Rusia en transición a un nuevo régimen “El Putinismo”

Pontificia Universidad Católica de Chile[pic 1]

Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política

Instituto de Historia

      Rusia en transición a un nuevo régimen

                         “El Putinismo”

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                                                         Fecha: 12/11/2018

Santiago de Chile

El desmoronamiento de la Unión Soviética marca el fin de una época, la vieja Rusia imperial se disolvería para dar paso a un nuevo orden. Mijaíl Gorbachov, perteneciente al Partido Comunista desde 1985 intento modificar la política rusa a través de una mayor apertura y restructuración del sistema imperante, quien se convertiría en secretario general del Partido y presentaría un plan con una serie de reformas económicas y políticas que guardarían gran popularidad dentro de la zona occidental del globo, y que influenciarían a los estados soviéticos a independizarse; evidencia de esto fue la creación de la “Comunidad de Estados Independientes” (CEI), formada por antiguas  repúblicas ex URSS. Pero el proyecto encabezado por Gorbachov abrió una caja de Pandora. La Unión Soviética, se vino abajo, comenzando la rebelión de los estados, el sentimiento de disconformidad, el colapso de la economía y la parálisis institucional. En pocos años, el líder de la URSS se convirtió en el presidente de un país que ya no existía.

No fue hasta 1991 que los rusos eligen por primera vez a su presidente; Boris Yeltsin, quien ya había sido nombrado por Gorbachov como jefe de partido, y después sustituido debido a una serie de problemas personales entre ambos. Entre 1990 y 1991 les tocaría trabajar juntos en el Kremlin, periodo complejo para la burocracia rusa; la desconfianza en el sistema, la corrupción, el alcoholismo y otros varios problemas sociales generaron un ambiente de descontento y rechazo hacia las figuras de la Unión Soviética como podemos visualizar dentro de la película “Leviathan” específicamente en el símbolo de las figuras de poder; como la del  ya electo presidente Boris Yeltsin y su desprestigiada imagen determinada por sus problemas con la justicia o el mismo alcalde envuelto en problemas de alcoholismo.^[1]

“¨La desintegración de la URSS acarreó, además una crisis económica generalizada que ha supuesto la caída de la producción interior, especialmente industrial, con una pérdida brutal del poder adquisitivo de la población; sobre todo, en aquellos nuevos Estados donde a la crisis económica se unió la explosión de conflictos étnicos o guerras declaradas”^[2].

 El episodio terminaría con la dimisión de Gorbachov y la desintegración de la URSS el 25 de diciembre de 1991, que tras una serie de levantamientos desde Ucrania hasta Armenia y el fracaso del ya nombrado CEI, la bandera soviética seria arraigada del edificio del Senado en el Kremlin, y el Sóviet Supremo de la URSS reconocería su extinción.

Comenzaría entonces el camino de Rusia hacia el mundo occidental, un primer paseo rápido hacia el capitalismo, un cambio radical en su economía centralizada que culminaría, en segundo lugar y políticamente, con el desmantelamiento del régimen de los Sóviets hacia la búsqueda de una democracia como se venían dando en el mundo occidental. Rusia parecía transitar, con la implosión del modelo soviético, supuesta y definitivamente, “de Imperio a Nación”^[3]. Esta nueva Rusia encontró a su líder en la figura del sucesor de Yeltsin; Vladimir Putin, líder clave para la Rusia actual quien en el año 2000 se convirtió en presidente del país después de ganar las elecciones.

Posterior a todo este proceso de desintegración hoy por hoy podemos señalar que Rusia se ha integrado bien, en la actualidad se caracteriza por poseer un estado fuerte, una economía estable, y un clave poderío a nivel mundial, llegando a ser considerada dentro de los países como mayor potencial económico.

“(…) En 2002 fue firmado el acuerdo BRIC por parte de Brasil, Rusia, China e India, cuyas economías disponen del mayor potencial de crecimiento económico en las próximas décadas del siglo XXI y el gobierno ruso aspira a lograr en un futuro que este mecanismo se convierta en un contrabalance al Grupo de los Ocho países más industrializados (…)”.^[4]

¿Sera la figura de Vladimir Putin sinónimo de un nuevo éxito ruso?

¿Podremos por ende hablar de un “Putinismo” como nuevo orden imperante de la Rusia post desintegración de la URSS?

Putin marca la historia de la nueva Rusia, tomando las riendas de una derrumbada Unión Soviética hacia un nuevo proceso de integración, autocrático y nacionalista que usará las hazañas militares y la política exterior como su principal motor para crear un nuevo régimen, y que sin su figura no podríamos entender de igual manera.

Tras la caída de la URSS, la antigua Rusia imperial tanto zarista y comunista, parecía por fin transitar hacia una nueva democracia integrativa junto a los países de occidente contra quienes pelearon durante la segunda guerra y parte de la guerra fría. Este proceso se llevaría a cabo con una compleja evolución del sistema, que debió adaptarse al moderno proceso capitalista a partir de la presidencia de Vladimir Putin, con gran impacto mediático y geopolítico.

Vladimir Putin llevo a cabo una serie de reformas, un estado supercentralizado determinado por una restructuración del Estado y su orden institucional. Sus primeras medidas se centraron hacia el restablecimiento del eje central de estado, sólo unas semanas después de su toma de posesión, Putin estableció un nuevo sistema de siete “superdistritos”, cada uno encabezado por un “plenipotenciario”.

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