La corrupción y cómo solucionarla

La corrupción y cómo solucionarla

La corrupción ha caminado de la mano del hombre a través de los siglos. La distinción entre lo bueno y lo malo, entre lo que debemos y podemos o lo diametralmente opuesto ha sido una constante en la conciencia del ser.  Existen numerosos ejemplos, por ende, de la desviación moral de las personas.   La Biblia, como punto de referencia y documento antiguo, si bien nos habla de libre albedrío también incluye la distinción primaria de lo permitido o no.  Con ejemplos históricos de corrupción como: el egipcio Peser (1100 a.C.) o en la Grecia de Demóstenes (324 a.C.), sus huellas se pierden en la historia del hombre y de seguro lo acompañará hasta el final de sus días. El término proviene del latín, y según la RAE además de ser la acción y efecto de corromper y corromperse, también es: Práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas (organizaciones, especialmente en las públicas) en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.

El acto de la corrupción riñe con la convivencia del hombre en sociedad.  El hombre corrupto actúa y piensa con base a sus principios muy particulares de bienestar y supervivencia, es el básico instinto de seguir vivo.  La necesidad y el deseo, su mente lo lleva de la mano.  Los recursos siempre son limitados, no poseemos nada al nacer y no llevamos nada al morir, pero en la mitad del proceso, llamado vida, somos huérfanos de todo y poseedores de nada.  En su soledad el hombre ya sea por instinto o necedad quiere acumular para sentirse seguro y a salvo.  Este comportamiento taciturno, a su vez, lo aleja de los demás.

Pero, ¿quién decide la presencia de un acto de corrupción?  La idea de un pensamiento monocromático da cabida a muchas áreas grises que acompañan las acciones de los individuos.  Esto lleva a que la conciencia ponga en una balanza lo bueno y lo malo.  Así el hombre como elemento primario de la sociedad tiene el poder de decidir qué hacer en determinado momento.  Sin embargo, el marco referencial de cada uno es primordial.  La crianza, estudios, experiencias, todo se incluye en la toma de decisiones.  

La convivencia en sociedad, las nuevas reglas aprendidas, las leyes y normas, son las que limitan la actuación de los ciudadanos.  Lo inducen a realizar un examen de conciencia de sus actuaciones y lo llevan a cuestionarse y cuestionar a los demás.  Aunque no existiera ley que castigue al hombre por cometer un acto de corrupción, siempre prevalecerá su capacidad de discernimiento, y esto lo llevará a crear nuevas y mejores formas de prevenir actos que dañen la buena convivencia en sociedad.

La corrupción aleja, aísla, termina suprimiendo, comprimiendo al hombre en su torre de confort.  El corrupto lo justifica y se engrandece en su torre enchapada en el oro de la comodidad, le distorsiona mente y pensamientos, el bienestar del yo prevalece frente a todo y todos.  

¿Cómo puede ser prevenida la corrupción?

La corrupción puede ser prevenida y combatida mediante la educación.  Alejar al individuo del pensamiento “yo primero”,  aunque el instinto le prevalezca, el hombre tiene y debe aprender a vivir en sociedad.  Elevar la conciencia, ejercitar la empatía, respetar la vida en todas sus formas.  Es cierto que el hombre es limitado y esas limitaciones lo hacen víctima de sus propios demonios, pero la salida es elevar la conciencia y esto se consigue con capacidad de discernir.  Desde el entorno intimo familiar, como primera escuela, se debe reforzar la ética, la moral, el respeto, la certeza de castigo.  El trabajo debe iniciar desde los progenitores o encargados de su crianza, esto es elemental.  El estado debe garantizar igualdad de condiciones para los niños que no han tenido oportunidad de tener figuras que los críen y moldeen en sus primeros años, que son vitales en su formación.  Después, todos los niveles educativos, deben incluir en su pensum académico, materias dedicadas a fortalecer valores éticos y morales.  Ya el individuo ha salido de su entorno familiar para ser niños y jóvenes en sociedad.  Este momento propicia los primeros roces con la convivencia.  Resaltar las materias humanísticas, la literatura, la historia, la discusión de casos, enseñar a pensar, a disentir, debatir, en definitiva a ser hombres y mujeres de bien, que sepan y puedan vivir en sociedad.  Hacer prevalecer la importancia e identidad del hombre frente al materialismo y consumismo.  El individuo no debe ser valorizado en base a sus bienes o de lo que pueda poseer, debe primar su calidad de pensamiento, lo que puede y debe aportar a la sociedad.   La labor es titánica más no imposible.

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