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Crisis Asiatica


Enviado por   •  29 de Mayo de 2013  •  6.361 Palabras (26 Páginas)  •  378 Visitas

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Las economías de mercado en Asia

La estructuración de mercados de trabajo, de capital, y el surgimiento de industrias

modernas están ligados en Asia con el fin de la transición de la época colonial,

que en muchos casos se extendió hasta principios de la década de los 60, y con la

instauración de grupos políticos que favorecieron casi por lo general a los sectores

exportadores luego de una breve aplicación de programas sustitutivos de

importaciones. Los dos casos que merecen una reflexión aparte son el de Japón y

China, que sin lugar a dudas han gravitado sobre la dinámica de los cambios

ocurridos en la región por lo menos desde los últimos 50 años. En el caso de

China, como se sabe, no fueron los nacionalistas sino los comunistas quienes se

alzaron con el poder, lo que implicó un gigantesco reflujo de recursos hacia sus

zonas periféricas y la aplicación de una política de autosuficiencia económica

hasta el último tercio de los años 70, que permitiría que muchas industrias nuevas

en la región pudieran tener el tiempo suficiente para madurar, crear capacidades

tecnológicas y ligamientos con el mercado mundial. El otro caso, Japón, presenta

diferencias muy importantes con el resto, pues se trata de un país con una

transformación más que centenaria y cuya fortaleza ha radicado no solo en el éxito

de industrias exportadoras, sino en el desarrollo tecnológico endógeno y la

creación de capacidades organizativas y sociales con las que pudo soportar el

peso del desarrollo, especialmente desde 1950 en adelante1. En realidad, el

desarrollo de Asia estaba referido principalmente al este de Asia, o sea Corea,

Taiwán, Hong Kong y Singapur: viejas colonias de Japón las dos primeras, y el

resto zonas periféricas de China –o pobladas mayoritariamente por chinos.

Todo este desarrollo masivo y creciente de Asia, especialmente el de Japón y los

llamados dragones, tuvo como telón de fondo el paraguas protector de la política

de contención anticomunista de EEUU. El proteccionismo de sus mercados fue en

realidad una extensión del proteccionismo militar y estratégico estadounidense, en

defensa de lo que aquel país consideraba sus intereses globales. La posibilidad de

desarrollar y hacer madurar muchas nuevas industrias contó con este patrocinio

americano. La ayuda económica no fue menos importante, hay que recordar que

Corea del Sur y Taiwán fueron de los países que mayor asistencia recibieron por

parte de EEUU. Igualmente fueron importantes las conexiones comerciales. Á

Japón por ejemplo, le facilitó terceros mercados como parte de la política

1 Ver Kazushi Ohkawa y Henry Rosovsky: Japanese Economic Growth, Trena Acceleration in the

Twenty Century, Stanford University Press, Stanford, 1973.

3

comercial de posguerra, y ayudó a restablecer los contactos comerciales nipones

con los países del Sudeste asiático, desplazando definitivamente de la región a la

libra esterlina. Los préstamos obtenidos por muchos de estos países fueron

otorgados en condiciones y tasas preferenciales, a diferencia de otras regiones del

mundo2.

Por otra parte, como ha señalado Peter Evans, la región no tenía una presencia de

multinacionales como en América Latina, por lo menos al inicio del crecimiento, lo

que pareció tener efectos positivos en el sesgo redistributivo de dicho desarrollo.

La supresión de desigualdades crecientes fue no solo un atenuante de

inestabilidades de todos modos presentes por el costo de un modelo estatal

autoritario como éste, sino que permitió la creación de un mercado interno

prácticamente ausente al principio de su implantación. También la reforma agraria

llevada a cabo en estos países liquidó los vestigios feudales que podían frenar un

proyecto de modernización económica que tendría como sustento sectores

exportadores manufactureros3.

Otros factores heredados, como el mínimo gasto social y los salarios bajos, se

enlazaron con políticas fuertemente dirigidas a aumentar la productividad de la

mano de obra, especialmente en los nuevos sectores manufactureros y

exportadores. Fueron países en los que predominó un corporativismo restringido,

tendente a estrechar las relaciones entre gobierno y sector privado, en los que la

clase trabajadora fue manejada de acuerdo a las necesidades del capital y la

flexibilidad laboral fue uno de los fundamentos del éxito de la industrialización

orientada a la exportación.

Nuevamente, el modelo a seguir era Japón. Reinstaló el viejo sistema del llamado

empleo vitalicio, que aunque aplicado preferentemente en las grandes empresas,

tuvo un efecto enorme sobre la estabilidad laboral y el aumento de la

productividad. Este esquema descansó sobre la atomización laboral proveniente

del sistema subcontratista japonés, que permitiría mantener salarios decrecientes

según la escala de unidades productivas de grandes a pequeñas y con ello

abaratar los costos –una de las fuentes del dinamismo de las industrias

exportadoras. Japón utilizó en realidad un sistema maquilador dentro del país, e

innovaciones como el toyotismo fueron la encarnación de tales prácticas para

crecer con rapidez bajo el aumento incesante de la productividad y la reducción de

costos. Como se sabe ésta ha sido una de las tecnologías que Japón ha

exportado al mundo. Los dragones no emularon todo el paquete, simplemente

mantuvieron los salarios bajos, crearon un marco autoritario de estabilidad laboral

y obtuvieron grandes recompensas hasta por lo menos la mitad de los 80, cuando

sus monedas se empezaron a revaluar frente al dólar con el consecuente

2 Ver Barbara Stallings: «The Role of Foreign Capital in Economic Development» en Gary Gerefíi y

Donaid L. Wyman (comps.): Manufacturing Miracles. Paths of industrialization in Latin America and

East Asia, Princeton University Press, Princeton, 1990.

3 Ver Peter Evans: «Clase, Estado y dependencia en el Este de Asia: lecciones para los

latinoamericanistas» en Víctor López Villafañe (comp.): México en la cuenca del Pacífico,

Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1996.

4

incremento de costos, y además encontraron la competencia creada por la

aparición de nuevas zonas de mano de obra barata, especialmente en las costas

de China.

Pero la operación de estas economías de mercado alcanzaría su climax con el

establecimiento de mecanismos oligopólicos de poder industrial a través de la

configuración de grandes conglomerados que no solo podían concentrar el poder

económico al interior, sino que dada su escala se convirtieron en competidores

internacionales. Lo anterior fue especialmente espectacular en el caso japonés por

conducto del llamado sistema keiretsu de corporaciones que actúan en realidad

como entidades fusionadas. Las chaebol de Corea del Sur y las corporaciones

estatales de Taiwán replicaron en el Este asiático dicho fenómeno. Esto también

marcó una diferencia con América Latina, en donde los grupos nacionales

privados o estatales enfrentaron la competencia extranjera dentro de sus

mercados, en especial en las áreas más rentables y tecnológicamente más

desarrolladas.

El deliberado proteccionismo aplicado en Asia, también practicado por la ausencia

de competidores extranjeros dadas las limitaciones de sus mercados internos,

fortaleció los mecanismos de operación oligopólica. Por ejemplo, la bolsa de

valores de Tokio era más bien la bolsa de los keiretsu japoneses, que detentaban

la mayoría de las acciones y se protegían así de la participación extranjera.

Además y algo muy importante fue la relación directa entre los bancos y estos

grupos oligopólicos que eran financiados a través de políticas muy favorables

determinadas a su vez por programas industriales estratégicos provenientes de

órganos de planeación gubernamentales. Este es precisamente uno de los temas

cruciales en la crisis actual de Asia, el desmantelamiento de la estructura interna

de planeación y estructuración política de los agentes económicos y la

participación del capital extranjero en el sector financiero de las economías de

Asia. Ahora bien, es interesante anotar el hecho de que a esta concentración de

poder económico no se correspondió con una burocratización o cancelación del

cambio estructural. Por el contrario, no solo había cooperación Ínter e intraempresarial,

sino también competencia para obtener los mayores rendimientos;

ello fue entre otras cosas el resorte de años de alto y sostenido crecimiento.

Estas reflexiones anteriores nos llevan al centro del debate acerca de estas

economías de mercado. No fue la fuerza invisible del mercado la que sacó a estos

países del atraso industrial. Fueron varios componentes externos e internos muy

precisos, que en conjunto crearon el invernadero para que floreciera el crecimiento

económico. En lo interno se trató de la intervención del Estado a través de

directrices diseñadas por órganos de la burocracia económica, convertidas en

políticas industriales, que dotaron a todo el mecanismo de una racionalidad de

principio a fin y en el que todos los actores desempeñaron su papel dentro del

orden jerárquico establecido. Esto fue muy evidente en Japón, Corea del Sur,

Taiwán, Hong Kong y Singapur. Así se ha señalado con razón que el Estado en

Asia ha sido un promotor del desarrollo, lo que desde principios de los 80 la teoría

económica ha cancelado como atributo para el éxito económico –asignándole al

5

ejemplo de Asia el carácter de anomalía dentro del nuevo cuerpo de ideas del

llamado neoliberalismo. Esos Estados, pues, gozaron de autonomía y albergaron

grupos políticos que detentaban el poder como tecnocracias industriales y

exportadoras y, a diferencia de América Latina, no han sido suplantados hasta

ahora por nuevas dirigencias cuyas políticas sean de corte financiero y de

desregulación acelerada de sus mercados locales, como en nuestro continente4.

Para muchos economistas, especialmente en EEUU, lo que realmente está

enjuego en la crisis de Japón y el este de Asia es la muerte de lo que se puede

llamar el capitalismo dirigido por el Estado5.

Existe una enorme literatura sobre el desarrollo de Asia y los diferentes modelos y

rasgos comunes entre ellos, algunos de los cuales he reseñado rápidamente. Lo

que importa señalar es que la crisis actual de Asia no es solo de naturaleza

financiera, incluso podríamos decir que no es primordialmente financiera. Se trata

de revocar los mecanismos de dirección estatal y el proteccionismo, antaño

funcionales dentro de las estrategias globales de EEUU y que hoy ya no

responden a la nueva lógica de acumulación y conformación del poderío financiero

a escala global. La región asiática pasa pues por un momento de inflexión muy

importante, en el que se exige el pago de factura por los viejos tiempos y en el que

su autonomía, dirección estatal y el apuntalamiento de su sector privado son

expuestos a la gran confrontación por la hegemonía económica del próximo siglo.

Contexto histórico y coyuntural

Puede hablarse de las causas de largo plazo en la gestación de la crisis y de las

causas coyunturales que la dispararon en 1997. De acuerdo a las primeras se

trataría del fin de un ciclo corto de crecimiento muy veloz y sostenido como efecto

de inversiones provenientes de Japón y los dragones en la década de los 80 en la

búsqueda de zonas baratas de producción para enfrentar el encarecimiento de

costos. El Sudeste asiático se convirtió en una zona de exportación muy ligada a

capitales y empresas de las regiones desarrolladas de Asia, de tal modo que se

empezó a hablar de un estiramiento del famoso «esquema de los gansos

voladores» y que bajo este proceso germinaría la semilla de una generación de

nuevos dragones o tigres de Asia.

El climax de este ambiente quizá haya sido el plan de Malasia de comienzos de

1991, Visión 2020, según el cual se transformaría en un país desarrollado del

Primer Mundo. Dicho plan recuerda el de México de 1980, que merced a la

palanca petrolera de crecientes excedentes lo transformaría en una potencia

industrial para el año 2000. Como sabemos, a los pocos años el petróleo cayó y

México se sumiría en un ciclo de crisis financieras periódicas hasta el presente.

4 En general podemos decir que las reestructuraciones productivas que se efectuaron en muchos

países de Asia fortalecieron a tecnocracias industriales exportadoras, mientras que en varios de los

países de América Latina la deuda y los programas del FMI consolidaron a tecnocracias

financieras. Para el caso de México puede consultarse mi trabajo más reciente: Globalización y

regionalización desigual, Siglo XXI, México, 1997, p. 27.

5 Sandra Sugawara: «Japan’s Safety Net Restrics Growth» en The Washington Post. 21/4/98.

6

Malasia y los otros países del Sudeste, igualmente parecen insertarse ya no en la

comodidad de la estabilidad económica de la década anterior, sino en las aguas

de la globalización de capitales, a la búsqueda de nuevas áreas rentables para la

inversión financiera que domina los circuitos del mercado mundial de capitales. Se

trata de un pago a la membresía de estos países por los años de disfrute del

acceso a capitales y a la inversión eminentemente productiva6.

En el caso de Corea del Sur, el crecimiento ha sido de mayor plazo, y en realidad

por lo menos se han producido dos cambios estructurales: a mediados de los 60 el

primero, y en la mitad de los 80 el segundo. Ambos fueron respuestas a los

cambios del entorno mundial, dirigidos a ocupar nuevos nichos de mercado que

Japón y otras economías avanzadas iban dejando al evolucionar hacia industrias

de mayor tecnología –proceso que se tornó más evidente después de la crisis

petrolera de 1973. Debemos recordar que Corea del Sur requirió de fuertes

préstamos externos en la primera etapa de su reestructuración industrial y pasó a

estar, junto con México, Brasil y Argentina, entre los países más endeudados.

La diferencia de Corea del Sur con estos países latinoamericanos es que redujo

fuertemente su deuda externa con los excedentes obtenidos por sus industrias

exportadoras desde la segunda mitad de los 80. El problema estructural de Corea

reside en el hecho de que sus industrias exportadoras están atrapadas ahora bajo

la presión de los competidores poderosos en las ramas de alta tecnología, como el

mismo Japón y EEUU, y no puede regresar a las manufacturas ligeras por ser ya

incosteables frente a la competencia del Sudeste o China. También influye la

enorme presión de EEUU desde principios de esta década para que Corea libere

su comercio, retirándole gradualmente antiguos apoyos y protecciones.

Este nuevo entorno, ha operado como una enorme roca que presiona a la

industria coreana, especialmente a las chaebol. Quizá por ello éstas decidieron

lanzar megaproyectos internos e internacionalizar producción y ventas hacia

mercados emergentes, como algunos de América Latina. En México han realizado

enormes inversiones en la frontera con EEUU, también en Europa del Este y otras

regiones menos competidas por las grandes empresas multinacionales. Pero esta

reconversión dinámica, casi con el tiempo encima, y la política de

internacionalización, han implicado enormes sumas de recursos financieros. Es

por eso que Corea ha transitado por lo que puede llamarse una segunda ronda de

endeudamiento, ahora ya no público. La deuda estimada de corto plazo, pagadera

en dos años, se estimaba en 160.000 millones de dólares. Además y como

colofón, su economía quedó atrapada en un descenso de las exportaciones y

caída de la demanda de algunos bienes, como la de los semi-conductores, en los

mercados mundiales.

6 Acerca de la reestructuración industrial en el sector automotriz y electrónico en Malasia y

Tailandia y en general de la región del Sudeste asiático, puede consultarse el artículo de Mitchell

Bernard y John Ravenhill: «Nuevas jerarquías en el Pacífico. La división del trabajo posterior al

acuerdo Plaza» en V. López Villafañe (comp.): ob. cit.

7

Byung Nak Song ha llamado la atención sobre la asimetría existente entre el

enorme tamaño del sector privado, primordialmente las chaebol, y el sector

financiero pequeño y subdesarrollado de Corea frente a las necesidades

crecientes de grupos tales como Daewoo, Hyundai o Samsung. Estos

conglomerados deben descansar en los mercados de Nueva York, Londres o

Tokio7. Este dato indica también que la crisis financiera coreana será, como en

otras

partes del mundo, un proceso de eliminación de competidores más pequeños. Las

grandes chaebol tienen capacidad industrial, comercial y tecnológica, y figuran ya

entre las corporaciones más notorias del mundo, de manera que podrán enfrentar

sus problemas financieros con mayor desenvoltura. En cambio los medianos y

pequeños, veinte de los cuales tienen una deuda combinada de 55.000 millones

de dólares y el año pasado reportaron pérdidas, enfrentarán un panorama

diferente pues la carga financiera los obligará a buscar alternativas –asociaciones,

fusiones, alianzas estratégicas– a nivel nacional e internacional.

Así las empresas coreanas van a entrar en un proceso de diferenciación, en el que

la lucha será más difícil para las medianas y pequeñas. Se producirán fusiones y

compras, donde los grupos de mayor tamaño tendrán una posición más ventajosa.

Además, gracias al acuerdo con el FMI la apertura para la participación extranjera

será de ahora en adelante un hecho probablemente incontrovertible. En cierto

sentido, parte de la economía coreana se «latinoamericanizará», esto es, tendrá

que optar por una estrategia similar a la que se vio obligado este continente a

asumir como consecuencia de la deuda y de los acuerdos firmados con los

organismos financieros en la década de los 80.

Para otras economías como la japonesa, la crisis actual carece de antecedentes

por lo menos desde la posguerra. Esta crisis es el congelamiento sucinto de una

espiral de alto crecimiento de más de 30 años, en los que se pudieron sortear con

éxito los cambios mundiales. Es una crisis que se autogenera y que no proviene

del exterior, al contrario de la petrolera de los años 708. Es más, se trata de una

crisis que se origina en Japón y afecta a Asia y a la economía mundial, como si

cierta centralidad de la economía capitalista mundial estuviera transitando hacia

estos nuevos polos de poder. La crisis financiera de Japón es más el producto de

una riqueza acumulada inutilizada (en forma de préstamos fáciles, no rentables,

corrupción, etc.), del país más rico financieramente pero que no cuenta con la

hegemonía política mundial. Esto explica por qué Japón recicló sus excedentes

dentro de su propia economía, haciendo una sobreinversión y acumulando una

montaña de deudas impagables desde el principio, mientras no pudo reciclar este

excedente para las regiones pobres y en desarrollo, y es aquí donde se halla una

de las miserias del actual sistema mundial.

7 Entrevista al profesor Byung Nak Song en intemet: <www.megastories.com/seasia/

skorea/song/imbal.htm>

8 Según Stanley Fischer, director ejecutivo del FMI, «una de las cosas interesantes del problema

económico de Japón es que no ha producido una verdadera gran crisis», ala que más bien

conceptualiza como una enfermedad persistente lingering malaise (declaraciones en el artículo de

Sandra Sugawara, cit.).

8

La enfermedad y crisis de la economía japonesa se deriva de un exceso de

riqueza ociosa. No se puede producir más por el agotamiento de la demanda, pero

se consume riqueza financiera que indigesta a los balances contables, pues se

acumulan pasivos que en realidad no tienen un fin. La historia empezó con el alza

descomunal de los precios de bienes raíces –hubo una época en la que toda la

tierra de Japón tenía un valor de cuatro veces superior a la de EEUU– y ha

terminado, por ahora, con la quiebra de grandes compañías financieras y bancos,

en una espiral de desvalorización que parece no tener límite. Además el sistema

construido en Japón, de relaciones estrechas entre los grandes capitales, los

bancos y el sistema político conservador, atizó dicha crisis, pues quizá una política

de créditos para las regiones menos desarrolladas, mejora de la vivienda,

pequeña y mediana empresa, o para mejorar el bienestar de la población, la

hubiera hecho menos severa.

Habiendo tenido Japón un papel central en las reestructuraciones productivas

durante décadas de los países asiáticos de reciente industrialización, dando lugar

al famoso «esquema de los gansos voladores», los indujo ahora a adoptar una

política de créditos de corto plazo, fáciles y abundantes, que provocó tanto un

calentamiento de sus economías como la especulación en bienes raíces y la

formulación de proyectos de infraestructura demasiado ambiciosos. También la

banca e instituciones crediticias de otras regiones del mundo participaron en esta

aventura, atraídas por la profusa propaganda del espectacular crecimiento de la

región, y por el cambio de flujos de capital que la crisis de México implicó desde

fines de 1994. Dada la vasta cantidad de proyectos (obras portuarias, aeropuertos,

caminos e instalaciones en general), y la inversión dirigida a la ampliación y

reconversión industrial, es de suponer que las zonas atrasadas del Sudeste

asiático intentaban aprovechar al máximo una oportunidad financiera que

esperaban se sostuviera indefinidamente, sin evaluar que en algún momento la

coyuntura podría cambiar de signo.

De acuerdo a estadísticas, los bancos japoneses tienen créditos en el Sudeste

asiático por 130.000 millones de dólares, de los cuales un 70% fue a parar a

manos de subsidiarias niponas para proyectos de ampliación productiva. Tailandia

recibió 37.700 millones, Corea del Sur 23.300, Indonesia 23.200, China 18.700, y

Malasia 10.500. Además, por ejemplo en el caso de Corea del Sur buena parte del

capital prestado (100.000 millones de dólares hasta 1996) provino de bancos

japoneses vía mercados off-shore de Singapur y Hong Kong. De este modo, la

mitad de los préstamos de Corea del Sur tiene como origen una fuente financiera

nipona. Para junio de 1997, la banca japonesa tenía créditos en estos países

(excluyendo a China) por un valor de más de 95.000 millones de dólares, tres

veces más que la banca alemana, segundo acreedor en importancia. Estos datos

inducen a preguntarse por qué entonces la banca japonesa no rescató a estas

9

economías con algún plan de reestructuración similar al de EEUU con México en

la crisis de 1994-19959.

Una vez que la crisis tomó fuerza, se escucharon voces dentro de Asia para

formar un Fondo Monetario Asiático o su equivalente, integrado por una cantidad

de 100.000 millones de dólares –cantidad por cierto que sería la que finalmente

costaría el rescate de Corea del Sur, Indonesia y Tailandia con el aval del FMI.

Esta iniciativa fue descartada, en la reunión de noviembre de 1997 efectuada en

Manila, por los ministros de Finanzas de los países APEC (Asia Pacific Economic

Cooperation), precisamente antes de iniciarse la reunión cumbre de esa

organización en Vancouver. Como resultado de lo anterior, el FMI pasaría a ser el

único organismo en participar en la ayuda financiera. Japón debía tener interés

prioritario para buscar el arreglo, no solo por las acreencias de sus bancos sino

por la importancia que la economía regional asiática juega dentro de su propio

desarrollo (40% de sus exportaciones). Tenía la capacidad financiera para hacerlo,

así lo demuestra por ejemplo el propio programa de estímulo que ha lanzado en

abril de 1998 consistente en 126.000 millones de dólares. La pregunta es

entonces si hubo un acuerdo previo entre Japón y EEUU para que fuera el FMI

quien tomara el control de la situación.

En este sentido podríamos hablar de una política de cohabitación financiera entre

estos dos países para fortalecer el dólar y llevar adelante una desregulación

económica profunda dentro de las economías afectadas, meta deseada por EEUU

desde hace años para beneficio de sus corporaciones industriales y financieras,

que debido al proteccionismo prevaleciente en Asia no habían tenido las mismas

oportunidades de penetrar como por ejemplo en México a través del Tratado de

Libre Comercio de América del Norte (Tlcan). En la APEC se ha fijado el 2010

para una apertura total de las economías más avanzadas de la región y el 2020

para las menos desarrolladas. Estados Unidos se ha opuesto a la visión

gradualista de Asia y ha presionado para que los tiempos de las aperturas sean

más breves. Japón, al aceptar que el FMI coordine los programas de ajuste,

probablemente reduzca las propias presiones que recibe de EEUU para que

desregule más rápidamente áreas conflictivas desde hace tiempo (sector

financiero, distribución, telecomunicaciones, etc.), y también fortalezca la alianza

con EEUU que data desde la posguerra, para enfrentar conjuntamente los nuevos

retos de la Europa unida y el surgimiento acelerado de China. Según Johnson, el

surgimiento de China como competidor llevó a un acuerdo entre EEUU y Japón en

el verano de 1995 para ayudar a la reelección del presidente Clinton, consistente

en devaluar el yen para que Japón mantuviera el nivel de exportaciones hacia ese

mercado, con la promesa de continuar abasteciendo de capital a EEUU (mediante

la compra de bonos del tesoro) para mantener las tasas de interés a un nivel

políticamente deseable10. Tenemos una especie de laberinto monetario mundial,

9 Datos tomados del Daily Yomiuri, 3/12/97; South China Morning Post, 18/3/98; El Norte (Wall

Street Journal Americas), 12/3/98; y Risa Maeda (Reuters): «Asian Exposure seen limited problem

for japanese banks» en Infoseek: The News Channel; <www.infoseek.com> 2/2/98.

10 Chalmers Johnson: «Cold War Economics Meit Asia. Events Reinforced The Need for an Asian

Model, Not Repudiated It» en The Nation, 23/2/98.

10

que ayuda a explicar sus contradicciones, pero también aquello que realmente se

juega detrás de los movimientos económico-financieros actuales. Por una parte

Japón, con quien Asia está ligada financieramente, sigue inyectando capital a los

mercados de dinero de EEUU, y éstos se proclaman a través del FMI como el

acreedor de último recurso para salir al rescate de dichas economías. China ha

venido siendo ya catalogada como la amenaza para EEUU en el siglo XXI y de ahí

la importancia de nueva cuenta de la alianza con Japón11.

Las economías del este de Asia por otra parte han estado enfrentando al aumento

incesante de las exportaciones chinas. En 1994, China devaluó el yuan, lo que le

permitió reducir los costos de sus exportaciones. En los últimos 10 años sus

ventas a EEUU han desplazado a las de los otros países de la región. Junto con

México, es la economía que ha aumentado más sus exportaciones a ese mercado.

Hasta la puesta en marcha del Tlcan, China superaba a México. China en gran

medida es el más serio competidor de México en el mercado estadounidense y lo

será para todas las economías de América Latina en el futuro. Para Tailandia y

Malasia, no solo China sino también Vietnam con su programa de apertura

económica está desempeñando un papel de competidor muy serio para la

localización de inversiones extranjeras en los sectores en los que estas

economías tenían mercados importantes, como componentes automotrices y

electrónica. El caso de Vietnam es igualmente notorio, pues a diferencia de otras

economías maquiladoras de la región, cuenta con una infraestructura de industria

mecánica heredada de la guerra contra EEUU. Ya desde 1996 se sentía que

Vietnam estaba surgiendo como el competidor de estas economías del Sudeste

asiático12.

El impacto de las negociaciones y acuerdos logrados por el FMI con los países de

Asia (Corea del Sur, Tailandia e Indonesia) podrá acarrear diversas

consecuencias. La primera tiene que ver con la intervención del FMI para

desregular mercados y hacer por ejemplo un cambio dramático en Corea del Sur,

relacionado con la apertura para la participación extranjera dentro del sector

privado industrial y financiero. Lo mismo en otras economías de la región como

Tailandia, Malasia, Indonesia, etc. Bancos, financieras y empresas que no resisten

la crisis están entrando a la vorágine de compras por capitales de multinacionales,

más o menos como ha sucedido en otras partes del mundo (especialmente en

América Latina y Europa del Este). En realidad Asia aparece como uno de los

últimos bastiones protegidos y cerrados que habría que abrir para la penetración

de grandes capitales que van a tomar las riendas de sectores dinámicos. Según la

nueva lógica, la participación de las empresas occidentales podría llegar al 30%

de los activos financieros japoneses (actualmente su porcentaje es casi nulo) en

11 Richard Berstein y Ross H. Munro: «China: The Coming Conflict with América» en Foreign

Affairs, 3-4/1997; en este artículo los autores plantean la necesidad de que EEUU fortalezca a

Japón para sostener una nueva alianza que busque el balance de poder frente al reto de China.

12 En un viaje realizado en el verano de 1996 por Malasia y Tailandia, tanto empresas como

funcionarios públicos mencionaban a Vietnam como el competidor más serio de las exportaciones

de Asia. Incluso muchas empresas de estos países tenían planes para relocalizar parte de su

producción en Vietnam.

11

los próximos cinco años, una vez que el ahorrista japonés deposite sus ahorros en

bonos y fondos mutuales con altos rendimientos, frente a los tradicionalmente

bajos intereses que otorgó por décadas el sistema nipón y que ha sido fuente de

las políticas de largo plazo de créditos baratos para sus empresas. Para

Occidente, la crisis traerá el ajuste necesario entre la cultura de la ganancia rápida

y abundante, lo que técnicamente es definido como el ajuste de los rendimientos

sobre el capital, que satisfaga los estándares mundiales establecidos por EEUU.

Si estos ajustes se imponen de lleno en Asia, entre otras cosas las economías

empezarán a vivir fenómenos como el de la desigualdad creciente entre los

diferentes estratos sociales. Debemos recordar que uno de los fundamentos del

alto crecimiento de la región ha estado asociado con los niveles de igualdad

económica y el desarrollo de una clase media y atención al aumento de la

productividad de los llamados núcleos rezagados. El fortalecimiento del dólar ha

propiciado una mayor penetración de capitales extranjeros por el aumento del

poder de compra que esa divisa tiene ahora en esa región. Al devaluarse sus

monedas vertiginosamente y al aumentar sus deudas, muchas empresas se verán

en la necesidad de cerrar sus puertas o vender de plano sus acciones o

propiedades.

Estamos pues ante la revancha de dólar después del acuerdo Plaza de 1985 y su

regreso comprador y triunfal a los mercados de Asia; sobre todo provocando un

dominio monetario frente a lo que se llegó a considerar el reto del yen. En este

punto entramos a otro de los grandes temas y que tiene alcances mundiales, por

la aparición de la moneda única en Europa a partir de 1999. Este hecho profundiza

la regionalización financiera y monetaria a escala mundial. Frente al euro, el resto

de las monedas fuertes –entre ellas el dólar, el yen y el yuan– son como las

divisas que se le podrán enfrentar en los mercados de capitales mundiales. Es

indudable que las regiones de Asia y América Latina, en ese orden, se convertirán

en zonas de competencia financiera por la hegemonía ya no solo comercial sino

monetaria.

En Asia el debate sobre la hegemonía del yen tenía económicamente un gran

respaldo, dada la abundancia de créditos en yenes y el dominio japonés en la

región desde hace largo tiempo. Sin embargo, en términos políticos el debate

sobre la hegemonía del yen nació muerto, pues en general los países asiáticos

fueron siempre renuentes a utilizar esta moneda como referencia única en los

organismos regionales o los acuerdos de cooperación, precisamente por los

recuerdos hirientes de la pasada dominación nipona. Por otra parte, cualquier

arreglo monetario debe pasar por la aquiescencia de China, que no estaría

dispuesta a ceder un solo ápice de su soberanía en favor de nadie, menos de los

japoneses. De todos modos, una vez superada la crisis la pregunta a hacerse es

qué pasará en Asia cuando se introduzca el euro, cuál será la moneda fuerte o su

equivalente. Podemos especular al respecto.

Puede ser una alianza monetaria basada en el dólar-yen, para contrarrestar al

euro y el futuro poder del yuan. Esto quiere decir que la actual crisis financiera

tendría también como justificación política el fortalecimiento del dólar a través de la

12

concesión de los japoneses de no participar directamente en el rescate de la

región. A partir de la gran inestabilidad y para enfrentar el futuro, los países

podrían empezar a dialogar al estilo de Europa y pensar en la formulación de una

política monetaria común para Asia. Tenemos ya la discusión en Asia de crear

mini-regiones monetarias. El primer ministro de Malasia, Mahathir, propuso la

utilización de las divisas locales en el Sudeste asiático para el comercio y

concentrar las divisas extranjeras en un banco común para las transacciones con

el exterior13.

Impacto de la crisis

La crisis de Asia es una crisis global del sistema, tal y como éste se está

concibiendo al final del siglo. No es un fenómeno fortuito sino que responde a

fuerzas e intereses de alcance mundial. La crisis de México de 1994 y la de Asia

de 1997 son parte de un mismo proceso cuya base se encuentra en el cada vez

más decisivo dominio del capital financiero mundial. La salida de capital de México

es coincidente con el sobrecalentamiento financiero de Asia que se acelera en

1995 y 1996. Se trata pues de una respuesta de los capitales en busca de altas

ganancias en la región de Asia una vez que el mercado de capitales mexicano

había quedado prácticamente seco después de una espiral de transferencias al

exterior que alcanzó su clímax a fines de 1994.

La pregunta es qué va a pasar con el circuito de capitales financieros y

especulativos que demandan altas ganancias. La competencia por la atracción de

capitales será una lucha más encarnizada a nivel mundial y esto provocará

automáticamente que aquellas economías, empresas, bancos, etc., que se

encuentren en mejores condiciones financieras y que dependan menos de la

atracción de capital extranjero, podrán atravesar esta crisis y mirar hacia el futuro

con un mejor horizonte. Por el contrario, aquellos que requieran y se encuentren

ya en condiciones de restricciones financieras tendrán que ofrecer un alto pago a

la llegada de capitales, que se traducirá en lo interno de muchos países en

austeridad, baja de salarios, reducción de la demanda, etc., procesos que por

cierto ha vivido América Latina en las últimas décadas. A la devaluación de las

monedas le sigue un debilitamiento de las economías que conjuntamente con las

medidas de desregulación impuestas por el FMI, hace que los activos de muchas

empresas, bancos, etc., puedan ser adquiridos a menor costo por compañías

extranjeras.

El caso de México es aleccionador. Por ejemplo el sector bancario. Una vez que

los bancos fueron privatizados en 1990, la participación extranjera era

prácticamente nula, pero ha aumentado vertiginosamente después de la crisis de

13 Mahathir señaló que se podrían utilizar las monedas locales para el comercio regional o bien la

posibilidad de usar el dólar de Singapur como moneda intrarregional. Dicho plan fue criticado

severamente por su inviabilidad. Lo que queremos destacar es el hecho mismo de la mención a un

nuevo problema, el de la moneda o monedas de intercambio para la región, que será

probablemente desde ahora colocado en la agenda regional como uno de los más importantes

para su futuro financiero.

13

1994. En la actualidad los extranjeros poseen alrededor de un 20% de los activos

bancarios del país y se piensa que pronto, si se aprueba una ley que haría más

rápida la desregulación en dicho sector, podría alcanzar el 40%. De este modo,

una aceleración en el proceso de desregulación en las economías del Sudeste de

Asia podría ser otra de las consecuencias de la actual crisis, provocando efectos

parecidos a las experiencias de otros países.

Otro impacto consistirá en la política de reestructuración de las empresas y

sectores industriales. Las devaluaciones podrán hacer de nuevo atractiva la

relocalización de industrias, no solo de empresas asiáticas. En este sentido,

volverán a ser fuertes competidoras de otras regiones atrasadas basadas en el

salario bajo en cuanto a la instalación de industrias exportadoras. Para el caso de

Corea del Sur, creemos que la crisis hará que sus empresas, sobre todo las

chaebol más grandes, efectúen nuevos reajustes internos para volver a ser

competitivas en los mercados mundiales, con lo cual acelerarán sus inversiones

en el exterior en busca de mayores ventas y compensación de pérdidas

financieras.

El impacto global más importante será la reducción que esta crisis va a provocar

en la producción mundial y el comercio. Se piensa que la producción mundial

podría reducirse entre 1% y 2,2%. En el comercio se piensa que el declive podría

ser de medio punto14. Los asiáticos se volverán más agresivos en sus

exportaciones especialmente hacia los mercados mundiales, ya que buscarán

resarcirse de esta crisis. Hay muchas especulaciones de datos al respecto, pero

es preferible ver las tendencias desde antes y después de la crisis. Antes de la

crisis y como factor de la misma tuvo lugar una reducción de las exportaciones del

Sudeste de Asia a los mercados mundiales, mientras que China venía

aumentando las suyas. Es probable que a partir de ahora se inicie una

competencia intrarregional entre estas áreas de Asia y por ello una devaluación

del yuan es una posibilidad latente.

Un caso capaz de ilustrar lo que puede pasar es el de Tailandia, donde empresas

automotrices japonesas como Toyota, Nissan, Honda y Mitsubishi están

reduciendo su producción, despidiendo trabajadores y dirigiendo sus ventas hacia

el exterior por la pérdida del mercado interno. La zona más viable para exportar

sus excedentes es EEUU, pero podrían dirigirse hacia otras latitudes también.

Cuando la crisis de México y la caída del mercado interno, Nissan empezó a

exportar autos producidos en México hacia EEUU, Japón y Chile. Como podemos

apreciar por la experiencia de estos casos, la globalización de empresas permite

una reacción mucho más rápida que en el pasado y una pérdida de mercado ya no

es necesariamente definitiva. Depende de la flexibilidad y enlaces productivos y de

distribución de ventas en otros mercados. Por eso la crisis de Asia traerá una

agudización no solo de la competencia comercial a escala mundial, sino que

introducirá la competencia también dentro de los mercados locales.

14 Pronóstico del Asian Development Bank, en Hong Kong Standard, 4/4/98.

14

A nivel de países y regiones de América Latina, las repercusiones podrán ser

diversas. Por ejemplo, México ya ha sido golpeado por la baja del precio del

petróleo derivada de la caída de la demanda asiática; las finanzas del gobierno

dependen en un 40% de dichos ingresos. Por el lado comercial va a enfrentar una

gran competencia de Asia en el mercado de EEUU, aun a pesar del Tlcan, que

supuestamente debería darle alguna ventaja extra sobre los asiáticos, cuyas

devaluaciones harán sus bienes competitivos. Además, México ha venido

mostrando un déficit comercial estructural con la región asiática, que

eventualmente podría agravarse. También las empresas mexicanas resentirán la

reducción de los precios internacionales de muchas manufacturas, como las del

acero, que afectarán sus ventas y las presionarán en sus costos de producción.

En el sur del continente latinoamericano, las economías con mayor vinculación al

mercado de Asia son Brasil y Chile. El principal efecto podría ocurrir en la

disminución de exportaciones y un progresivo deterioro de la balanza comercial,

como México. Además podría haber un retraso de inversiones directas ya

decididas, principalmente en el norte de Brasil. Los efectos en otros países

podrían tener lugar simplemente por el aumento de las importaciones baratas de

Asia. Otro efecto importante podría provenir del aumento de las tasas de interés,

como en Brasil, o en otras de las grandes economías de América Latina, lo que

tendría efectos sobre la competencia de capitales y la desviación de recursos

hacia fines especulativos y no productivos en la región15.

Conclusiones

La del Sudeste asiático es fundamentalmente una crisis causada por la presión de

los capitales en busca de nuevas áreas rentables que puedan insertarse en el

nuevo mapa de la periferia financiera global. Esta crisis fue alimentada en lo

interno con decisiones que crearon sobrecapacidad industrial y sobreinversión,

que se traduciría en poco tiempo en deudas impagables. Esto fue cierto

especialmente en los casos de los países atrasados de la zona como Tailandia,

Malasia e Indonesia. En el caso de Japón, la crisis es el resultado del cuello de

botella representado por la riqueza financiera y la falta de la correspondiente

hegemonía a nivel mundial. Sin una salida internacional de reciclamiento, la

economía japonesa seguirá sufriendo del virus financiero indigesto. Para Corea

del Sur la crisis se deriva de la enorme presión a la que han estado sometidos sus

conglomerados industriales en los mercados mundiales. En estos dos últimos

casos, y en general en toda Asia, podemos decir que la crisis actual es también

una crisis que pondrá en tensión el modelo de capitalismo basado en la dirección

estatal, con políticas industriales y proteccionismo estratégico.

15 Jorge Di Masi: «Nuevas experiencias en el proceso de integración regional en América Latina: El

Mercosur», ponencia presentada en el V Simposium de Relaciones Internacionales, Instituto

Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Monterrey, México, 15-18 de abril de

1998.

15

La región de Asia se convirtió en una de las regiones más ricas del mundo en muy

poco tiempo debido a factores externos e internos, en donde existen enormes

recursos financieros y productivos. Por lo tanto varios países asiáticos han pasado

a ser enclaves altamente apetecibles en el mercado global de capitales, surgido

como consecuencia de políticas de desregulación financiera que puntualmente se

vienen aplicando en el sistema mundial desde los años 70.

Es por otro lado una crisis que se eslabona con la mexicana de 1994. Sus efectos

todavía se harán sentir en los próximos años. Surgirán presiones devaluatorias en

muchos países y regiones conectadas a la competencia del Sudeste de Asia,

Corea del Sur y Japón. La posibilidad de una devaluación en China podría

desencadenar efectos devastadores en el mercado mundial. Además si en EEUU

se incrementa el déficit comercial por el aumento de las exportaciones

provenientes de Asia, éste buscará pasar la factura a otras regiones y países en

los que América Latina tiene un papel primordial. La necesidad de atracción de

capital para muchas economías que han sido ya afectadas en Asia y en otras

regiones del mundo hará que la competencia entre las tasas de interés se

convierta en un juego de apuestas para el capital financiero mundial. Obviamente

el costo para empresas y ciudadanos de muchos países afectados por esta crisis

puede llegar a ser muy alto. Como se ve, esta crisis tiene en sus entrañas

múltiples causas y puede desembocar todavía en diferentes resultados como

expresión del gigantesco cambio mundial al que asistimos al final de este siglo.

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