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Cultura y ética en la formación familiar: la poligamia y su represión en occidente

Elger MarinTarea25 de Febrero de 2018

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Cultura y ética en la formación familiar: la poligamia y su represión en occidente

Cultura y ética en familia de la formación: polygamy y su represión en el oeste

 

 

Ricardo Oliveira Rotondano

Abogado. Especialista en Derecho Constitucional por la Universidad Gama Filho. Maestro en Derecho por la Universidad de Brasilia. E-mail: oliveirarotondano@uol.com.br

 

 


RESUMEN

La cultura cristiana se encuentra edificada como modelo cultural predominante en el occidente. Tal asertiva produce efectos en los más variados campos sociales -como, por ejemplo, en la familia. La familia occidental sigue eminentemente el modelo monogámico de vida, como típica entidad cristiana. Sin embargo, una parte significativa de los países occidentales acaba cerrazando las demás formas de entidad familiar, como ocurre en relación al modelo poligámico. Se debe combatir cualquier modalidad de supresión de culturas minoritarias, en respeto al principio de la libertad ya los preceptos de convivencia plural de los Estados democráticos.

Palabras clave: cultura; democracia; la ética; la familia; poligamia.


RESUMEN

La cultura cristiana se ha construido el predominante cultural model en el oeste. Esta aserción toma efecto en varios campos sociales, por ejemplo, en la familia. La familia occidental eminentemente el modelo de monogamous life, la típica christian entity. Sin embargo, la significativa parte de los países occidentales sólo restringen otras formas de familia, como en un modelo de modelado. Uno debe atacar cualquier forma de supresión de las minorías culturales, en relación con el principio de libertad y plural coexistencia de los estados democráticos.

Palabras clave: cultura; democracia; ética; la familia; poligamia.


 

1. Introducción

El surgimiento de los factores culturales de una sociedad ocurre dentro de un proceso en que hay influencia de diversos elementos. Tales factores, al ser diseminados socialmente, se imponen como un patrón de cultura específico de la comunidad en la cual fue adoptada, sirviendo como parámetro de civilidad y cohesión entre sus miembros. El patrón cultural establecido pasa a estar vinculado a los individuos como el modo correcto de vida a ser seguido por ellos, siendo practicado e incluso exigido por sus propios miembros ante los demás.

Entre ellos, la religión se constituye como uno de los principales factores de modelado de la mentalidad humana, dirigiendo el ejercicio aprehensión del mundo físico por el hombre según ciertos patrones morales y éticos. Así, el individuo pasa a interpretar las prácticas en sus relaciones sociales cotidianas según clasificaciones de corrección vinculadas al modelo preestablecido por la creencia religiosa adoptada. Adopta, en consecuencia, un estilo de vida vinculado a su conciencia moral religiosa.

En la parte occidental del planeta, impera como padrón religioso el culto a los preceptos cristianos -según en su vertiente católica, sea en su modalidad evangélica. Con Brasil, no es diferente: cerca del 85% de la población brasileña actual declaró ser adepta de religiones cristianas. Como elemento cultural de gran fuerza persuasiva, la religión cristiana ejerce la función de instituto modelador de la visión de mundo del pueblo brasileño, influenciando consecuentemente la adopción de prácticas ligadas a su religión -y, consecuentemente, a identificar como erróneas cualquier actitudes que contraríen frontalmente el acoso modo de vida cultural cristiano.

Una serie de paradigmas cultural-religiosos pasa, así, a ostentar carácter obligatorio para toda la población, cuando son adoptados por una parcela mayoritaria de determinado pueblo. Entre los innumerables ejemplos que podrían ser destacados, el presente estudio da énfasis al carácter monogámico obligatorio de la familia brasileña. Para entender el panorama en destaque, hay que analizar con más profundidad las bases teóricas acerca de la fuerza que la religión tiene en el medio social como elemento formador de la cultura. Además, se verificará si es correcta la imposición social de determinado patrón cultural para toda la población -incluso para las minorías, que tengan modos de vida diferenciados del modo de vida ampliamente mayoritario.

 

2. Cultura y ética en la formación humana

Por cierto, la carga genética del ser humano -recebida como consecuente herencia de sus genitores- lleva una serie de disposiciones biológicas que influenciarán la formación del individuo. No obstante la creencia acerca de que este proceso es comúnmente diseminado como algo poderoso y definitivo, siguiendo el dicho popular "tal padre, tal hijo", la estructura biogenética de cada sujeto refleja sólo una pequeña parte de lo que éste vendrá a convertirse.

El equipaje genético, como factor intrínseco del ser humano, proporciona sólo los caracteres básicos de la formación humana. En general, contiene las disposiciones físicas relativas al proceso evolutivo del individuo. Su formación intelectiva -que compone, para las ciencias sociales, el aspecto más importante de la formación del sujeto- es claramente influenciada de modo mayoritario por las fuentes de información externas al ser humano. 1

Estas fuentes externas son los elementos culturales. La estructura social que compone un modo de vida específico -imido de racionalidades y símbolos impares- actúa inconscientemente en la mentalidad humana, delineando su visión del mundo en cierto sentido. Es así que, desde el nacimiento, los niños tienen su racionalidad moldeada por los aspectos culturales del local y del pueblo en el que viven y mantienen constante contacto. 2

Hay aquí una clara relación de complementariedad. La carga genética humana claramente no es capaz de definir con rigor los aspectos intelectivos del sujeto. Este espacio vacío es ocupado por la cultura, actuando de modo a establecer la adecuación del individuo al medio en que vive, adoptando prácticas de determinado modo de vida a partir de su vinculación no intencional a la cultura en la cual su mentalidad fue moldeada. 3

El sesgo cultural se traduce en una serie de modalidades diferentes que actúan en la domesticación del individuo para su adecuación al sistema de símbolos de determinado modo de vida. La religión puede establecer el respeto a las normas sagradas por intermedio del temor a entidades que imponen sanciones en vida, o por medio de una supuesta recompensa después de la muerte. La economía puede estipular un modo de vida individualista y consumista, o establecer prácticas sociales solidarias y distributivas. El que convive bajo cada uno de estos diferentes elementos tiende naturalmente a seguir las prácticas sociales establecidas en su comunidad.

Es justamente a partir de la gran contribución de la simbología cultural a la formación de la mentalidad humana que influye en el campo valorativo del individuo. Los preceptos éticos y morales de éste se elaboran mediante la visión del mundo cultural arraigada en su vivencia. La experiencia cultural actúa de modo tan profundo en la formación de la identidad colectiva e individual que el sujeto que sólo aquel modo de vida tiene sentido para sus miembros.

Hay la fijación de un conjunto dogmático acerca de los valores morales que atraviesan determinado panorama cultural en el juicio de validez del sujeto acerca de sus acciones y de las prácticas de todos los demás individuos. El sujeto pasa a pautar sus acciones ya realizar un juicio de valor acerca de los actos de otro a partir de las características que éste internalizó del modo de vida colectivo al que está integrado. Se identifica aquí la inherente conexión entre ética y cultura, en una relación de simbiosis atestada a partir del análisis intelectivo humano. 4

Como elemento modelador de la visión del mundo del hombre, la cultura influye en toda la construcción social de los individuos. No sólo las acciones humanas, sino también sus instituciones sociales, se crean según criterios culturales. De esta forma, la institución familiar -como una inequívoca institución social- no está libre de la intervención cultural. Este es el tema al que se presta el próximo tópico, en el cual analizaremos la fuerza que detiene la cultura en establecer cierto parámetro social de familia a seguir.

 

3. La formación cultural familiar

De modo inequívoco, los factores culturales encuentran estrecha relación con el plano familiar, como apunta Paulo Antonio de Menezes Albuquerque. 5 aduce el autor sería un error de pasar por alto la fuerte correlación entre el aspecto cultural y la familia, teniendo en cuenta que "además de mantener las tradiciones y los valores existentes y cuenta para la reproducción física de sus miembros, la familia trabaja en estrecha relación con el modo de organización de la sociedad, reflejándola en su propia visión de mundo ".

Es justamente de ese modo que ocurrió la edificación de los preceptos monogámicos en territorio occidental. Al ser diseminada culturalmente, generación tras generación, la monogamia se convirtió en un dogma enraizado en la población de los países occidentales. No podía ser diferente: después de miles de años bajo el manto de la familia monogámica, se estableció el sentido común de que los hombres y las mujeres sólo pueden amarse bajo la monogamia.

Está arraigado el entendimiento de que las relaciones afectivas necesitan una consagración social cualquiera y que los niños necesitan de las figuras materna y paterna, tal como hoy conocemos. Por lo tanto, "amar se ha vuelto sinónimo de constituir familia -y constituir una familia se ha convertido en sinónimo de monogamia ". 6 La construcción de los preceptos culturales religiosos cristianos en la sociedad occidental provocó su consecuente obligación social, requerido por los propios individuos.

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