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LA TRUNCA TRANSICIÓN DEL RÉGIMEN OLIGÁRQUICO AL RÉGIMEN DEMOCRÁTICO. ANSALDI

ezemag3Resumen22 de Febrero de 2019

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LA TRUNCA TRANSICIÓN DEL RÉGIMEN OLIGÁRQUICO AL RÉGIMEN DEMOCRÁTICO. ANSALDI

LA IMPORTANCIA DE LA LEY SAENZ PEÑA

Un tema clave de este periodo es la democratización del Estado y la Sociedad.

A partir de 1912, se produjo una transición de la dominación oligárquica a la democrática, proceso que se interrumpe y trunca no solo por el golpe militar del 30, sino también por los limites que tienen la propia democratización política (exclusión de mujeres y habitantes de Territorios Nacionales) y el mismo proceso de transición (veces que las formas de dominación oligárquica persisten a niveles provinciales).

La Ley Sáenz Peña establece un nuevo régimen electoral de sufragio universal masculino, secreto y obligatorio para mayores de 18 años, con la asignación de las dos terceras partes de cargos por elegir a la lista que obtenga mayor cantidad de votos y el tercio restante al que le siga; es un sistema de voto restringido o limitado. Quedaban excluidas mujeres y extranjeros, además de argentinos con incapacidad, por cierto estado y condición, y de dignidad. Además la ley no se aplica en Territorios Nacionales.

Esta ley fue impulsada por sectores transformistas de la burguesía, y persigue descomprimir la presión de los sectores excluidos del sistema político y permitir la libre competencia electoral entre partidos socialmente representativos. Con ella se quería lograr la constitución de un partido orgánico de la burguesía democrática, objetivo no logrado pese al intento del primer Partido Demócrata Progresista.

El nuevo sistema se aplico por primera vez para elegir diputados nacionales en 1912.

Si bien los conservadores seguían siendo mayoría, con la muerte de Sáenz Peña en 1914, (reemplazado por Victorino de la Plaza) y con los resultados de las elecciones de ese año y el siguiente, se generó la ofensiva de los grupos conservadores antirreformistas, promotores de la derogación de la ley, pero sus presiones no alcanzaron y se llegó a las elecciones presidenciales de 1916.

En esta fecha se realizaron los primeros comicios para escoger electores de presidente y vice mediante el voto secreto y obligatorio. Solo el 10 % de la población total votó (62,7 % de los que se encontraban en los padrones), a la exclusión legal de las mujeres y los extranjeros se sumaba una abstención coyuntural relevante de varones en condiciones de ejercer la ciudadanía política. Había 5 bloques: radicales, conservadores, demoprogresistas, radicales disidentes y socialistas.

La democracia política, que comenzada entonces a construirse en 1912 (Transición de un régimen político oligárquico a otro democrático), era al mismo tiempo, ampliada, en un sentido, y restringida en otro. Ampliada no sólo por incorporar al sistema de decisiones políticas a las clases de formación reciente (media y obrera), sino, por hacer efectivamente posible el ejercicio del sufragio masculino en un país en el cual a nivel nacional no ha habido, históricamente, formal restricción a su universalidad. Comparativamente el proceso argentino de democratización política se despliega con más rapidez que lentitud en materia de universalidad masculina. El voto femenino se concede en 1947.

Pero el temprano basamento para construir una democracia política liberal no es lo suficientemente firme. Los años de la transición a la democracia y la interrupción de ésta muestran la permanencia y el despliegue de viejas prácticas como el caudillismo, el clientelismo, la intolerancia, la intransigencia y el fraude electoral. Se produce un cambio en el régimen político, el cual no conlleva a una crisis de Estado (no se cuestiona la matriz fundamental de la dominación social, de dominación de clase). Se modificó el régimen político y amplió la participación en el sistema de decisión política, pero manteniendo restricciones (exclusión de mujeres, inmigrantes, argentinos residentes en los Territorios Nacionales, etc.).

 La ley permitió la creación de un sistema de partidos competitivo, el paso de un sistema de partido predominante a un sistema de partidos de pluralismo limitado. También, el pasaje de la hegemonía organicista (1880-1912) a la hegemonía pluralista, proceso rápido en el que la nota dominante fue la continuidad del carácter burgués de la hegemonía (económico: modelo primario exportador). La burguesía se vio fracturada en un sector conservador que pretendían seguir con la oligarquía, y otro democrático, que no podía afirmarse ni ampliar la base social de su dominación incorporando a las clases subalternas. La solución a esa situación fue la recurrencia de la burguesía conservadora al golpe de Estado. En 1930 es notable la ausencia de las fuerzas democráticas, tanto burguesas como de clase media y obrera.

Paradoja de la etapa de hegemonía pluralista: la ampliación de la democracia política resalta la debilidad del sistema de partidos políticos y Parlamento como vehículo de mediación entre la sociedad civil y la sociedad política. Se produjo un proceso de disidencias y fracturas partidarias que dificultaba la función representativa de los partidos. Los conservadores no se conformaron como partido nacional, en radicalismo tuvo desprendimientos provinciales que originaron sendos partidos, el Partido Socialista se dividió tres veces, y el Partido Demócrata Progresista no logro articularse como una fuerza política de los sectores burgueses transformistas, es decir una derecha democrática, ni como una liberal progresista. Un amplio frente a favor del afianzamiento de la democracia política, una aspiración que comparten radicales, socialistas y demoprogresistas.

LA CUESTIÓN DE LA MEDIACIÓN ENTRE SOCIEDAD CIVIL Y ESTADO

En un régimen democrático liberal, el canal por el que se expresan las demandas de la sociedad civil ante el Estado es el de los partidos políticos/Parlamento. Los partidos con representación parlamentaria son quienes operan como agentes transmisores de las demandas de la sociedad civil al Estado. En Argentina, los partidos no lograron consolidar su papel de mediadores y articuladores entre la sociedad civil, y el Estado, al igual que el Parlamento. Es probable que haya incidido el hecho de que Yrigoyen haya sido presidente con un Poder Legislativo adverso que trababa la adopción de medidas que requerían el acuerdo parlamentario. Recién en 1918 el radicalismo alcanzó la mayoría y presidencia en la Cámara de Diputados. En el Senado, la mayoría conservadora permitía el efectivo desempeño de reaseguro oligárquico. Para Yrigoyen, la correlación de fuerzas adversas operaba como una traba a su política de reformas, en las materias que era necesaria la conformidad de las dos Cámaras.

El yrigoyenismo (1916-1922) gobernó en un contexto caracterizado por una ambigüedad, por una institucionalización perversa del conflicto político-social: El Poder Ejecutivo fue controlado por una fuerza democrática con una fuerte base popular urbana, mientras el Poder Legislativo tenía una composición caracterizada por la mayoría democrática (a partir de 1918) en Diputados, y la mayoría oligárquica, con poder de veto, en Senadores. Las relaciones entre ambos poderes expresaban fuerzas sociales y políticas diferentes incluso contradictorias. Los sectores oligárquicos de la burguesía tenían una sobrerrepresentación que les permitía convertir al Parlamento en su principal forma de oposición al reformismo. El Parlamento aparecía como una institución debilitada para desempeñar con eficacia su función articuladora entre las demandas de la sociedad civil y la capacidad de decisión estatal.

La sólida convicción de Yrigoyen sobre su propia y personal misión histórica y su concepción política respecto de los papeles institucionales del presidente y del Poder Legislativo contribuyeron a tal debilitamiento. Yrigoyen se autoconcibe como ejecutor de un mandato encomendado por el pueblo y como personificación de los valores de éste, identificándose con los gobernados.

Otro aspecto de la gestión radical que contribuyo a debilitar la mediación partidaria y a potenciar la corporatista fue la política obrera del primer gobierno de Yrigoyen. Era un gobierno que atendía favorablemente demandas proletarias. Cabe decir que esta atención no era general a todos los obreros, sino que se dirigía a los reclamos presentados por sindicatos de servicios estratégicos para la economía agroexportadora, como ferroviarios y portuarios. El “obrerismo” yrigoyenista contribuyó a consolidar una forma corporatista de mediación entre la sociedad civil y el Estado, la cual atiende y defiende intereses particulares bien sectoriales. Además de formar una sociedad constituida por esferas orgánicas, era una estrategia para disputar votos obreros a los socialistas.

EL CATCH ALL RADICAL

Renuncia radical a definirse como partido, por la confusión Radicalismo=Nación. La causa de la UCR es la de la Nación misma y su representación la del poder público. No está con nadie ni contra nadie, sino con todos para el bien de todos. Este era su discurso.

La concepción omnicomprensiva con la que el radicalismo se piensa a sí mismo es más fuerte que la de un partido catch all que atrapa todo.

Dentro del campo de fuerzas democrático-populares, la postura radical encuentra su correlato en el Partido Socialista, también él rígidamente principista y reacio a alianzas con otras fuerzas políticas, posición parcial y coyunturalmente modificada al integrar, con el Partido Demócrata Progresista y en ocasión de las elecciones presidenciales de 1931, la Alianza Civil.

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