los 70, cuando hacíamos referencia a la historia de nuestros países, nuestro punto de interés no era la ciudadanía, sino más bien los movimientos sociales, los actores sociales, en cuanto a su cercanía o no del poder, y éste relacionado con el poder en el Estado. No hay más que recordar nuestros análisis de coyuntura de los años 70, en donde jugaban un papel preponderante los grupos de poder y cómo se movían en el marco del Estado.
“Hemos pasado de discursos antisistema, que ponían énfasis en la necesidad de cambio-de-orden, a discursos donde lo que interesa es el reforzamiento de la institucionalidad, la universalización de las reglas de juego democráticas, la extensión de las formas de participación
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