LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA SON ETICAMENTE NEUTRALES
doramj16 de Noviembre de 2013
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1. La ciencia y la tecnología: ¿Son éticamente neutrales?
1.1. Dos concepciones opuestas sobre la naturaleza ética de la ciencia y de la tecnología
Todos los días los medios de comunicación informan sobre episodios de deterioro social y ambiental o de daños a personas y a sus bienes. A veces se trata de desastres naturales, terremotos, huracanes, sequías, pero en muchos casos se trata de daños producidos mediante la aplicación del conocimiento científico y de alguna tecnología. En las guerras, en actos terroristas y en crímenes comunes se utilizan armas convencionales o sofisticados armamentos; en fraudes financieros o electorales suelen utilizarse complejos equipos informáticos; y el más serio deterioro ambiental es consecuencia de tecnologías tales como los motores de gasolina, las industrias petroleras y químicas en general, los desperdicios nucleares, o la explotación irracional de los bosques y selvas tropicales. Pero también diariamente leemos sobre los beneficios de la ciencia y la tecnología: terapias más efectivas para enfermedades que hasta hace poco eran mortales, nuevas vacunas, remedios para la impotencia sexual, robots que hacen cirugía de corazón abierto, sistemas de cómputo y de comunicaciones que permiten teleconferencias y una mejor educación a distancia, productos novedosos en la telefonía móvil, en Internet o en aviones para hacer la comunicación más rápida, segura y económica.
La posibilidad de que el conocimiento científico y la tecnología se usen para bien y para mal ha dado lugar a concepciones encontradas acerca de su naturaleza y de los problemas éticos que plantean. Una de esas concepciones sostiene la llamada “neutralidad valorativa” de la ciencia y de la tecnología. De acuerdo con ella, la ciencia y la tecnología no son buenas ni malas por sí mismas. Su carácter positivo o negativo, desde un punto de vista moral, dependerá de cómo se usen los conocimientos, las técnicas y los instrumentos que ellas ofrecen a los seres humanos. Esta posición sostiene, por ejemplo, que los conocimientos de física atómica y el control humano de la energía nuclear no son moralmente buenos ni malos por sí mismos. Son buenos si se usan para fines pacíficos y se cuidan los efectos ambientales; pero son malos si se usan para producir bombas, y peor si esas bombas se utilizan efectivamente para destruir bienes y dañar a la naturaleza, o para intimidar y dominar a pueblos o a personas.
Para esta concepción, los conocimientos científicos y la tecnología sólo son medios para obtener fines determinados. Los problemas éticos en todo caso surgen ante la elección de los fines a perseguir, pues son éstos los que pueden ser buenos o malos desde un punto de vista moral. Pero ni los científicos ni los tecnólogos son r e s p o n s a b l e s de los fines que otros elijan.
La concepción de la neutralidad valorativa de la ciencia se basa principalmente en la distinción entre hechos y valores. Las teorías científicas tienen el fin de describir y explicar hechos y no es su papel el hacer juicios de valor sobre esos hechos.
A esta concepción se opone otra que propone un análisis según el cual la ciencia y la tecnología ya no pueden concebirse como indiferentes al bien y al mal. La razón de esto es que la ciencia no se entiende únicamente como un conjunto de proposiciones o de teorías, ni la tecnología se entiende sólo como un conjunto de artefactos. Bajo esta concepción “alternativa”, la ciencia y la tecnología se entienden como constituidas por sistemas de acciones intencionales.
Es decir como sistemas que incluyen a los agentes que deliberadamente buscan ciertos fines, en función de determinados intereses, para lo cual ponen en juego creencias, conocimientos, valores y normas. Los intereses, los fines, los valores y las normas forman parte también de esos sistemas, y sí son susceptibles de una evaluación moral.
Veamos con más detalle esta concepción.
1.2. Los sistemas científicos y técnicos como sistemas de acciones intencionales y por tanto susceptibles de evaluación ética
Con frecuencia pensamos en el conocimiento científico como un conocimiento “puro”, desvinculado de los intereses, los valores y las pasiones de los seres humanos. Pero los conocimientos científicos no son ajenos a nada de eso. Además, la ciencia es, como ha quedado patente en los dos primeros módulos, mucho más que sólo el conjunto de conocimientos científicos. La ciencia es un organismo dinámico (Bunge, 1996) , compuesto por prácticas, acciones e instituciones, orientadas hacia el logro de fines, en función de deseos, intereses y valores. Análogamente, tendemos a pensar en la tecnología sólo como un conjunto de aparatos e instrumentos, o si acaso también como un conjunto de técnicas. Sin embargo, la tecnología es algo mucho más complejo que sólo los conjuntos de aparatos y de técnicas. Una importante concepción actual considera que la tecnología está formada por sistemas técnicos que incluyen a las personas y los fines que ellas persiguen intencionalmente, al igual que los conocimientos, creencias y valores que se ponen en juego al operar esos sistemas para tratar de obtener las metas deseadas (Quintanilla, 1989).
Puesto que las intenciones, los fines y los valores, además de las acciones emprendidas y los resultados que de hecho se obtienen (intencionalmente o no), sí son susceptibles de ser juzgados desde un punto de vista moral, los sistemas técnicos pueden ser condenables o loables, según los fines que se pretendan lograr mediante su aplicación, los resultados que de hecho produzcan, y el tratamiento que den a las personas como agentes morales.
Bajo esta concepción, entonces, la ciencia y la tecnología no son éticamente neutrales.
1.3. Técnicas, artefactos y sistemas técnicos
En filosofía de la tecnología suele hacerse una distinción entre técnicas, artefactos y sistemas técnicos. Miguel Ángel Quintanilla (1989, 1996) , define estos conceptos de la siguiente manera.
Las técnicas son sistemas de habilidades y reglas que sirven para resolver problemas. Las técnicas se inventan, se comunican, se aprenden y se aplican. Por ejemplo, podemos hablar de un grabado hecho con la técnica de “punta seca”, de técnicas para resolver sistemas de ecuaciones, de técnicas de propaganda para ganar el mercado para un cierto producto, o de técnicas de lavado de cerebro para eliminar el pensamiento crítico y la disidencia en un cierto sistema político.
Los artefactos son objetos concretos que se usan al aplicar técnicas y que suelen ser el resultado de las transformaciones de otros objetos concretos. Los artefactos se producen, se fabrican, se usan y se intercambian. Todos estamos rodeados de artefactos en nuestra vida diaria: televisores, ordenadores, autobuses, aviones, etc. Pero ni las técnicas ni los artefactos existen al margen de personas que las aplican o los usan con determinadas intenciones.
Una piedra bruta no ha sido fabricada por nadie, no es un artefacto, pero puede ser usada como medio para pulir otra piedra, para romper una nuez o una cabeza. Cuando alguien la usa intencionalmente para transformar un objeto concreto ha producido un artefacto. Pero entonces se ha creado un sistema técnico. Un sistema técnico consta de agentes intencionales (al menos una persona que tiene alguna intención), de al menos un fin que los agentes pretenden lograr (abrir un coco o intimidar a otra persona), de objetos que los agentes usan con propósitos determinados (la piedra que se utiliza instrumentalmente para lograr el fin de pulir otra piedra y fabricar un cuchillo), y de al menos un objeto concreto que es transformado (la piedra que es pulida). El resultado de la operación del sistema técnico, el objeto que ha sido transformado intencionalmente por alguna persona, es un artefacto (el cuchillo).
Al plantearse fines los agentes intencionales lo hacen contra un trasfondo de creencias y de valores. Alguien puede querer pulir una piedra porque cree que así le servirá para cortar ciertos frutos. La piedra pulida es algo que el agente intencional considera valiosa. Los sistemas técnicos, entonces, también involucran creencias y valores.
“Una realización técnica es un sistema de acciones humanas intencionalmente orientado a la transformación de objetos concretos para conseguir de forma eficiente un resultado valioso” M.A. Quintanilla (1989, pág. 34)
Hoy en día los sistemas técnicos pueden ser muy complejos. Pensemos tan sólo en una planta nuclear o en un sistema de salud preventiva en donde se utilizan vacunas. Estos sistemas, además de ser complejos de acciones involucran, entre muchos otros elementos, conocimientos científicos; de física atómica en un caso y de biología en el otro. Los agentes intencionales que forman parte de un sistema técnico tienen la capacidad de representarse conceptualmente la realidad sobre la cual desean intervenir. Los seres humanos tienen la capacidad de abstraer de la realidad ciertos aspectos que les interesan, y de construir modelos y teorías para explicarse esos aspectos de la realidad y para poder intervenir sobre ellos, para modificarlos o manipularlos.
Los seres humanos también son capaces de asignar valores a estados de cosas en el mundo, es decir, de considerar como buenos o malos ciertos estados de cosas, o de considerarlos como deseables o indeseables. Por ejemplo, los materiales de construcción que se obtienen mediante la explotación de un bosque, digamos la madera, pueden ser valiosos para un grupo
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