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Explorando Las Necesidades Actuales De Comprensión Aproximaciones A La Comprensión Crítica

KarlaEscudero19 de Noviembre de 2013

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Daniel Cassany*

Hacia una perspectiva sociocultural de la comprensión lectora

La bonita idea de los 70 de que comprender consiste sobre todo en la ejecución de un sistema cerrado de procesos cognitivos y de que éstos son universales, de modo que todos leemos esencialmente del mismo modo –y, en consecuencia, podemos aprender a leer también con el aprendizaje de los citados procesos– resiste cada día peor la validación de la realidad diversa y compleja de la lectura. Conceptos atractivos como alfabetización funcional o modelo cognitivo de la comprensión, acuñados en parte para desprendernos de las viejas concepciones mecanicistas de la decodificación literal, no permiten explicar por qué utilizamos en la vida real de modo tan diferente un poema, una noticia o unas instrucciones, por qué leemos también estos géneros de maneras diversas o por qué necesitamos diferentes tipos de conocimiento previo en cada caso. Estos conceptos tampoco nos dicen mucho sobre situaciones tan habituales hoy en día como las de leer en idiomas diferentes, en soportes variados (papel, computadora, televisión, etcétera) o sobre disciplinas tan dispares (política, ciencia, ocio, etcétera).

Los resultados de la investigación psicolingüística sobre la comprensión han sido indiscutiblemente importantes y nos han aportado descripciones precisas sobre la conducta real y experta de lectura, además de poderosas teorizaciones sobre lo que ocurre en nuestra mente cuando construimos la comprensión. Pero nos dicen más bien poco o nada del componente sociocultural de la lectura, de las cuestiones que, como las anteriores, se refieren a los usos que adopta la lectura y la escritura en cada comunidad de hablantes: la forma particular de usar –y de procesar– la escritura en cada situación, en cada género discursivo particular o en cada ámbito de la actividad humana.

La investigación sociocultural sobre la práctica del lenguaje entiende que la lectura y la escritura son “construcciones sociales, actividades socialmente definidas” (Ferreiro, 2001: 41), que varían a lo largo de la historia, la geografía y la actividad humana (Di Stefano y Pereira, 1997). La humanidad ha ido inventando sucesivas tecnologías de la escritura, cuyas potencialidades comunicativas han sido aprovechadas de modo variado y dinámico por cada grupo humano, según sus necesidades y circunstancias. En cada contexto sociocultural, leer y escribir ha adoptado prácticas propias, en forma de géneros discursivos que cumplen unas determinadas funciones, con

1 Este artículo forma parte del proyecto de investigación “La competencia receptiva crítica en estudiantes universitarios y de bachillerato: análisis y propuesta didáctica”, con el código HUM2004-03772, que en estos momentos está en proceso de evaluación por parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología del estado español. Agradezco a Josep M. Castellà, Rosa María Galán, Carmen López Ferrero, Martha Montes, Nora Pasternac, Antonio Ruiz Tinoco y Eudald Vendrell sus aportaciones en forma de ejemplos, documentos, comentarios y matizaciones.

*Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, España. danielcassany@upf.edu

unos roles determinados de lector y autor, con unos usos lingüísticos prefijados y una retórica también preestablecida. Cabe afirmar que “leer es un verbo transitivo” y que no existe una actividad neutra o abstracta de leer, sino múltiples, variadas y dinámicas formas concretas de lectura de cada género, en cada disciplina del saber y en cada comunidad humana. Así, aprender a leer requiere no solo desarrollar los mencionados procesos cognitivos, sino también adquirir los conocimientos socioculturales particulares de cada práctica concreta de lectoescritura: cómo autor y lector utilizan cada tipo de texto, cómo se apoderan de los usos preestablecidos por la tradición, cómo negocian el significado según las convenciones lingüísticas y las formas de pensamiento de cada disciplina específica, etcétera.

En este artículo analizamos algunos de los matices que ha adoptado la práctica de la lectura en este inicio del siglo XXI, desde esta perspectiva sociocultural. La tesis de fondo es que las prácticas lectoras están cambiando a causa de factores múltiples: leemos otro tipo de textos, con objetivos también más ambiciosos, en contextos nuevos, que nunca antes habían existido. Basta hacer una simple comparación entre la lectura corriente en los años sesenta o setenta del siglo pasado con la actual para percatarse de que hoy sin duda estamos expuestos a un numero infinitamente mayor de textos, sobre temas más variados –y con un grado de especificidad diverso–, que circulan en soportes novedosos, que proceden en muchos casos de autores, idiomas y culturas lejanas –y de los que esperamos poder obtener el mismo alto nivel de comprensión que si pertenecieran a nuestra comunidad –.

En los siguientes apartados reflexionamos sobre las consecuencias que están teniendo para la práctica de la lectura algunos cambios relevantes en las relaciones humanas y en la organización de las comunidades, como la paulatina implantación de la democracia, el incremento del plurilingüismo, la imparable hegemonización de la ciencia o la expansión de Internet. Comentamos algunos ejemplos y reflexionamos sobre cada uno de estos puntos, antes de esbozar un programa inicial para estos nuevos matices de lectura, centrados en lo que denominamos la comprensión crítica.

Detrás de las líneas

La voluntad de profundización de la democracia que poco a poco –y no sin dificultad– se va extendiendo en muchos países exige una ciudadanía comprometida que pueda participar con madurez y conciencia en las decisiones políticas correspondientes (elecciones, referendos, etcétera) y en el debate intelectual que las acompaña. Puesto que la libertad de expresión constituye un derecho fundamental de este sistema, aceptamos que quienquiera pueda sostener cualquier opinión –por muy infundada que sea– porque entendemos que todos seremos capaces de discernir su inconsistencia. El problema surge cuando no solo escuchamos afirmaciones sencillas como “estoy en contra de la igualdad de la mujer”, “del aborto”, “del matrimonio homosexual” o “de los derechos de los migrantes”, sino razonamientos al estilo de “es natural que la mujer cuide de los hijos”, “estoy a favor de la vida”, “la homosexualidad es una enfermedad” o “España para los españoles”. Este segundo grupo de argumentos proselitistas, demagógicos y tendenciosos

sin duda confunde a muchas personas, como demuestra el hecho de que persistan todavía grupos machistas, antiabortistas, homofóbicos o xenófobos, pese a los indiscutibles avances en prosperidad, igualdad, libertad y solidaridad para todos que aportan las leyes que sustentan las opiniones contrarias.

En democracia dirimimos nuestras diferencias con el arma de los discursos y, puesto que el estilo que adoptan éstos resulta tan sutil, seductor o perverso, la ciudadanía debe estar capacitada para poder comprender el punto de vista y los intereses que se amagan detrás de cada texto –e incluso sus tergiversaciones o engaños –. Veamos algunos ejemplos: 2

El ciudadano democrático en 1 debería inferir que el autor está a favor de la democracia, puesto que la califica de ideal; en 2, al contrario, que está en contra, ya que la considera una falacia; en 3 debería identificar que se presupone que el habla de los hombres constituye el punto de referencia universal, si es que son las mujeres las que hablan diferente; en 4 debería darse cuenta de que la CNN norteamericana utiliza formas como acciones desde el aire y daños colaterales para referirse a lo que para Al Jezira, en 5, son respectivamente bombardeos y víctimas civiles, con las intenciones de evitar las connotaciones negativas que tienen estas expresiones y de

2 Ejemplos basados en el reportaje de Isabel Ramos Rioja y Sergio Heredia para el periódico catalán de prestigio La Vanguardia, 20-10-2001, “Dos lenguajes para una guerra. Análisis comparativo de los conceptos clave en la crisis internacional en las cadenas CNN y Al Jezira”, sobre la categorización léxica usada por estas cadenas de televisión para informar a sus audiencias de los hechos del 11 de setiembre en Nueva York y sobre la posterior invasión de Afganistán.

transmitir así a su audiencia una representación de los hechos más beneficiosa para los intereses norteamericanos, y finalmente, en 6, debería tener todo el conocimiento previo necesario3, sobre cultura general y política española en particular, para poder comprender el sarcasmo corrosivo que formula el autor contra el actual presidente del gobierno.

Los estudios lingüísticos de Análisis del Discurso han analizado buena parte de los fenómenos implicados en este tipo de significación: los mecanismos de modalización del texto o la emergencia de la subjetividad del autor (ideal / falacia), la reproducción de estereotipos culturales o representaciones cognitivas (hablar diferente de), la categorización léxica (daños colaterales / víctimas civiles) como recurso constructor de representaciones sociales o la polifonía (egalité, fraternité, etcétera) y la citación explícita (Caín) o encubierta (aplaudidos que fueron los primeros vagidos) de voces previas. Además, la corriente particular del Análisis Crítico del Discurso (ACD) se propone como objetivo específico el aprovechamiento de este cuerpo de conocimientos y esta metodología para contribuir a formar a la ciudadanía democrática (Fairclough, 1992 y 1995; Van Dijk, 1993 y 1999).

En conjunto, estos seis ejemplos muestran que el ciudadano preparado para vivir en democracia debe disponer de una sofisticada capacidad

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