La Franja Amarilla - Ensayo

DE POR QUÉ COLOMBIA ES UN PAÍS SUBDESARROLLADO

Colombia es un país rico en biodiversidad, cultura, riqueza natural y talento humano, sin embargo y paradójicamente, somos un país subdesarrollado, que se ve reflejado en la tragedia de un pueblo que se debate entre la violencia, la deshonestidad y la impunidad; olvidamos esa inventiva, creatividad, recursividad y determinación para evadir al opresor y explorar nuevas vías desde nuestras más arraigadas raíces: la fuerza indígena, el empuje paisa y la herencia española que nos caracteriza, pasa a un segundo plano donde impera el dinero y el poder, combinados con el ideal de conseguir tan solo intereses personales sin importar que incluyan o no el bienestar de la comunidad. Lo que explica que Colombia tenga el mayor índice de criminalidad en el mundo, posea la mitad de su población en condiciones de extrema pobreza y desamparo, que su clase dirigente presente unas condiciones de riqueza exageradas, y en cuanto a la administración los niveles de corrupción sean muy altos, así mismo donde el hambre, la pobreza, y la delincuencia común son el denominador principal de nuestro subdesarrollo. La causa de esta problematica, nace de la indiferencia del pueblo frente a las injusticias y criminalidades que se viven a diario en nuestro país, en donde la gente se ha quedado quieta y callada. Sin embargo no desconocemos que los problemas ya mencionados que Colombia atraviesa son hechos que se remontan de hace muchos años. Lo que vivimos actualmente es producto de numerosos problemas represados en nuestra sociedad la cual nunca pudo afrontar con valentía ni sensatez; ya que el pueblo fue incapaz de darle la cara a los males que por ese tiempo atravesaban; por lo tanto cuando el pueblo no es capaz de realizar a tiempo las reformas y cambios que la sociedad exige, la historia lo resuelve a su manera y a veces con grandes consecuencias para todos. La decisión sobre el lugar que Colombia ha querido ocupar en el ámbito mundial ha hecho que se gaste demasiado tiempo tratando de hacer cambios que a la luz del día ninguno triunfo, por el contrario Colombia siguió postrada en la veneración de modelos culturales ilustres, siguió sintiéndose una provincia marginal de la historia, donde los dueños del poder en nuestro país parecen dispuestos a sacrificar lo que sea con tal de conservar sus privilegios. Para comprender mejor esta realidad, hay que recordar que Colombia tuvo problemas para participar en la globalización del siglo XIX, esa participación fue una de las razones de las guerras civiles entre liberales que querían entrar a la globalización y conservadores que pretendían mantener su identidad hispánica sin contaminar y a quienes la riqueza les parecía un valor degradante; exageradas prohibiciones y reglas hicieron que a Colombia se le catalogara como un estado con uno de los esquemas sociales más cerrados y oscuros de occidente, dando como origen a tremendos cuadros de violencia familiar, intolerancia social, e irrespeto por las creencias ajenas. Si bien la globalización ha traído consigo ciertas consecuencias positivas, como el fomento de la eficacia y el incremento de la producción, así mismo se rige por la leyes del mercado aplicadas según las conveniencias de los poderosos, lo que conlleva a consecuencias negativas tales como: la atribución de un valor absoluto a la economía, el desempleo, la disminución y el deterioro de ciertos servicios públicos, la destrucción del ambiente y de la naturaleza, la diferencia entre ricos y pobres y la competencia injusta que coloca a Colombia en una situación de inferioridad cada vez más acentuada, donde se refleja una gran influencia norteamericana, un análisis de la Globalización de la Economía lleva, en la actualidad, a asegurar que el dominio económico, cultural y de las comunicaciones por parte del Norte, rico y opulento, sume en la miseria a nuestro país subdesarrollado. un mal manejo de los modos de producción, y problemas de orden social, público, económico y político que ha modificado cada uno de los ámbitos en los que se divide y ha generado consecuencias graves que actualmente tienen débil al espacio territorial, a nuestra cultura y el mismo acceso a los derechos que tenemos como personas si bien podemos observar cómo los dueños de los medios de producción grandes capitalistas están manejando el desarrollo de nuestro país, robándonos la capacidad de decisión, de libertad y de independencia, porque no nos ha quedado otro camino que seguir siendo las fichas de su juego o morir en la calle de hambre. Al igual que en la España que nos colonizó hace siglos, se sigue con la mentalidad de acumulación de riqueza fácil, ya sea robando al estado o dedicándose al narcotráfico; la oligarquía al igual que los nobles españoles, está más interesada en mantener su status y demostrar su poder y su riqueza que en buscar el bienestar común; y la iglesia sigue siendo el factor dominante a nivel ideológico con curas y prelados manifestándose en contra de vivir en un país más humano, donde se reconozcan los derechos de todos los colombianos y no solo de unos cuantos privilegiados, como en las épocas del oscurantismo. La incapacidad de las oligarquías para coordinar sus intereses, y así crear condiciones favorables para inversiones productivas, se manifestó sobre todo en los frecuentes conflictos internos que afectaron el país. Al cabo de 50 años, hacia 1930, la supremacía conservadora se vio debilitada por la inconformidad popular, predominaron las luchas sindicales, hubo rebeliones y finalmente la masacre de las banderas llevo abajo el régimen conservador. Posteriormente un sector del liberalismo acaudillado por Alfonso López Pumarejo intento una reforma democrática que favoreciera la industrialización, que modificara el régimen de la propiedad sobre la tierra, que modificara las relaciones entre el estado y la iglesia, y que abriera el camino para la adecuación de la sociedad colombiana a algunas de las tendencias mundiales del siglo; fue una reforma moderada, pero naturalmente desato una contrarreforma, que trajo violencia antiliberal a los campos y empezó a sembrar el germen de al, unos males futuros. El intolerante país feudal se resistía al cambio y su reacción despertó nuevas insatisfacciones, fue así como se desató una gigantesca contrarrevolución que marco de un modo trágico el destino de Colombia en los 50 años siguientes. Esta contrarrevolución tuvo tres etapas, cada una de ellas peor que la anterior. La primera fue el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, que provoco el incendio de la capital. La segunda fue la violencia de los años cincuenta, que despobló los campos de Colombia e hizo crecer dramáticamente las ciudades con millones de desplazados arrojados a la miseria. La tercera fue el pacto aristocrático del Frente Nacional,

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