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El psicoanalisis: Freud

bryancordobaMonografía11 de Julio de 2011

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EL PSICOANÁLISIS:FREUD

El Psicoanálisis no es académico ni puro. Con sus raíces en el terreno de la clínica, constituye, tanto por su origen como por su propósito principal, un intento de realizar la curación del espíritu enfermo. Sigmund Freud se interesó por la fisiología del sistema nervioso, centrándose especialmente en el estudio de los desórdenes neuróticos, y fue en su trato con estos casos – en observaciones directas que abarcaron años de experiencia – como elaboró gradualmente la práctica y la teoría del psicoanálisis.

En 1885 Freud fue a París para estudiar bajo la dirección de Charcot, entonces la máxima autoridad de Europa en desórdenes mentales; de quien recibió una honda impresión y se interesó en particular por su tratamiento de la histeria. Charcot creía que la histeria y la hipnosis están íntimamente asociadas, que la verdadera hipnosis es, en verdad, un fenómeno esencialmente histérico y puede ser provocado tan sólo en pacientes histéricos. Cierta tarde, en una recepción, oyó a Charcot analizar un caso que se había presentado ese día en la clínica. Hablando con el mayor énfasis posible, Charcot declaró que en tales condiciones había siempre una complicación sexual. Freud se asombró, no sólo por el contenido de la afirmación, sino también por el hecho de que Charcot no hubiese revelado éste conocimiento, si es que lo poseía desde antes. Ulteriormente, cuando sus propias ideas le llevaron a elaborar la teoría de las bases sexuales de la neurosis, Freud recordó la declaración de Charcot, estimándola evidentemente como una opinión experta que corroboraba sus propios hallazgos.

Freud había concebido una idea que, al igual que la teoría de las bases sexuales de la neurosis, llegó a constituir unas de las doctrinas fundamentales del psicoanálisis; consideraba la “catarsis” como una liberación de la emoción reprimida, que se efectuaba haciéndole recordar y reproducir bajo estado de hipnosis la experiencia subyacente en su perturbación. Freud llamó a éste proceso conversión, y se refería a los síntomas como conversiones del efecto original.

El descubrimiento de que un incidente, inconsciente y por mucho tiempo olvidado, era sin embargo la fuente de trastornos manifiestos en la conducta, no sólo llamó la atención sobre la importancia de lo inconsciente; asimismo reveló la naturaleza pronunciadamente dinámica de lo inconsciente.

Según Freud, el verdadero psicoanálisis comienza a partir del momento en que se abandona la hipnosis. Sin embargo la práctica de la hipnosis junto al procedimiento catártico no arrojó los resultados esperados ya que muchos pacientes que fueron despedidos considerados como curados, volvieron a menudo con otros síntomas.

Posteriormente Freud junto a Breuer habían estado perfeccionando, aunque no formalmente, un método de la invención de Breuer: consistía en animar al paciente a confesarse ante el médico (procedimiento llamado del relato o de asociación libre). Se mantenía al paciente en estado normal de vigilia (no bajo hipnosis) y se lo incitaba a expresarse tan francamente como quisiese, a decir todo lo que se le ocurriese sin ocultar nada buscando hallar experiencias claves para resolver sus dificultades. Tal procedimiento fue el comienzo de la técnica psicoanalítica, descartándose la hipnosis por estimársela superficial.

El psicoanálisis evolucionó luego de haber vencido numerosas dificultades, pero esto resultó sumamente esclarecedor. A dos de ellas Freud consideró significativas. Denominó transferencia a la menor y se refiere al hecho de que el paciente durante las largas e íntimas conversaciones personales en que se exploran y excitan sus emociones, contrae un fuerte vínculo afectivo con el analista –enamorándose de él o asumiendo una actitud negativista y hostil- pero con la misma respuesta. La transferencia constituyó para Freud una nueva prueba de la naturaleza sexual de los trastornos del paciente. A su entender la transferencia constituíase en algo necesario al proceso, al punto de integrarse como uno de los aspectos distintivos del psicoanálisis genuino; pero aunque indispensable, esa condición es en verdad sólo temporaria. Forma parte de la tarea del analistaexperto desviar de sí ésa emoción y reconducirla por cauces apropiados, susceptibles de lograr la salud mental del paciente.

La otra dificultad era la resistencia que infaliblemente el paciente oponía. Tarde o temprano se alcanza un punto en el que el paciente no quiere o no puede continuar; no quiere porque ha arribado a algo demasiado doloroso, horrible u ofensivo para enfrentarlo o no puede porque su espíritu se ha vaciado y está en completa inactividad. Falta de voluntad e incapacidad de continuar no son sino dos grados de resistencia. Ambos son recursos de que el paciente se vale para protegerse del dolor, y la presencia del dolor denuncia que el análisis toca una verdadera herida. Por muy intensos que sean sus sufrimientos, el paciente tendrá que enfrentarse con una situación encubierta, eludida o deformada; y sólo podrá liberarse de sus emociones reprimidas cuando contemple la situación tal como es en realidad, con todas sus ocultas complicaciones, cuando reaccione a ella totalmente y sin errores.

El fin primordial del psicoanálisis es retrotraer a la experiencia consciente aquel contenido rechazado, para así cerrar la brecha abierta con su rechazo, y de este modo curar la herida que escinde a la personalidad. Esto sólo se consigue si el paciente considera conscientemente la situación en su franca desnudez. No hay otro medio de lograr una verdadera liberación.

El descubrimiento de la resistencia implicó el de la represión: una experiencia desagradable pero olvidada, sea un recuerdo o un deseo, se torna inconsciente no sólo porque caduca o se desliza pasivamente fuera de la conciencia, sino porque es expulsada de ella y mantenida aparte por la violencia, pues la experiencia reprimida no es un recuerdo o una idea en el sentido corriente del término, está cargada de emoción y deseos esencialmente impulsivos. El contenido reprimido continúa actuando en lo inconsciente, ejerciendo su influencia oculta, torciendo la conducta en las formas más insólitas. El yo consciente no puede ni anularlo ni paralizarlo.-

El psicoanálisis como técnica estaba ya bien encaminado y las líneas básicas de la teoría se hallaban tendidas. Como método, aceptaba la asociación libre, sobreentendiéndose la resistencia y su significación.. La penetración del paciente en su situación y la catarsis a través de la liberación emocional concomitante, se estimaban los recursos esenciales de la terapéutica.

Al tiempo que el concepto de represión acentuaba la actividad de lo inconsciente la teoría de los sueños destacaba su tortuosidad. En los sueños descubríanse las fuerzas reprimidas extraviando las resistencias por tortuosos caminos y procurando a tuertas o a derechas las gratificaciones prohibidas. Según Freud, el sueño es, en esencia la satisfacción enmascarada de los deseos reprimidos durante la vigilia. Todo sueño tiene un contenido manifiesto y un contenido latente; el primero es la historia que cuenta el sujeto al relatar el sueño en su significado literal pero el segundo oculta su verdadera significación. El contenido manifiesto puede ser tomado de los acontecimientos de la vida de vigilia, mas pese a ello, el sueño no es un mero juego simple y casual de asociación ordinaria, es el material que emplean las fuerzas psíquicas reprimidas. Los deseos que han sido desalojados a lo inconsciente durante le día tiene una oportunidad de expresarse por la noche, cuando el sueño relaja la vigilancia del ¨censor¨ (metáfora que ideó Freud para explicar las inhibiciones que el yo impone a lo inconsciente). Pero aun cuando el yo duerma y la censura se relaje, los deseos reprimidos no se atreven a manifestarse abiertamente. Si fuesen francamente sexuales, el que duerme se despertaría asustado; según ocurre en realidad cada vez que el significado del sueño se hace peligrosamente claro. Por tanto, los deseos prohibidos se disfrazan, y así subrepticiamente, se introducen en la consciencia. Los disfraces son variados y en extremo ingeniosos, uno de ellos es el simbolismo: las personas, objetos y sucesos que figuran en el contenido manifiesto del sueño representan en rigor otra cosa. Pero la elaboración onírica no se reduce a desfigurar el sueño, al despertar el soñador no debe saber que ha estado haciendo durante el sueño. De ahí que se produzca una segunda elaboración: al recordar y relatar su sueño, el soñador le da inconscientemente una forma lógica y coherente, de suerte que toma cierta apariencia de historia o suceso real vinculados a el. Pero el sueño mismo no tiene un ni necesita lógica ni coherencia pues es la expresión de una forma de pensar profunda y primitiva en la que los principios lógicos y críticos del pensar no tienen vigencia. De modo que los sueños no solo revelan el sentido elaborativo del pensamiento inconsciente sino también la naturaleza lógica de sus operaciones.

Fue también durante el periodo formativo del psicoanálisis cuando se desarrollo la teoría de la sexualidad infantil: los impulsos sexuales operan enérgicamente ya antes de la madurez sexual y con el tiempo se puede observar inclusive que operan ya en la infancia.

Una investigación completa remontaba al paciente cada vez mas lejos en su pasado y con el tiempo relaciono su dificultad con una seducción en la niñez. Pero paralelo a este descubrimiento hizo otro que parecía en flagrante contradicción. En la mayoría de los casos, la investigación ulterior revelaba que tales seducciones no eran sino fantasías, que en realidad

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