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Discurso Derechos De Los Animales


Enviado por   •  15 de Mayo de 2015  •  1.707 Palabras (7 Páginas)  •  725 Visitas

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Introducción/Exordio: introducir el tema, a raíz de una serie de hechos pasados y del contexto presente que llevaron a una necesaria reflexión sobre el papel de los animales hoy en día, como objetos de consumo indiscriminado por parte del ser humano. Se presenta un extracto de una obra literaria para dar paso al desarrollo del discurso.

Desarrollo: se explaya sobre el tema, tomando diversos argumentos, anécdotas y datos fácticos para hacer llegar el punto de vista al receptor y lograr su aceptación de la tesis. Se informa y se habla sobre el consumo de animales por parte de las personas, su actualidad y las consecuencias que produce tanto a corto como largo plazo, las formas de evitar el inminente colapso medioambiental y los beneficios que traería el no consumo de productos de origen animal.

Conclusión/Peroratio: se finaliza la intervención a través de una conclusión con preguntas retóricas destinadas al receptor para que reflexione acerca del tema y tome una postura crítica respecto al consumo animal, se destaca lo más importante del discurso. Se utilizan citas de personas importantes para lograr un mayor énfasis y respuesta favorable del receptor acerca del tema que ha sido abordado.

III. Discurso:

En vísperas de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, celebrada en Londres en Septiembre de 1977, nos encontramos reunidos en esta convención luego de la reciente Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, publicada por la comunidad neurocientífica liderada por Philip Low con la colaboración de Stephen Hawking, para hacer una reivindicación y reflexión acerca de ciertos puntos clave respecto al concepto de los animales como bienes desechables y su impacto en la actualidad mundial.

Antes de comenzar, quisiera exponer un extracto de la tragedia escrita por William Shakespeare, “El Rey Lear”:

Tarde en la noche en los acantilados, el Rey Lear le pregunta al ciego conde de Gloucester: “¿Cómo ve usted el mundo?”dsdsdddddddddddddddddddddddddd

Y el ciego de Gloucester le responde: “Lo veo con sentimientos”.

¿No deberíamos todos verlo así?

Los animales deben estar fuera del menú esta noche, porque están gritando aterrorizados en mataderos, en cajas y jaulas. Viles y perversos campos de concentración, gulags de desesperanza.

Al ver las escenas del día a día en la televisión, noticias de madres llorando por sus hijos atropellados, asesinados o muertos por enfermedades terminales, en algún momento me di cuenta de que había oído esos llantos antes: en los mataderos, con ojos apuñalados y tendones cortados; en los barcos de ganado hacia el Medio Oriente y en la moribunda madre ballena, cuando el arpón japonés estalla en su cerebro mientras esta llama a su ballenato. Sus llantos eran los llantos de aquellas mujeres.

Y descubrí que cuando sufrimos, sufrimos de la misma manera, y en su capacidad de sufrir, un perro es un cerdo, es una vaca, es un oso, es un niño.

La carne es el nuevo asbesto, más mortífero que el tabaco. EL CO2 y el metano de la industria cárnica están matando a nuestros océanos, llenándolos de zonas ácidas y muertas.

El 90% de los peces pequeños son pescados y molidos para alimentar al ganado. Las vacas, siendo vegetarianas, son ahora el más grande depredador del océano. Si se sigue así, para el 2048 todos los peces estarán muertos; los pulmones y las arterias de la tierra. Miles de millones de pollitos son molidos vivos, simplemente porque son machos.

Tan solo cien mil millones de personas han vivido en la Tierra; siete mil millones la habitan hoy y sin embargo torturamos y matamos a dos mil millones de seres sintientes cada semana. Vivimos a diario el peor holocausto de la historia, y se refleja en nuestros platos, silencioso y mortífero, en cada mordida que damos, en laboratorios, utilizados y desechados como tubos de ensayo; otros mueren para ser convertidos en abrigos, bolsos, zapatos, cinturones. Otros tantos, víctimas del cautiverio que implican espectáculos como el circo, el zoológico, el acuario. Muertos en nombre de la tradición y la cultura como en la tauromaquia o incluso disfrazados de deporte, como en el rodeo. Abandonados en las calles, donde se enfrentan a múltiples peligros, enfermedades y la inevitable muerte.

De estas y múltiples otras formas, diez mil especies se extinguen íntegramente cada año, a causa de las acciones de una sola especie. Podríamos fácilmente decir que nos enfrentamos a la sexta extinción masiva en la historia del planeta.

Si cualquier otro tipo de organismo hubiera hecho esto, los estudiosos lo definirían como una pandemia o defaunación, uno de los principales ejes impulsores de cambio ecológico y climático global.

En cierto sentido, somos peores que un meteorito.

Esto, sin duda, se trata de un crimen contra la propia humanidad, de proporciones inimaginables.

No obstante, el mundo ha cambiado, y hoy nos encontramos frente a la tormenta perfecta.

Víctor Hugo dijo alguna vez: “No existe en el mundo algo más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento”.

Los derechos de los Animales son, hoy, el mayor problema de justicia social desde la abolición de la esclavitud.

Existen

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