El capital del siglo XXI

El capital en el Siglo XXI

Introducción: El libro “El capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty busca dar una revisión a la relación ingreso-capital, a la dinámica que existe entre la relación capital ingreso, a la estructura de las desigualdades. Sobre todo, hace énfasis en la concentración del patrimonio en algunos cuantos y en la necesidad de regular el capital en el siglo XXI por medio de recomendaciones de política de alcance global.

Desarrollo: La tendencia a la concentración, que se expresa como r > g (la tasa de rendimiento del capital es mayor que la tasa de crecimiento), es una fuerza de divergencia fundamental que actúa en el sentido de una mayor concentración del ingreso y del capital (el cual y según Piketty es el Patrimonio). En efecto, en los países más desarrollados, el 1% de la población más rica posee por arriba del 20% del patrimonio del país. Para simplificar, el 1 % de la población mundial concentra una parte impresionante del patrimonio. Fueron las dos guerras mundiales del siglo XX las que de alguna manera forzaron en gran parte a modificar la extraordinaria desigualdad acumulada durante los siglos XVIII y XIX, transformando temporalmente la estructura de la desigualdad con el objeto de lograr superar el descalabro de la guerra. Hoy, en la segunda década del siglo XXI, las desigualdades de riqueza que supuestamente había desaparecido durante la pos guerra, vuelven a recuperarse incluso superando sus máximos niveles históricos. Piketty señala, que la política ideal para evitar una interminable espiral de desigualdades y recuperar el control sobre la dinámica de la acumulación infinita sería aplicar un impuesto global progresivo sobre el capital (patrimonio). El autor plantea dos objetivos para este nuevo gravamen: uno redistributivo y otro de incentivos. El primero de éstos, se basa en la noción de que al gravar con impuestos personales, sin importar cuán progresivas las tasas sean, se debería combinar un impuesto global al capital, podría así alcanzar incluso el 10% anual para las mayores fortunas, además de un impuesto progresivo que alcance tasas “confiscatorias” para salarios considerados exorbitantes, complementado con un impuesto progresivo a la herencia. En cuanto al segundo objetivo, los incentivos, un impuesto al stock de capital obliga a sus dueños a buscar los mejores usos para el mismo. Estima que el capital terminaría en los inversionistas más dinámicos, puesto que los que no obtengan suficiente retorno deberán ir vendiendo gradualmente sus activos para ir pagando el nuevo impuesto al capital, es importante que conviva con un impuesto a la renta.

Enmarca el análisis de la distribución en el contexto de una teoría del funcionamiento del capitalismo, y sostiene que en el muy largo plazo, la fuerza más poderosa que impulsa hacia una creciente desigualdad es la tendencia de la tasa de rendimiento del capital “r” a exceder a la

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