La Exclusion
alex.florez4 de Mayo de 2014
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Desigualdad, exclusión y globalización: hacia la construcción multicultural de la igualdad y la diferencia
Los sistemas de desigualdad y exclusión
La modernidad supuso un significado de la desigualdad y la exclusión diferente de las sociedades del antiguo régimen. La igualdad, la libertad y la ciudadanía se reconocen como principios emancipatorios de la vida social, mientras que a la desigualdad y la exclusión no se les reconoce legitimidad alguna.
La convergencia y reducción del paradigma de la modernidad al desarrollo capitalista, significó la contradicción entre los principios de emancipación (apuntaban hacia la igualdad y la integración social) y los principios de la regulación (pasan a regir los procesos de desigualdad y de exclusión producidos por el propio desarrollo capitalista).
La desigualdad y la exclusión pasan a ser dos sistemas de pertenencia jerarquizada:
• Sistema de desigualdad: la pertenencia se da por la integración subordinada, implica un sistema jerárquico de integración social, quien se encuentra abajo está adentro y su presencia es indispensable
• Sistema de exclusión: la pertenencia se da por la exclusión, está dominado por el principio de la exclusión pues se pertenece por la forma como se es excluido; quien está abajo, está afuera
El teorizador de la desigualdad en la modernidad capitalista es Marx: la relación capital/trabajo es el principio de la integración social en la sociedad capitalista, tal integración se funda en la desigualdad entre el capital y el trabajo, una desigualdad clasista basada en la explotación. Así, la desigualdad es un fenómeno socioeconómico,
Foucault es el teorizador de la exclusión. La exclusión es un fenómeno cultural y social, un fenómeno de civilización. En tal proceso histórico una cultura, mediante un discurso de verdad, crea una prohibición y la rechaza, establece un límite más allá del cual sólo hay transgresión: la locura, el crimen, la delincuencia o la orientación sexual. Se crea entonces un dispositivo de normalización que es calificador y descalificador. La descalificación como loco o como criminal consolida la exclusión.
Ambos sistemas de pertenencia jerarquizada son dos tipos ideales. En la modernidad capitalista son importantes otras dos formas de jerarquización, híbridas pues contienen elementos propios de la desigualdad y de la exclusión: el racismo y el sexismo, se fundan en los dispositivos de verdad que crean los excluidos foucaultianos, el yo y el otro, simétricos en una repartición que rechaza o prohíbe todo lo que cae en el lado errado de la dicotomía. En las dos formas de jerarquización se pretende una integración subordinada por el trabajo.
El sistema de desigualdad reposa en el esencialismo de la igualdad, ya que el contrato de trabajo es un contrato entre partes libres e iguales
El sistema de la exclusión reside en el esencialismo de la diferencia, ya sea en la cientifización de la normalidad, y por lo tanto de la prohibición, o en el determinismo biológico de la desigualdad racial o sexual.
Las prácticas sociales, las ideologías y las actitudes combinan la desigualdad y la exclusión, la pertenencia subordinada, el rechazo y la prohibición.
La desigualdad y la exclusión aceptan diferentes grados. El grado extremo de exclusión es el exterminio: el exterminio de los judíos y de los gitanos bajo el nazismo, la limpieza étnica hoy en día. El grado extremo de desigualdad es la esclavitud.
La desigualdad entre el capital y el trabajo, la exclusión de la prohibición, el racismo y el sexismo fueron construidos socialmente como principios de jerarquización social en el ámbito de las sociedades nacionales metropolitanas y de algún modo en ese espacio-tiempo fueron acogidos por las ciencias sociales. Pero desde el inicio de la expansión capitalista estos principios de jerarquización y discriminación tienen otro espacio-tiempo: el sistema mundial, donde igualmente se mezclan desde siempre los principios de la desigualdad y la exclusión.
En el sistema mundial se cruzan dos ejes: el eje socio eco nómico de la desigualdad y el eje cultural, civilizacional, de la exclusión. El eje Norte/Sur es el eje del imperialismo colonial y poscolonial, socio-económico, integrador de la diferencia. El eje Este/Oeste es el eje cultural, civilizacional de la frontera entre la civilización occidental y las civilizaciones orientales: islámica, hindú, china y japonesa. El imperialismo es la mejor traducción del eje Norte/Sur, así como el orientalismo es la mejor traducción del eje Este/Oeste.
La gestión moderna de la desigualdad y la exclusión
La regulación social de la modernidad capitalista se construye por procesos que generan desigualdad y exclusión, pero establece mecanismos para controlarlos o mantenerlos dentro de ciertos límites, y apuntan hacia una gestión controlada del sistema de desigualdad y de exclusión, así buscan la emancipación posible dentro del capitalismo.
Tales mecanismos confrontaron movimientos anticapitalistas, socialistas, con sus propuestas de radical igualdad e inclusión, que tendieron a concentrarse en una forma privilegiada de desigualdad o de exclusión. El marxismo se concentró en la desigualdad clasista y vio más claramente el eje Norte/Sur que el eje Este/Oeste.
Características principales de la lucha moderna capitalista contra la desigualdad y la exclusión.
El universalismo fue el dispositivo ideológico de la lucha contra la desigualdad y la exclusión, que asume dos formas en apariencia contradictorias:
• El universalismo antidiferencialista: opera por la negación de las diferencias, opera según la norma de la homogeneización, que impide la comparación por la destrucción de los términos de esta comparación. Fue accionado políticamente por el principio de la ciudadanía y de los derechos humanos
• El universalismo diferencialista: se da por la absolutización de las diferencias, se evidencia según la norma del relativismo, que hace incomparables las diferencias por la ausencia de criterios transculturales. Fue accionado como un recurso y en algunas ocasiones se produjo ante los fracasos más obvios del universalismo antidiferencialista.
El universalismo antidiferencialista se enfrentó a la desigualdad a través de las políticas sociales del Estado providencia y se opuso a la exclusión a partir de políticas de reinserción social en el caso de los criminales y con base en políticas asimilacionistas en el caso de los pueblos indígenas, las culturas minoritarias y las minorías étnicas.
Los principios abstractos de la ciudadanía y de los derechos, de la reinserción y del asimilacionismo tienen en el Estado su institución privilegiada. El Estado capitalista moderno tiene como función general la de mantener la cohesión social en una sociedad atravesada por los sistemas de desigualdad y de exclusión.
En la desigualdad, el Estado debe mantenerla dentro de unos límites que no impidan la viabilidad de la integración subordinada. En la exclusión, su función es la de distinguir entre las diferentes formas aquellas que deben ser objeto de asimilación o, por el contrario, objeto de segregación, expulsión o exterminio.
La crisis de la regulación social moderna
El modelo de regulación social que produce desigualdad y exclusión, y que a la vez intenta mantenerlas dentro de límites funcionales, se encuentra hoy en crisis.
Este modelo entró en vigor en una pequeña minoría de los Estados que componen el sistema mundial. Solamente en el Atlántico Norte, y sobre todo en Europa, hay tentativas serias de producir una gestión controlada de las desigualdades y de las exclusiones, principalmente a través de la social-democracia y del Estado providencia, que es su forma política.
Los mecanismos para afrontar la desigualdad y la exclusión por parte del Estado moderno:
• El Estado providencia para la desigualdad
• La política cultural y educacional para la exclusión
El Estado providencia y en general las políticas sociales son comprensibles a la luz de dos hechos:
• Un proceso de acumulación capitalista que pasa a exigir la integración por el consumo de los trabajadores y de las clases populares, hasta entonces sólo integrados por el trabajo. La integración por el trabajo y por el consumo pasan a ser los dos lados de la misma moneda.
• La confrontación en el campo social con una propuesta alternativa, potencialmente mucho más igualitaria y mucho menos excluyente: el socialismo.
La socialdemocracia se funda en un pacto social en el que los trabajadores, organizados en el movimiento obrero, renuncian a sus reivindicaciones más radicales, la eliminación del capitalismo y la construcción del socialismo, y los patrones renuncian a algunos de sus lucros, aceptando ser tributados con el fin de promover una distribución mínima de la riqueza y de lograr protección y seguridad social para las clases trabajadoras. Tal pacto fue bajo la égida del Estado, el cual asumió la forma política de Estado providencia. Dentro de los límites establecidos por este pacto, el conflicto social fue bienvenido y a su vez institucionalizado. La huelga y la negociación colectiva son las dos fases del conflicto social- demócrata.
La integración social se da básicamente por medio de una política de pleno empleo y de una política fiscal redistributiva. A través de ellas se procura dar efectiva realización a los derechos humanos de segunda gene- ración. La ciudadanía así comprendida es conquistada y consolidada por una lucha de clases institucionalizada, en cabeza de las organizaciones de intereses
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