El tesoro de la Trinidad

El Tesoro de la Trinidad

Durante la época de la conquista de América, en Brasil perteneciente a la corona portuguesa, se desarrolla la historia de un gran tesoro.

Cansados del abuso por parte de Portugal, al cobrar elevados impuestos a los residentes de esta colonia, decidieron planear una forma de mantener a salvo sus riquezas, los líderes de todas las asentamientos urbanos en Brasil se reunieron en secreto para elaborar una forma de esconder sus monedas de oro en un solo lugar. Así dejar a la corona sin cobrar impuestos y hacerle creer al rey que ya no quedaba dinero en Brasil.

El principal problema del plan era donde esconder el gigantesco botín, avaluado en más de un millos de monedas de oro puo, pero sin el riesgo de ser encontrado por los hombres del rey o por cualquier otro extranjero. Fue así como en medio de la reunión aparecieron unos hombres con capucha, los cuales resultaron ser sacerdotes de la orden jesuita, los cuales decidieron apoyar a los brasileños a cambio de una pequeña parte del botín. Después de aceptar el trato, los jesuitas hablaron a los asistentes de la reunión sobre un antiguo tempo construido a la llegada de su orden religiosa al nuevo continente. El templo además de ser un centro de culto, servía como escondite y fortaleza contra los indios primitivos de la zona, los cuales permanentemente atacaban las expediciones jesuitas por la selva. Aquel lugar llevaba el nombre de “Templo de la Trinidad”, en honor al barco que los llevo a los primeros Jesuitas hasta  América y Brasil.

Los que hacia tan especial a este templo religioso es que se encontraba bajo tierra, su entrada por la superficie se localizaba en una cueva remota y a la que solo unos pocos jesuitas sabían llegar. Esto lo hacía ver como el lugar ideal para esconder el tesoro y sin el temor de los locales a ser robado.

El proceso de llevar la totalidad del tesoro a su destino final fue muy lento, los brasileños tardaron muchas semanas en mover cada moneda hasta el templo, y el principal inconveniente es que solo lo podían hacer de noche ya que durante el día debían hacer sus actividades cotidianas para no despertar ninguna sospecha en los colonos. Al cabo de 6 meses el botín estuvo completo en su escondite y ahora solo faltaba esperar que las pocas monedas aun circulantes en la colonia fueran llevadas a Portugal.

El rey al portugués al darse cuenta que ya no le estaba llegando oro desde Brasil comienza a preocuparse y le ordena a sus hombres investigar esta situación. En Brasil los representantes del rey no entienden esta situación y comienzan a investigar por todas partes que le paso al oro y donde está ahora. Buscaron incesantemente una respuesta a este problema pero nunca pudieron encontrar donde yacía el botín. Los colonos se sintieron derrotados por los locales y comenzaron a ir cada vez menos a Brasil. Este hecho fue considerado como una victoria por los locales y sintieron que porfían descansar en paz.

Lo que los brasileños no sospechaban es que los Jesuitas los habían traicionado. Los religioso habían contactado a la corona española, hablándoles del gigantesco tesoro que escondían proponiéndoles a  los españoles dividir el tesoro entre ambas partes. Rápidamente zarparon barcos desde Europa en representación de la corona de España y en muy poco tiempo llegaron a Brasil en secreto a buscar su nueva fortuna.

Entre tanto los brasileños iban todos los días al templo jesuita a ver el estado de su fortuna, recalándoles a los religiosos que recibirían su parte de este una vez que sus tierras estuvieran completamente libres de cualquier intromisión portuguesa. Los jesuitas con el fin de mantener las apariencias decían que si a todas las instrucciones y ordenes de los brasileños, pero siempre con el pensamiento del futuro que le esperaba al oro y del cómo estaban traicionando la confianza de los locales, o cual no les afectaba en los mas mínimo ya que creían firmemente que sus acciones eran apoyadas y en nombre de Dios.

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