La buena muerte y su relación con el cristianismo
mohanEnsayo2 de Julio de 2017
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La buena muerte y su relación con el cristianismo
Juan Carlos Lemus-Polanía
UNED
Máster en Filosofía Teórica y Práctica
Religión y Filosofía
Resumen
A través de este escrito quisiera mostrar que la no siempre cordial relación entre la filosofía y la religión encuentran en la tema de la eutanasia un lugar donde se tensan aún más. Por un lado, tenemos la santidad de la vida defendida, no pocas veces, con beligerancia por la Iglesia católica para la que cualesquier forma de acortar la vida, así sea de carácter personal y autónomo, es una afrenta para sus creyentes en cuanto consideran que, como dice Locke, los seres humanos tenemos la vida prestada de manos de Dios y por dicha razón no podemos disponer a nuestra voluntad de ella. Del otro lado, tenemos a la sociedad secular que a fuerza de irse desprendiendo de su herencia cristiana ha sabido hacerse a una ética que no pase por el filtro religioso y ha llegado a proponer la eutanasia como una solución para las personas que sus últimos días se padecen más de lo que se viven. Seres humanos que encuentran verdad en las palabras de Schopenhauer, «Cuando el terror de vivir es más espantoso que el de morir, es normal que el hombre ponga fin a su vida» y ven en la eutanasia el único alivio al dolor físico agudo: la sensación más intensa que conocemos y que es capaz de quitarnos «nuestra sensación de realidad a tal extremo que la podemos olvidar más rápida y más fácilmente que cualquier otra cosa»[1].
Un zapatero liberal del centro de Pereira, de 79, que prefiere perder la vida a perder el humor, se despidió de sus hijos en aquella última sala de espera porque todo estaba listo para la eutanasia. Pero entonces, en un giro de pesadilla ante la puerta de salida, le fue notificado que ya no iba a morir.
Ricardo Silva Romero
- Introducción
Desde que Dios es el que decide sobre la vida y la muerte, el asunto de la eutanasia ha tocado fibras sensibles en las religiones judeocristianas. El sufrimiento, la pena y la agonía son que muchas veces acompañan a la muerte. la finitud, «raíz última del mal»[2], es tabú para los que nos hemos criado dentro de la moral cristiana y llega a ser motivo de pregunta a Dios en cuanto algo le cabe a Él al habernos hecho perecederos.
La sentencia T-970 del 4 de marzo del 2015 es el fallo con que la Corte Constitucional de Colombia le dio vía libre a la práctica de la eutanasia voluntaria y activa. El procedimiento fue reglamentado en abril por el Ministerio de Salud de Colombia. El ateo declarado Ovidio González Correa al sufrir de cáncer de cara en su fase terminal y querer poner fin a su tortura optó por esta solución para lo cual siguió las directrices de la resolución 1216 del 20 de abril. Fue así como presentó su caso a un comité que le aprobó la eutanasia para el día 26 de junio de 2015. Sin embargo, tanta legalidad no fue óbice para solo 15 minutos antes de su intervención algo sucediera y su planeada muerte fuera desautorizada sometiendo, además del patente sufrimiento debido a su condición, a él y su familia a pasar por una prueba más al tener que luchar, y sufrir los rigores de ello, contra una sociedad mayoritariamente cristiana —católica, para ser más exactos— que le quería negar el derecho a evitar la espera del momento final en medio del dolor que esta enfermedad trae consigo.
Dice Fraijó (2011) que tal vez los discursos éticos de hoy no hacen eco de las cinco antinomias que según N. Hartmann separan el ethos moral de la actitud religiosa[3]; pero en las razones esbozadas en las huestes a favor o en contra de la eutanasia se dejaron ver que desde el otro lado sí hay resonancia con ellos:
- La ética refiere al más acá y la religión al más allá;
- la ética trata sobre hombre, la religión refiere a Dios;
- la ética va de la mano con la autonomía, la religión con la heteronomía y la dependencia;
- la ética se basa en la libertad, la religión en la providencia, y
- la ética no tiene redención, la religión se soporta en ella.
[pic 1]
Ilustración 1: Matador, Sin título, Bogotá, www.eltiempo.com
Uno de los hijos de don Ovidio, el caricaturista de El Tiempo de Bogotá, Julio César González ‘Matador’ hizo una serie de dibujos en días posteriores que lograron poner su caso en el radar de la opinión pública nacional y encendieron la polémica. En las redes sociales no faltaron las voces que se alzaron evocando el sufrimiento eterno que les vendría a los involucrados por la violación del quinto mandamiento. El procurador general de la nación, Alejandro Ordoñez reconocido católico lefebvrista, acotó: «debe aceptarse, por fuerza, que quitarle la vida a alguien por las razones que sean es una injusticia porque es despojarlo de su derecho». Los familiares del enfermo se vieron, pues, bajo la lupa de una sociedad que supuso una posible presión a la que estaría siendo sometido el anciano por parte de su familia a la que se catalogó de egoísta y cobarde al no hacerse cargo de él.
Huelga decir que también hubo voces que apoyaron al señor González y sus allegados Voces que clamaban llamaban a la caridad y a la compasión humanas, otras que se manifestaron a favor de la libertad de cultos y creencias y que exigían el respeto que se debe dedicar a la autonomía de las personas, junto con otras que recordaban que Colombia es un país que proclama la libertad de culto y se llama secular. Situaciones como esta demuestran que falta mucho para una verdadera apropiación de lo escrito, más cuando son algunas de las instituciones garantes de la Constitución las que apelan a convicciones religiosas para hacer que estas palabras queden en letra muerta. Muchas dudas caben al preguntarse si se este mismo episodio novelesco de don Ovidio hubiese logrado el mismo feliz desenlace en la piel de otros protagonistas sin la ayuda que la exposición mediática que su hijo Matador logró. El 3 de julio de 2015 se realizó en Colombia, y en Latinoamérica, por primera vez este procedimiento. Batallas mediante, habrá que esperar algunos años más para que cuando esta solución sea acogida por un ciudadano esté ya redimida del drama que supone la exposición pública de un asunto que debería quedar en la esfera de la intimidad.
- Conceptos sobre la eutanasia y algunos de sus procedimientos asociados
La eutanasia presenta a estudio del conjunto de la sociedad un asunto complejo que no solo pasa por los puntos de vista éticos o religiosos sino que se extiende e incluye los campos de la medicina y el derecho. En Colombia, que no ha sido la excepción en cuanto al debate que plantea el espinoso tema y se ha visto tanto en tirios como en troyanos la confusión en los términos que hace aún más difícil llegar a acuerdos cuando muchas veces ni siquiera se habla de lo mismo. Será pues menester entrar a definir cortamente algunos, que considero, de los conceptos más importantes para tener un arena común sobre la cual argumentar.
- Cuidados paliativos: cuidados médicos, emocionales o espirituales que requiere una persona en medio de una enfermedad terminal cuyo objetivo no es curar sino reducir el dolor y el sufrimiento tanto físicos como emocionales.
- Tratamientos médicos extraordinarios: debido a ciertos avances médicos y científicos hoy es posible mantener con vida a las personas en las mismas condiciones pensadas sólo unos años atrás. Muchas veces para una posterior recuperación sin secuelas. Los antibióticos, la alimentación por sonda, la hidratación intravenosa, la respiración artificial son los más conocidos.
- Encarnizamiento terapéutico: cuando se aplican los tratamientos médicos extraordinarios más allá de lo razonable. Donde ‘razonable’ viene a ser la variable a considerar en cada caso y debería primar la voluntad del paciente que la de familiares y equipo médico, pero muchas veces choca contra las inescrupulosas ganas de ganar dinero de algunas instituciones, la curiosidad científica de médicos, además de las opiniones de personas que sin el conocimiento requerido opinan sobre ‘estar vivo’.
- Testamento vital, documento de voluntades anticipadas o instrucciones previas: La ley 1733 del 14 de septiembre de 2014 de Colombia dice que este es un documento en el cual una persona deja en claro sus decisiones, en caso de padecer una enfermedad terminal, crónica, degenerativa e irreversible de alto impacto en la calidad de vida de no someterse a tratamientos médicos innecesarios que eviten prologar una vida digna en el paciente y en el caso de muerte de donar o no sus órganos.
- Suicidio: cuando alguien se causa su propia muerte.
- Suicidio asistido: cuando A ayuda, proporcionando información y medios, a B en su proceso de suicidio. Siempre es B el que debe llevar acabo la acción, sino dejaría de ser suicidio.
- Eutanasia: «muerte sin sufrimiento físico» y en sentido restricto la que así se provoca voluntariamente es lo que nos dice el DRAE. Es decir que es el asesinato que A comete contra B para liberarlo de un sufrimiento insoportable que con frecuencia se presenta en los últimos momentos de una enfermedad terminal. Las variantes de la misma se dan en combinaciones entre la acción y la voluntad así:
- Activa o por acción: cuando A, valga la redundancia, actúa, hace algo para lograr que B muera.
- Pasiva o por omisión: cuando la inacción A tiene como consecuencia la muerte de B.
«Desde el punto de vista ético puede parecer un cambio menor, desde el punto de vista jurídico puede implicar una diferencia abismal. Así, aunque en la eutanasia tanto por acción como por omisión la intención —aliviar el sufrimiento de un enfermo terminal— y el efecto —su muerte— sean idénticos, la primera es delito en la mayor parte de países occidentales, mientras que la segunda no lo es en casi ninguno»[4].
- Voluntaria: Cuando la eutanasia es realizada por petición y a beneficio de A. En algunas ocasiones apenas puede diferenciarse del suicidio asistido.
- Involuntaria: Aunque raros, se presentan cuando A tiene la capacidad de consentir su propia muerte y no lo hace sea porque no le preguntan sea porque cuando se le pregunta decide seguir viviendo. La diferencia entre las dos situaciones en enorme (Singer, 1993, p. 220-221)
- No voluntaria: cuando A no es capaz de entender la elección entre la vida y la muerte. Por ejemplo, enfermos incurables y recién nacidos con graves discapacidades, personas que por accidente, enfermedad o avanzada edad han perdido la capacidad de entender el tema en cuestión (Singer, 1993, p. 221).
En nuestro país tenemos aprobada la eutanasia activa y voluntaria, para ello se han construido tanto el marco jurídico como el médico necesarios a los que se llegó basándose en leyes que han mostrado su eficiencia en otras latitudes y que dejó, palabras más o menos, el siguiente procedimiento:
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