EL CAPITAL EN EL SIGLO XXI
andres15 de Marzo de 2015
4.143 Palabras (17 Páginas)239 Visitas
EL CAPITAL EN EL SIGLO XXI
1 ¿Qué es el “capital”? Para Karl Marx era una categoría social, política
y jurídica: el medio de control de los medios de producción por la
clase dominante. El capital podía ser dinero y podía ser máquinas;
podía ser fijo y podía ser variable. Pero la esencia del capital no era
física ni financiera. Era el poder que el capital daba a los capitalistas: la
autoridad para tomar decisiones y extraer plusvalía de los trabajadores.
A comienzos del siglo pasado la economía neoclásica abandonó ese
análisis social y político en favor de un análisis mecánico. Replanteó
el concepto de capital y lo concibió como un elemento físico que se
combinaba con el trabajo para generar el producto. Esta noción de
capital hizo posible expresar en forma matemática la “función de
producción”, mediante la cual los salarios y beneficios se pudieron
vincular al “producto marginal” de cada factor. La nueva visión dio
entonces al uso de las máquinas un papel superior que al de sus propietarios,
y legitimó las ganancias como el justo rendimiento de una
contribución indispensable.
Las matemáticas simbólicas llevan a la cuantificación. Por ejemplo,
si se afirma que una economía usa más capital (en relación con
el trabajo) que otra, tiene que haber una unidad común para cada
factor. Para el trabajo podría ser una hora de tiempo de trabajo. Pero,
¿para el capital? Una vez se deja atrás el “modelo del cereal”, en el
* Profesor en la Escuela Lyndon B. Johnson de Asuntos Públicos de la Universidad
de Texas, [galbraith@mail.utexas.edu]. Reseña tomada de Dissent, primavera
de 2014. Traducción de Alberto Supelano; se publica con las autorizaciones correspondientes.
Fecha de recepción: 16 de marzo de 2014, fecha de aceptación:
25 de abril de 2014. Sugerencia de citación: Galbraith., J. K. “El capital en el
siglo XXI”, Revista de Economía Institucional 16, 30, 2014, pp. 345-355.
que el capital (la semilla) y el producto (la harina) son la misma cosa,
hay que hacer conmensurables de algún modo los distintos rubros de
equipo e inventarios que constituyen el “acervo de capital” existente.
¿Cómo hacerlo?
Aunque Thomas Piketty, profesor de la Escuela de Economía
de París, escribió un libro voluminoso titulado El capital en el siglo
XXI, rechaza explícita (y cáusticamente) el punto de vista marxista.
En algunos aspectos es escéptico respecto de la economía
predominante, pero concibe el capital (en principio) como una
aglomeración de objetos físicos, en concordancia con la teoría
neoclásica. Y, por tanto, debe afrontar la pregunta de cómo medir
el capital como cantidad.
Su enfoque consta de dos pasos. Primero mezcla el equipo de
capital con todas las formas de riqueza valoradas en dinero, incluida
la tierra y la vivienda, bien sea que la riqueza se use o no en forma
productiva. Solo excluye lo que los economistas neoclásicos llaman
“capital humano”, quizá porque no se puede comprar ni vender. Luego
calcula el valor de mercado de esa riqueza. Su medida del capital no
es física sino financiera.
Considero que esta es una fuente de terrible confusión. Gran parte
del análisis de Piketty se refiere a la relación entre capital –como él
lo define– e ingreso nacional: la relación capital/ingreso. Debería ser
obvio que esta relación depende fuertemente del flujo del valor de
mercado. Y Piketty así lo manifiesta. Por ejemplo, cuando describe
el desplome de la relación capital/ingreso en Francia, Gran Bretaña
y Alemania después de 1910, se refiere solo en parte a la destrucción
física de equipo de capital. Durante la Primera Guerra Mundial casi
no hubo destrucción física en Gran Bretaña, y la que hubo en Francia
se exageró enormemente en esa época, como demostró Keynes en
1919. Hubo muy poca en Alemania, que estuvo intacta hasta el final
de la guerra.
¿Qué sucedió entonces? La variación de la relación de Piketty
obedeció en gran parte a los elevados ingresos, producidos por la
movilización de la guerra, con respecto a la capitalización de mercado,
cuyas ganancias se limitaron o disminuyeron durante y después de la
guerra. Más tarde, cuando los valores de los activos colapsaron durante
la Gran Depresión, lo que se desintegró no fue el capital físico sino su
valor de mercado. Durante la Segunda Guerra Mundial la destrucción
jugó un papel más importante. El problema es que mientras que los
cambios físicos y las variaciones de precios son obviamente diferentes,
Piketty los trata como si fueran aspectos de una misma cosa.
346
Revista de Economía Institucional, vol. 16, n.º 30, primer semestre/2014, pp. 345-355
James K. Galbraith
Piketty intenta mostrar que desde los años setenta el valor de
mercado de los activos de capital ha aumentado mucho más que el
ingreso corriente. Calcula que en el mundo anglo-americano esa
relación se elevó de un 250-300% en esa época al 500-600% hoy en
día. En algún sentido, el “capital” se ha convertido en un factor más
importante y más dominante, en un factor mucho grande de la vida
económica.
Piketty atribuye ese aumento a un crecimiento económico más
lento con respecto al rendimiento del capital, de acuerdo con una
fórmula que denomina “ley fundamental”. En términos algebraicos,
esta se expresa como r > c, donde r es el rendimiento del capital y c
el crecimiento del ingreso. De nuevo aquí parece estar hablando de
volúmenes físicos de capital, que aumentan año a año mediante las
ganancias y el ahorro.
Pero no está midiendo volúmenes físicos, y su fórmula no explica
muy bien los patrones observados en diferentes países. Por ejemplo,
su relación capital/ingreso de Japón llega al tope en 1990 –hace casi
un cuarto de siglo, a comienzos del largo estancamiento japonés– y
la de Estados Unidos en 2008. Mientras que en Canadá, que no tuvo
un colapso financiero, al parecer aún sigue aumentando. Una mente
simple diría que lo que está cambiando es el valor de mercado y no la
cantidad física, y que el valor de mercado es impulsado por la financiarización
y exagerado por las burbujas, que aumenta donde estas se
permiten y disminuye cuando se desinflan.
Piketty quiere elaborar una teoría relevante del crecimiento, el
cual requiere capital físico como insumo. Y, sin embargo, emplea
una medida empírica no relacionada con el capital productivo físico
y cuyo valor en dólares depende, en parte, del rendimiento del capital.
¿De dónde proviene la tasa de rendimiento del capital? Piketty
nunca lo dice. Solo afirma que el rendimiento del capital solía tener
en promedio cierto valor, por ejemplo, de un 5% sobre la tierra en el
siglo XIX, y más alto en el siglo XX.
La teoría neoclásica básica sostiene que la tasa de rendimiento del
capital depende de su productividad (marginal). En ese caso debemos
pensar en capital físico; y (de nuevo) esta parece ser la opinión de
Piketty. Pero el esfuerzo por construir una teoría del capital físico con
una tasa de rendimiento tecnológico se derrumbó hace mucho tiempo
bajo el ataque fulminante de las críticas procedentes de Cambridge,
Inglaterra, en los años cincuenta y sesenta, en especial de Joan Robinson,
Piero Sraffa y Luigi Pasinetti.
347
Revista de Economía Institucional, vol. 16, n.º 30, primer semestre/2014, pp. 345-355
El capital en el siglo xxi
Piketty dedica apenas tres páginas a la controversia “Cambridge-
Cambridge”, pero son importantes debido a que son muy engañosas.
Él dice:
La disputa continuó […] entre economistas radicados principalmente en
Cambridge, Massachussets (incluidos [Robert] Solow y [Paul] Samuelson) y
economistas que trabajaban en Cambridge, Inglaterra […] que (a veces no
sin cierta confusión) veían en el modelo de Solow la afirmación de que el
crecimiento es siempre perfectamente balanceado, lo que negaba la importancia
que Keynes atribuía a las fluctuaciones de corto plazo. Fue en los años setenta
cuando el modelo de crecimiento neoclásico de Solow terminó imponiéndose.
Pero el argumento de los críticos no se refería a Keynes ni a las fluctuaciones.
Se refería al concepto de capital físico y a si la ganancia se
podía derivar de una función de producción. En forma muy resumida
el argumento constaba de tres pasos. Primero, no se pueden sumar los
valores de los objetos de capital para obtener una cantidad común
sin una tasa de interés previa, la cual (por ser previa) debe provenir
del mundo financiero y no del mundo físico. Segundo, si la tasa
de interés efectiva es una variable financiera que varía por razones
financieras, la interpretación física de un acervo de capital valorado
en dólares carece de sentido. Y, tercero, un punto más sutil: cuando
...