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Jóvenes y cultura política en El Salvador. Héctor Samour


Enviado por   •  24 de Abril de 2016  •  Ensayos  •  3.069 Palabras (13 Páginas)  •  429 Visitas

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Jóvenes y cultura política en El Salvador. Héctor Samour

Este pequeño artículo es el producto de mis comentarios en la presentación del libro Jóvenes Urbanos. Cultura política y democracia de posconflicto en Centroamérica. El Salvador, producto de la investigación llevada a cabo por Mario Zetino Duarte y Larissa Brioso, bajo el patrocinio de FLACSO El Salvador.[1]

El libro es prolífico en hallazgos sobre la realidad que viven nuestros jóvenes en el actual período de entre siglos que vivimos, pero aquí me centraré en dos de ellos, los cuales, aparentemente, contradicen el tema, el propósito y las conclusiones de la investigación. No se trata de una crítica sociológica o metodológica, sino únicamente de la exposición de algunas ideas que me surgen a partir de la lectura de los novedosos, sugerentes y reveladores resultados del estudio en cuestión.

Para enmarcar mis observaciones, es necesario precisar antes algunos conceptos sobre lo que considero es cultura política y que son el punto de partida de mi exposición. En primer lugar el concepto de cultura, que siguiendo las ideas de Jacqueline Peschard, podemos definir como un “conjunto de símbolos, normas, creencias, ideales, costumbres, mitos y rituales que se transmite de generación en generación, otorgando identidad a los miembros de una comunidad y que orienta, guía y da significado a sus distintos quehaceres sociales”.[2] 

La cultura así entendida da consistencia a una sociedad en la medida en que en ella se hallan condensadas herencias, imágenes compartidas y experiencias colectivas, que orientan las prácticas de los individuos en los distintos espacios de acción, y las cuales tienen efectos de gran alcance.  

Por otro lado, la política es el espacio donde tiene lugar la organización de las relaciones del poder, es decir, el ámbito donde se define “cómo se distribuyen los bienes de una sociedad, o sea, que le toca a cada quién, cómo y cuándo”.[3] 

De esta forma, podemos definir la cultura política como la configuración subjetiva, determinada por los valores, concepciones y actitudes de un segmento o de toda la población respecto del poder.

Definidos estos conceptos, retomo el camino sobre la primera idea que voy a plantear sobre los resultados de la investigación. Es una tesis que va en la misma lógica de los autores de la investigación en cuestión, y es que nuestra juventud actual aún no cuenta con una cultura política. Sin embargo, hay que señalar que todo el aparato de erudición teórico y metodológico de la investigación –muy bien construido por cierto- ha sido elaborado para dar tratamiento a una cultura política ya formada y decantada, y muchos de los resultados son considerados como elementos constituyentes de esa cultura política identificada, pero que quizás nos están mostrando que pueden formularse conclusiones diferentes.

Desde mi lectura, y sin desestimar el trabajo realizado por los investigadores, cada una de las conclusiones del estudio me llevan a pensar que en la actualidad no hay una cultura política entre los jóvenes en El Salvador, lo cual es reforzado por los mismos autores cuando en varios lugares, no obstante afirmar que no es posible hacer una comparación con los jóvenes de preguerra por no existir estudios con la misma metodología, sí hacen comparaciones a hechos y prácticas que les lleva a reconocer los componentes de una cultura política existente en las prácticas de los jóvenes de preguerra. Creo que el análisis del estudio mantiene un diálogo permanente con esa realidad anterior, con esa cultura política previa existente en las últimas décadas del siglo pasado en El Salvador, al que creo sentirle un leve tinte de añoranza, al usarla como tipo ideal de referencia para delinear y diferenciar la actual.

La segunda idea que quiero plantear es que el aspecto central del libro es el individualismo de los jóvenes en la actualidad, el proceso de personalización o individuación en las sociedades occidentales actuales, como ha sido llamado por sociólogos y filósofos contemporáneos como Gilles Lipovetsky y Zygmunt Bauman, para no hablar de Emile Durkheim y Jean-Marie Guyau, estudiosos del individualismo moral del siglo XIX. Lo interesante es que el individualismo, aunque se detalla con bastante precisión por medio de perfiles y rasgos descriptores a lo largo de la investigación, pareciera ser un rasgo más, aislado e independiente de la cultura juvenil.

  1. Los jóvenes no cuentan con una cultura política

Comencemos con la idea de que nuestros actuales jóvenes aún no cuentan con una cultura política. Los resultados del estudio son aplastantes para mostrar la separación de los jóvenes de la práctica política, además de que podrían ser titulares destacados para los antiguos y nuevos medios de comunicación. Selecciono cuatro de ellos:

  1. El 80 por ciento de los jóvenes están nada o poco interesados en la política. Los investigadores califican con un “relativo” este poco interés y se dice que responden al perfil de “individualistas”. Me pregunto si el término “interés” podría asimilarse al de desconfianza, pues los jóvenes participan muy activamente en otro tipo de asociaciones.

  1. El 10 por ciento de los jóvenes participan en organizaciones políticas y partidos. El dato es contundente. Entre los jóvenes la participación directamente política no es una prioridad. El hecho que a dos meses de cerrarse el padrón electoral la mayoría de jóvenes que han llegado a la edad de votar aún no habían obtenido su documento único de identidad para realizar esta práctica central en una democracia moderna, coincide con estos hallazgos iniciales.

 

  1. Los jóvenes valoran la política como adultocéntrica. Esto es un mensaje muy claro de desconfianza hacia la política y apuntaría a que los jóvenes se sienten excluidos en las organizaciones políticas partidarias.

  1. Los jóvenes muestran una auto-eficacia política. Esto significa que los jóvenes no desconfían de su capacidad de participación en la solución de problemas del país, pues como ya mencioné antes, los jóvenes participan en asociaciones civiles frente a problemas o conflictos que indirectamente son políticos, como lo explico a continuación.

De acuerdo a los datos brindados por la investigación,  se puede afirmar que las prácticas asociativas de los jóvenes no muestran una actividad de cultura política pues están alejados de los espacios y de las relaciones estrictamente políticas, producto de una forma de ver y hacer su vida, de convivir y de actuar en la sociedad, como lo muestran otros resultados destacados en el libro. Se puede mencionar los siguientes, por ejemplo:

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