La Socioeconomia En La Educacion
arriagaTennyson16 de Marzo de 2012
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Estatificación de las clases sociales y educación:
El hecho de que un alumno pertenezca a cierta clases social tiene importantes consecuencias para sus aprovechamiento escolar, aspiraciones de éxito escolar, motivación de logro y actitudes hacia la escuela; sin embargo, es verdad que las diferencias de clase social en estas áreas son cada vez menores ahora que la educación universitaria comienza a estar más al alcance de los grupos de clase inferior y a medida que se generaliza mas entre estos (Havighurst y Neugarthen, 1962). No obstante, hay aun una relación moderadamente elevada entre el estatus socioeconómico y el aprovechamiento escolar (Havighurst y Breese, 1947; Havighurst y Janke, 1944; Janke y Havighurst, 1945; Pierce-Jones, 1959ª, 1959b); y hacia la edad en la que los alumnos pueden ingresar en la secundaria esta relación es mayor que la de CI y aprovechamiento (Kahl, 1957); pero es importante observar que el efecto característico de la pertenencia a cierta clase social en el aprovechamiento no prevalece entre los alumnos del sexto grado de alta capacidad (Curry, 1962); después de que los estudiantes ingresan en la universidad (Washburne, 1959), o en poblaciones con movilidad social ascendente (Udry, 1960); Aparentemente, los efectos limitadores de las clase social cesan de operar en cuanto se sobre pasan ciertos niveles críticos de capacidad y aprovechamiento. Una vez que los estudiantes excedan estos niveles parecen ser influidos mas por la nueva sub cultura estudiantil con la cual se identifican, que por sus orígenes de clase social.
Las pruebas procedentes de un estudio nacional sobre oportunidades educativas (Coleman y colaboradores, 1966) indican que existe una fuerte relación entre el aprovechamiento de un estudiante y las aspiraciones y antecedentes educativos de otros alumnos de la escuela. Así pues, si un estudiante de procedencia minoritaria asiste a una escuela en donde sus compañeros provienen de hogares que apoyan la educación.
Ciertas investigaciones (Ausubel(1965 d;hanson, 1965; Sherif y Sherif 1964)han servido para aclarar que la juventud de todas las categorías socioeconómicas ha asimilado las aspiraciones escolares y vocacionales asociadas con la opulencia de la sociedad occidental moderna; por consiguiente, lo que hace falta no son aspiraciones adecuadas si no mas bien aquellos factores indispensables para ponerlas en practica, a saber, las necesidades fundamentales de motivación de logro, rasgos de personalidad que sirvan de apoyo y presiones y oportunidades exhibidas de éxitos. En primer lugar, los padres que pertenecen a la clase inferior no conceden el mismo valor que los de la clase media a la educación, la independencia económica, el reconocimiento social y el éxito laboral. Por lo tanto, no alientan realmente en el mismo grado, la ejecución de estas aspiraciones, expresando las expectativas adecuadas, haciendo demandad inequívocas, administrando recompensas y castigos convenientes e insistiendo en el desarrollo de los impredecibles rasgos de apoyo.
En segundo lugar, ya que los adolecentes de clase inferior dudan comprensiblemente de que las personas de estatus puedan obtener las recompensas prometidas al esfuerzo y a la abnegación, no adquieren las mismas necesidades internalizadas de rendimiento y prestigio ocupacional y, así, consideran menos vital la necesidad de desarrollar, el mismo grado de sus coetáneos de la clase media, los rasgos de apoyo de la personalidad, indispensables para los éxitos académicos y ocupacional. En estos rasgos de apoyo se incluyen los hábitos de iniciativa y responsabilidad y el ‘’patrón de satisfacción diferida’’ del trabajo ardo, la renunciación a los placeres inmediatos, los esfuerzos duraderos el control de los impulsos, la frugalidad, el orden, la puntualidad, la restricción de los impulsos sexual y agresivo y la disposición para soportar una preparación vocacional prolongada.
Por consiguiente, apenas sorprende que los niños de la clase inferior estén menos interesados en la lectura que los niños de la clase media; que los primeros tomen menos enserio su trabajo escolar y que estén menos dispuestos a invertir los años de su juventud en la escuela para obtener prestigio y las recompensas sociales que corresponden a los adultos. Sin la orientación positiva con la que los alumnos que clase media llegan a la escuela, y que preserva el atractivo de las tareas académicas a pesar de los fracasos que experimenten los niños de clase inferior pierden rápido el interés en la escuela cuando no pueden obtener buenos resultados.
Los adolecentes de las clases inferior y media difieren tanto en sus sistemas de valores sociales como sus intereses vocacionales. Los jóvenes de la clase media y sus padres están mas interesados por los servicios de la comunidad la autorrealización, los valores altruistas y las normas de conducta internalizadas, y prefieren las ocupaciones que les exigen esfuerzos, responsabilidad y les conceden prestigio. Logran también mejores calificaciones de interés ocupacional en aéreas de literatura, estética, persuasivas, científicas y de negocios que los adolecentes de clase inferior. Estos, y sus padres, por otra parte conceden mas importancia a los valores como el dinero, la seguridad, la respetabilidad, la obediencia y la conformidad con la autoridad, y tienden a preferir ocupaciones agrícolas, mecánicas, de servicio domestico y de oficina.
En el ambiente escolar responden más que los alumnos de clase media e incentivos de aprendizaje como los elogios y las recompensas materiales.
Al deseo de las madres de clase obrera, de denominación ilimitada de sus hijos, su preferencia por formas rigurosas, punitivas y represivas de control, y su tendencia a mantener considerable distancia social y emocional entre ellas y sus descendientes, tal vez obedezca, en parte, la mayor incidencia del síndrome de personalidad autoritaria en los niños de clase inferior que en los de clase media. ‘’el padre de clase inferior tiende a igualarse respecto de sus hijos con la docilidad y obediencia que estos mantienen ante los deseos y exigencias de aquellos’’. Los niños de clase inferior tienden a adquirir actitudes ambiguas hacia las figuras de autoridad y a enfrentarse a esta ambivalencia con muestras exageradas de obediencia implícita, guardando la distancia social formalmente adecuada e interactuando con estas figuras con base en los atributos de los papelas formalizados, pero no como personas. Sus hostilidades y resentimientos subyacentes hacia esta autoridad arbitraria y a menudo injusta se expresan ulterior mente en formas desplazadas como la búsqueda de victimas propiciatorias, prejuicios, conductas políticas, y religiosas extremistas, etnocentrismo y delincuencia. En la escuela son coaccionados por las normas de su grupo de compañeros para no aceptar la autoridad del profesor, ni buscar su aprobación como tampoco entablar una relación satelizadora con el.
Aun que las características adaptivas de las familias de clase inferior mantienen todavía su esencia, las diferencias entre las clases media e inferior han disminuido en ciertos respectos, la desilusión provocada por el materialismo de la clase media, por la conducta adaptativa del ‘’hombre organizado’’ y, en general, por lo que parece ser una conducta hipócrita de los adultos, condujo a la juventud de los años sesenta a una reevaluación de los valores profesados y practicados.
El resultado fue en un movimiento descendente en los valores y costumbres clasistas, particularmente con respecto al sexo, los modales, el habla y las actividades hacia la escuela y el trabajo. Sin embargo, los miembros de la clase media se hallan en mejor posición para advertir el valor adaptivo de las aspiraciones elevadas con respecto al estatus ganado, especialmente en una sociedad donde el rendimiento educativo se necesita para satisfacer las demandas del avance tecnológico, y sirve también como medio de control en la lucha que mantiene los grupos de estatus (Collins, 1971).
Predisposición o prejuicio de la clase social de la escuela:
La mayor parte de los profesores de los Estados Unidos tiene antecedentes de clase media, aunque actualmente se están incorporando al cuerpo magisterial miembros de la clase inferior e individuos negros y puertorriqueños; pero aun que se hubieran originado en otros ambientes sociales, todavía tendrían a identificarse con la misión implícita de la escuela, de alentar el desarrollo de los valores de clase media. Así pues, muy aparte del problema de si esta misión es adecuada y deseable para nuestra cultura, los profesores hallan difíciles de entender las metas, los valores, y las conductas de los alumnos de otros antecedentes de clase social. El normal prejuicio etnocéntrico los predispone a creer que los valores de su propia clase son evidentemente verdaderos y adecuados y que las desviaciones con respecto a ello reflejan necesariamente indocilidad. Por otra parte, como los muchachos y muchachas de la clase media se comportan de acuerdo a sus expectativas y aceptan las normas de su escuela, los profesores están habitualmente tan prejuiciados a favor de ellos como lo están en contra de los niños de otros estratos sociales. Esta tendencia se complica aún mas por la creciente tendencia hacia la separación escolar entre la ciudad central y los suburbios, provocando un cambio en la población de las escuelas (Coleman, 1975). La mayoría de las escuelas secundarias y preparatorias han dejado de ser heterogéneas, pues los estudiantes de clase media ejercen un control dominante. La mayor parte de las escuelas urbanas se componen de estudiantes de clase inferior y minoritaria mientras que la mayoría de sus profesores tienen orígenes o perspectivas de clase media.
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