La Informalidad Laboral en el contexto de la Covid-19 en la región del Maule
gonzalouteauTesis29 de Marzo de 2021
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La Informalidad Laboral en el contexto de la Covid-19 en la región del Maule.
Uteau Hormazábal, Gonzalo Ignacio
Estudiante de Ingeniería Comercial
Universidad Católica del Maule
Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Talca, Chile
gonzalo.uteau@alu.ucm.cl
Hernández González, Jorge Fabián
Estudiante de Ingeniería Comercial
Universidad Católica del Maule
Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Talca, Chile
jorge.hernandez.01@alu.ucm.cl
Profesora guía
Fonseca Mairena, María Haydée
Doctora en Economía
Universidad Católica del Maule
Académica de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Talca, Chile
mfonseca@ucm.cl
- INTRODUCCIÓN
El 11 de marzo del año 2020 el brote de la enfermedad por Covid-19, causado por el síndrome respiratorio agudo severo SARS-CoV-2, es declarado pandemia por los inminentes riesgos que enfrenta la población mundial (Díaz & Toro, 2020). Producto de la crisis sanitaria se ha requerido implementar medidas de aislamiento y distanciamiento social, las cuales han dificultado las posibilidades de desarrollar determinadas actividades laborales que no pueden solucionarse con políticas como el teletrabajo y que afectan particularmente al sector informal, toda vez que los trabajadores de este sector no cuentan con protección social y se ven en la obligación de trabajar diariamente para poder subsistir (Fynn, 2020). Con las medidas de confinamiento y cierre de carreteras, los mercados y cadenas de suministro agroalimentario y micro y pequeños intermediarios de distribución se ven inevitablemente interrumpidos en sus actividades comerciales, además, el cierre de mercados y escuelas produce pérdida de oportunidades de venta y compra en el sector informal, lo que disminuye la demanda de productos y necesidad de mano de obra (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2020). Si bien hay investigaciones sobre el desempleo en contextos de las pandemias SARS-CoV-1 (Lee & Warner, 2007, 2011) y gripe española (Baas & Shamsfakhr, 2017), no existen estudios que aborden específicamente la informalidad laboral bajo estas circunstancias, por lo que una investigación de este carácter contribuirá a la mesa de discusión pública y privada elementos empíricos para el análisis de este fenómeno. El objetivo de la presente investigación es estudiar la informalidad laboral en el contexto de la pandemia Covid-19 en la región del Maule, para lo cual se realizará un estudio de carácter cuantitativo con un alcance correlacional, donde se ocuparán las bases de datos publicadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Los primeros indicios de una descripción del concepto de informalidad laboral emergen de los estudios de Hart (1970), donde plantea que el sector informal no está necesariamente atrasado ni tampoco es marginal, sino más bien es una respuesta racional a las economías emergentes incapaces de absorber nuevos mercados entrantes y nuevos buscadores de trabajo. Por su parte, el INE (2017) define informalidad laboral como aquellas ocupaciones que no cuentan con los derechos laborales y prestaciones sociales mínimas (seguridad social), los cuales van más allá de la existencia de un contrato o acuerdo de palabra. Además, destaca que se puede manifestar tanto en el sector informal, como en el sector formal, a través de distintas formas de contratación. De forma complementaria Robles Ortiz & Martínez García (2018) proponen que la informalidad laboral existe por las carencias en un sistema social y económico en que se conjugan la baja productividad y el poco desarrollo de un país, más aún cuando está estrechamente relacionada a parámetros como el desempleo, el ambulantaje, la exigüidad de tecnología, la carencia de seguridad social, y el bajo nivel educativo.
En uno de los estudios sobre las determinantes principales de la informalidad en México, Robles Ortiz & Martínez García (2018) destacan una relación negativa de la informalidad con la educación, señalando que el nivel de estudio actúa como una barrera para el mercado laboral formal, similar a los estudios de Pereira et al. (2018) y Romanello (2018), quienes sugieren que los trabajadores con baja escolaridad tienden a ingresar a trabajos informales porque no cumplen con los requisitos para ingresar a los trabajos formales. En contraste, José & Antolín (2008) concluyeron que la educación por sí sola no puede asegurar que las personas ingresen a una actividad económica formal, pues entre 1989 y 2004, en Guatemala, los mayores incrementos en la informalidad se dieron en la población con estudios de educación secundaria y educación superior. Lee y Warner (2007) sustentan lo anterior, concluyendo que, en China, tras la pandemia por SARS-CoV-1, se suspendieron las entrevistas y el reclutamiento de graduados universitarios, donde se estimó que la tasa de empleo entre los graduados universitarios de 2003 sería inferior al 65 por ciento de la cifra de 2002.
Entretanto, autores como Gomes et al. (2020) y Huang et al. (2020) identifican al desempleo como el principal determinante de la informalidad, pues ante la falta de una fuente de ingresos, acceder al sector informal constituye un camino de escape. Este argumento es similar a los de Correia (2001), Sarma & Pais (2008) y Mendoza & Jara (2020). Por su parte, Coiera (1997) hace un importante hincapié en que, en países como Costa Rica, México, Brasil o Argentina, la mayor parte de los autoempleados informales lo hacen de manera voluntaria buscando independencia, mayor ingreso y flexibilidad laboral. A pesar de esto, Flores & Valero (2003) no concuerdan con ello, señalando que hay actividades como la construcción residencial y los taxis que son refugio temporal de una población que preferiría trabajar en el sector formal pero no encuentran cabida.
Desde otra perspectiva, Sarma & Pais (2008) destacan que la edad está negativamente relacionada con la probabilidad del individuo de trabajar en el sector informal, sugiriendo que éste se caracteriza por tener trabajadores de corta edad. Por su parte, Ortiz (2007) sostiene que un año adicional en la edad incrementa la probabilidad de ser informal. Un hallazgo importante en el estudio de Abraham (2017) demuestra que el empleo informal es la opción de empleo de los muy jóvenes o de los de edad avanzada. Además, es importante señalar que los más jóvenes sufren las consecuencias de los shocks exógenos (Lee & Warner, 2011).
En el estudio desarrollado por Flores & Valero (2003), se determinó que la economía informal se concentra en el comercio minorista, talleres de reparación, construcción, restaurantes, taxis, venta de alimentos en la vía pública y servicios profesionales, mientras que Abraham (2017) identificó que la manufactura y construcción también representan gran parte del empleo asalariado informal. Por su parte, Puyana & Romero (2012) afirman que el sector informal se nutre de la fuerza laboral agrícola. Entretanto, Díaz-Rodríguez et al. (2010) destacan que la modernización agrícola y el crecimiento demográfico generan desplazamiento de la población hacia las ciudades, mientras que el proceso de industrialización exige ciertas cualificaciones que excluyen a trabajadores no calificados. Del mismo modo, José & Antolín (2008) lograron identificar que, en algunas zonas rurales, la informalidad abarca casi al 90% de la población trabajadora. Entretanto, Lee y Warner (2011) en su estudio, señalan que el sector de servicios, un canal importante para absorber la fuerza laboral en áreas urbanas donde el desempleo había estado creciendo en China, fue el más afectado por el SARS-CoV-1 y que la situación del empleo puede deteriorarse nuevamente en el futuro si hay una reaparición del SARS o una epidemia similarmente amenazante.
En otros términos, Abraham (2017) identificó que hay un aumento en la participación de las mujeres como trabajadoras informales. Para las mujeres, en particular, los niveles sucesivos de educación tienen impactos insignificantes en la probabilidad de asegurar un empleo formal. Sin embargo, Castellanos (2009) indica que desde la perspectiva de las propias mujeres que han trabajado en la informalidad, se trata de una elección racional, que está a su alcance y que posibilita la combinación de las labores domésticas con la obtención de un ingreso. A propósito, Mello et al. (2008) concluyen que en Chile los hombres tienen menos probabilidades que las mujeres de trabajar en el sector formal. Por otro lado, Baas y Shamsfakhr (2017) señalan que, en situaciones como una pandemia, los hombres se emplean predominantemente en sectores que están muy afectados por la crisis económica que se produce, mientras que las mujeres generalmente se colocan en ocupaciones que son menos cíclicas y, posteriormente, son más resistentes a los efectos recesivos. Esto implicaría que después de un shock severo, hay una entrada de mujeres inactivas al mercado laboral para sustituir la ausencia o deficiencia de los hombres.
En Chile, hasta fines de marzo de 2020, el 28,9 % de los ocupados totales en la fuerza de trabajo pertenecían al sector informal, lo que se traduce en un total de 2.580.000 personas (INE, 2020a). En esta misma línea, Perticara & Celhay (2010) indican que la mayor concentración de la informalidad laboral en Chile se encuentra en las micro y pequeñas empresas, trabajadoras de sexo femenino, juventud y aquellos que están cerca de la edad de jubilación, además de individuos de baja calificación y trabajadores independientes.
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