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IDENTIDAD ÉTNICA TOJOLABAL

emikaori6 de Marzo de 2014

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Renegociaciones regionales del espacio:

Identidad étnica tojolabal en Las Margaritas, Chiapas

por Shannan L. Mattiace

Departamento de Ciencias Políticas, Allegheny College

Traducción de: María Vinós

En años recientes, indígenas de diferentes etnias de Chiapas se han reunido en foros regionales y nacionales en torno a un sentido de identidad indígena compartida. Los llamados a la unidad indígena en dichos foros tienen como base las experiencias comunes de discriminación, de falta de representación y poder en el sistema político nacional, y de carencia de servicios gubernamentales en regiones indígenas, así como la práctica compartida de trabajos comunales y otros procedimientos parecidos de toma de decisiones y organizativos dentro de las comunidades indígenas. Desde que se realizó el primero de estos encuentros, que fue el Congreso Indígena de San Cristóbal de las Casas en 1974, se ha producido un aumento en la organización colectiva que ha cruzado fronteras étnicas. En Chiapas se han llevado a cabo reuniones históricas, en las que tzotziles, tzeltales, choles y tojolabales han compartido problemas comunes y han discutido conjuntamente posibles soluciones. En sí, haber reunido a etnias indígenas provenientes de todo el estado constituye ya una aportación importante, al ofrecer a los participantes una visión más amplia de sí mismos, en su carácter tanto de miembros de etnias particulares como de indígenas en un contexto más amplio. Los participantes formaron nuevas alianzas al buscar establecer lazos con otras organizaciones en su estado, en México y en la comunidad internacional.

Si bien la solidaridad sobre bases étnicas ha abierto un camino para que los pueblos indígenas de Chiapas empiecen a abordar los problemas que comparten, lo difícil ha sido convertir esa solidaridad en un poder político y económico. Este proceso aún se encuentra en una etapa muy incipiente, sin embargo, sobre todo a partir de la insurrección zapatista, los activistas indígenas han aprovechado el desorden en el gobierno constitucional de Chiapas para emprender unilateralmente reformas políticas y administrativas a niveles locales y regionales. Tales experimentos de reordenamiento del gobierno para incluir a sectores de población que llevan quinientos años de estar excluídos del poder, han debido enfrentar una tenaz oposición de los gobiernos estatal y nacional, y su viabilidad sigue siendo muy incierta. A pesar de todo, ofrecen modelos que es preciso tomar en serio si se intenta diseñar un futuro más inclusivo y justo para Chiapas y quizá para otras regiones pobladas por grandes minorías indígenas. El presente trabajo examina uno de estos modelos, el de Regiones Autónomas Pluriétnicas, o RAP, desarrollado en la región de habla tojolabal al oriente del estado de Chiapas.

No deja de ser irónico que el experimento tojolabal de autonomía regional se haya convertido en modelo a seguir para Chiapas y para el país. El surgimiento de un gobierno regional en la zona tojolabal , en los últimos años, ha sido posible, en gran medida, porque en el siglo diecinueve los terratenientes mestizos destruyeron las estructuras comunitarias que existían entre los tojolabales, al igual que en otras regiones indígenas de México. El resultado fue que no han prevalecido entre los tojolabales identidades comunitarias fuertes, locales, como las que se observan en otras regiones indígenas. Además, la costumbre de los tojolabales de hacer peregrinaciones o romerías a los lugares sagrados tzeltales y chuj-mayas de las cercanías, ha facilitado la apertura hacia otras etnias indígenas, en mayor grado de lo que sucede en regiones tan conocidas como, por ejemplo, los Altos de Chiapas. Aún cuando hoy en día las romerías se han vuelto poco frecuentes entre los tojolabales, anteriormente funcionaron como espacios privilegiados para contactos y comunicaciones intercomunales (Ruz, 1994: 47). Ruz observa que las romerías eran uno de los cuatro mecanismos o rituales más comunes de cooperación inter-étnica en la comunidad tojolabal, siendo los otros tres los préstamos, el trueque de bienes y el mercado dominical en el centro regional (Ruz, 1993: 305).

Los movimientos migratorios desde áreas de asentamientos tojolabales tradicionales hacia la selva lacandona, que empezaron en la década de 1950 y que aumentaron durante los años siguientes a 1980, favorecieron las posibilidades de organización inter-étnica. Se reformaron y reconstruyeron estructuras comunitarias en la selva lacandona, en donde pueblos indígenas de Chiapas y --en menor medida-- de todas partes de México han intentado iniciar una nueva vida para sus familias. Las cooperativas cafetaleras, las uniones ejidales y las organizaciones con bases religiosas tendían a estar fundamentadas más en objetivos comunes, y no tanto en identidades discretas dentro de la comunidad. La tendencia a crear formas regionales mayormente inclusivas de organización “étnica” se vio acelerada en la década de 1990, con la presencia cada vez más fuerte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La amplia destrucción de comunidades tojolabales en el siglo diecinueve, por una parte, y las extensas migraciones a la selva lacandona en la segunda mitad del siglo veinte, por la otra, han resultado en una diferencia histórica entre los tojolabales y otros mayas de Chiapas --en particular, los de los Altos--, que los ha preparado para ser precursores de formas regionales de organización y desarrollo, similares a las que actualmente los grupos indígenas de todo el estado se ven obligados a adoptar, en la medida en que entran en crisis sus organizaciones sociales basadas en la comunidad.

Dicho lo anterior, al tiempo que los tojolabales tiene una larga y abundante historia de organización y de reivindicación de una identidad regional, contando hasta el día de hoy con el impulso organizativo de importantes fuerzas, es necesario reconocer que existen también fuerzas opuestas, que amenazan con dividirlos y desunirlos. Por ejemplo, muchos tojolabales --sobre todo dentro de áreas de asentamientos tradicionales-- se han identificado estrechamente con comunidades ejidales de la localidad. En algunos casos, esta “nueva” identidad ya tiene varias décadas de haberse implantado. En la Cañada Tojolabal, el área más antigua de asentamientos tojolabales, que se extiende desde Comitán hasta Altamirano, se da el caso de que la mayor parte de los ejidos fueron creados por la división de latifundios, bajo la reforma agraria de los últimos años de la década de 1930 y los primeros de la de 1940. De manera parecida, los conflictos contemporáneos intra-comunitarios --que típicamente se centran en cuestiones de afiliación política o religiosa-- también amenazan fraccionar a la sociedad tojolabal. En resumen, hay fuerzas que provocan una fragmentación cada vez mayor, y es posible que tales fuerzas estén aumentando su poder.

El presente ensayo comprende cuatro partes. En la primera, se sitúan los pueblos tojolabales dentro de las publicaciones históricas y antropológicas. En contraste con los mayas de los Altos, los tojolabales no han sido objeto de investigación extensa por parte de los científicos sociales. La segunda parte sigue la pista de los factores que han conducido a la aparición de organizaciones regionales, específicamente la formación de un gobierno regional tojolabal en los últimos años de la década de 1980. En las partes tercera y cuarta, me he propuesto yuxtaponer la identidad regional tojolabal a la persistencia de lealtades comunitarias (ejidales). El surgimiento de organizaciones campesinas independientes en la década de 1970 y de organizaciones regionales en la de 1980 son los elementos decisivos de una historia más extensa sobre la identidad étnica tojolabal. Dicha identidad no ha permanecido inmutable con el paso del tiempo, sino que ha debido modificarse para responder a interacciones con otros grupos de la región, sean indígenas o de otras culturas, así como a cambios en la tenencia y el uso de la tierra, y a la creciente regionalización de la política campesina, que ha hecho a los indígenas entrar en contacto con otros pueblos indígenas del estado y el país. Si bien mi argumentación insiste en que la identidad tojolabal ha cambiado con el tiempo, también señala pautas de formación de identidad. Por ejemplo, la relación de los pueblos indígenas con la tierra ha sido, durante siglos, una dimensión importante de su identidad. Sin embargo, la identidad étnica es más que el simple mantenimiento de la herencia del pasado, aunque dicha herencia sea muy importante. La identidad étnica es también un proyecto que se adapta a circunstancias que cambian, y que es preciso reimaginar y reinventar continuamente.

Los tojolabales en el registro histórico

Tojolabal, la palabra que se usa para denominar a los pueblos mayas indígenas que viven en el sudeste de Chiapas, se compone de dos partículas, a saber: legítima (= tojol) palabra (= ab’al), lo cual expresa la creencia tojolabal de ser el pueblo auténtico o legítimo, situado al centro de su universo cosmológico. Los pueblos tojolabales viven en el extremo centro-sur del estado. Al oeste los limita la carretera panamericana, al norte la municipalidad de Altamirano, al este el río Jataté y las lagunas de Montebello, y al sur la frontera internacional con Guatemala.

Tal vez a los eruditos les parezca irónico que hoy en día un pueblo indígena poco conocido sea el modelo para el movimiento de autonomía regional en Chiapas y en México.Las voluminosas publicaciones sobre los mayas que viven en la región central de los Altos de Chiapas, contrastan con la poca atención que los estudiosos han prestado

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