ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LOS FUNDAMENTOS NO RACIONALES DE LA RACIONALIDAD - COLLINS

Rodrigo BiarnesApuntes14 de Noviembre de 2018

4.338 Palabras (18 Páginas)641 Visitas

Página 1 de 18

LOS FUNDAMENTOS NO RACIONALES DE LA RACIONALIDAD - COLLINS

Ser razonables es algo bueno y no serlo es propio de un tonto, un idiota o un niño pequeño. Parece evidente que la capacidad de hacer uso de la razón es el aspecto esencial de nuestro ser.  Somos un animal racional.

De esto parecería desprenderse que prácticamente todo lo que hacemos, las actividades de la vida cotidiana, el trabajo y los negocios, la política y la administración gubernamental, está basado en procesos de pensamiento racional.

La sociología se plantea en disidencia con toda esta creencia en la racionalidad basada en el sentido común. Uno de los descubrimientos principales de la sociología es que la racionalidad es limitada y aparece solo bajo ciertas condiciones. Más aun: la sociedad misma, en última instancia, no está basada en un criterio de acuerdo razonable o racional, sino en fundamentos no racionales.

La razón más sencilla para dudar de la omnipotencia de la racionalidad reside en el hecho de que habitualmente los diferentes defensores de la racionalidad no están de acuerdo entre sí. Hasta los defensores de la racionalidad tendrían que admitir que al menos una parte del tiempo las cosas no están determinadas por la racionalidad, sino por lo opuesto a ella. Evidentemente, la pregunta es ¿Cuál es cual? La respuesta que cada uno da depende del lado en que se encuentre.

La existencia de desacuerdos y conflictos es una razón para dudar del poder envolvente de la racionalidad. Podemos ir más lejos y mostrar que muchas políticas, en sí mismas sumamente racionales, pueden llevar a consecuencias que sus propios creadores considerarían indeseables. Un ejemplo de esto es la burocracia, pensadas para lograr una máxima eficacia, son tristemente celebres por su ineficiencia. Una buena parte de la sociología se ha centrado justamente en ese punto.

La racionalidad funcional consiste en seguir los procedimientos para calcular fríamente como se puede lograr un resultado de la manera más eficiente.  Esta se ocupa solo de los medios para lograr un fin.

En cambio la racionalidad sustantiva se ocupa de los fines en sí mismos. Los mismos procedimientos pueden ser funcionalmente racionales pero conducir a resultados sustancialmente irracionales. Una burocracia es una red de especialistas que se ocupan solo de los medios más eficientes para lograr una meta específica. En qué consisten exactamente esas metas no es un problema de ellos. Se ocupan solo de sus propias obligaciones y consideran que todo aquello que queda fuera de su área particular es problema de otros.

Podríamos suponer que la consideración de los resultados globales es responsabilidad de los administradores de más alto nivel. El problema es que cuanto mas burocrática es una organización mas atrapados quedan los administradores en su propio sistema. Su visión del mundo está condicionada por esos mismos procedimientos organizacionales.

La racionalidad funcional tiende a eliminar la racionalidad sustantiva.

Los gobiernos del SXX son claros ejemplos de una maquinaria burocrática fuera de control. Llevada al extremo la racionalidad funcional puede incluso amenazar la existencia de la civilización. Es precisamente la preponderancia de la racionalidad funcional sobre la racionalidad sustantiva lo que hace a la gente incapaz de mirar adelante, hacia horizontes más amplios. Cada cual se concentra  en hacer su propio trabajo, calculando los medios más eficientes para lograr un objetivo, actuando como una pequeña pieza del engranaje de una maquina. El propósito de esa pequeña pieza es hacer girar un engranaje. La persona que actúa como esa pequeña pieza resulta incapaz de formarse opinión, en primer lugar de por qué el engranaje debe dar vueltas; y luego, sobre si no sería mejor desechar la maquina por completo y reemplazarla por alguna otra cosa.

Las consecuencias irracionales de los procedimientos racionales no se limitan a la esfera militar y política. La línea del análisis empezó con Karl Marx en el siglo XIX. Ve una dinámica similar en el ámbito económico. La esencia del capitalismo, es precisamente su tendencia a reducirlo todo a cálculos de rentabilidad. En ese proceso, los valores humanos quedan subordinados a los económicos, y la consideración de los seres humanos termina por perderse en la maquinaria capitalista. Por otra parte, los resultados económicos del sistema, a la larga también terminan siendo irracionales. La racionalidad funcional del capitalismo se encuentra en la raíz de su irracionalidad sustantiva.

Se podría decir incluso que la especialidad de la sociología es el estudio de procesos que terminan resultando no racionales.

Pero hay también una perspectiva aun más fundamental, que muestra que la racionalidad en si no es el pilar sobre el cual, en primera instancia, basa su existencia la sociedad.

Este análisis fue formulado en el siglo XIX por Durkheim. Él analiza la sociedad estableciendo una analogía con el organismo biológico, en el que cada parte contribuye a la armoniosa integración del conjunto. Esta línea de análisis, conocida como funcionalismo, apunta a interpretar que cada una de las instituciones sociales contribuye al orden social. Muchas escuelas de la sociología moderna rechazan la perspectiva funcionalista de Durkheim. Estas escuelas, en cambio hacen hincapié en el papel del conflicto y la dominación entre clases sociales y otros grupos como determinantes primordiales de la forma de vida social.

En mi opinión, la estructura global de la sociedad puede comprenderse mejor como resultado de grupos de conflicto, algunos de los cuales dominan a otros. Pero el conflicto y la dominación en si son posibles solo porque los grupos están integrados a un nivel micro.

No dejaremos de tener en cuenta el hecho de que las personas persiguen sus propios intereses personales, al mismo tiempo que experimentan sentimientos de solidaridad, al menos hacia algunas personas. La racionalidad y el cálculo también tienen su lugar en el esquema, junto con sus fundamentos no racionales.

Las bases precontractuales de los contratos

Una forma tradicional, racionalista, de abordar a la sociedad es la que parte del concepto de contrato social. Algunos teóricos de la política, como Hobbes y Rousseau, veían los orígenes de la sociedad humana en el contrato establecido mucho tiempo atrás por personas que se habían reunido deliberadamente para seguir normas comunes y cosechar los beneficios de la cooperación social.

Los individuos que se unen en una sociedad obtienen cosas importantes que no pueden conseguir solos; por lo tanto, constituir una sociedad es una opción racional en la medida en que vemos los beneficios que obtenemos al mantener la sociedad y sus reglas.

Sin embargo, si seguimos la lógica de un punto de vista estrictamente racional, llegamos a la conclusión contraria. Si las personas actuaran en función de una base puramente racional, nunca serian capaces de reunirse para formar una sociedad.

Suena paradójico. Al unirse, las personas pueden incrementar su productividad económica mediante la división del trabajo. Al conformarse un Estado, pueden vivir bajo la protección de la norma de la ley y defenderse de los ataques externos. Entonces, parece que los beneficios de la sociedad son obvios y que los individuos racionales deberían ver esos beneficios y establecer algún tipo de contrato social que garantiza la existencia cooperativa ¿por qué este argumento obvio no explica la existencia de la sociedad?

Como observo Durkheim, el problema reside en la cuestión de cómo exactamente se negocia un contrato. Porque, en realidad, todo contrato supone dos contratos. Uno es el contrato que hacemos de manera consciente. Pero hay un segundo contrato, velado, un contrato implícito, que dice que una y otra parte obedecerán las reglas del primer contrato. Pero hay que ser consciente de que alguien podría hacer trampa. Para que valga la pena hacer un contrato, se debe estar seguro de que el otro partícipe va a cumplir con su parte del acuerdo.

Sin embargo, en términos estrictamente racionales, se tiene más posibilidad de ganar si se incumple. Si su contraparte es honesta, usted ganara todo y no perderá nada. Si su contraparte también incumple, al menos usted no habrá perdido nada; ninguna de las partes pone nada, ninguna de las partes obtiene nada y se vuelve al punto en que se había empezado.

Podría preguntarse qué pasas si las dos partes cumplen el acuerdo. ¿No se benefician ambas partes? Si. Pero en ese caso, nadie obtiene algo sin aportar nada. Hay un intercambio, en el que presumiblemente ambas partes obtienen alguna ganancia (aunque no siempre sea así). Si se compara esta última situación con aquella en la que una parte engaña exitosamente a la otra se puede ver que se gana mucho mas engañando exitosamente que cumpliendo un trato en el que ambas partes cumplen lo acordado.

En definitiva, resulta que entre incumplir y cumplir el acuerdo, la primera es la estrategia más racional. El incumplimiento garantiza que en el peor de los casos no se pierda nada y en el mejor de los casos se gane bastante. Por otra parte, cumplir con el acuerdo implica que en el mejor de los casos se gana poco, mientras que en el peor se pierde mucho. De  modo que un individuo racional siempre incumpliría.

Si este fuera un mundo completamente racional, nadie entablaría nunca un contrato social y el mundo estaría constituido por individuos aislados, eternamente desconfiados de los demás. La sociedad nunca se habría constituido, pero no porque el mundo pre social fuera en cierta forma salvaje y subdesarrollado, sino precisamente por ser demasiado racional.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (27 Kb) pdf (48 Kb) docx (20 Kb)
Leer 17 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com