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La relación entre educación y desigualdades. La igualdad de oportunidades


Enviado por   •  22 de Octubre de 2022  •  Ensayos  •  2.389 Palabras (10 Páginas)  •  50 Visitas

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La relación entre educación y desigualdades. La igualdad de oportunidades

Una descripción del contexto en el que nos situamos es necesaria a la hora de hablar acerca de la educación. La desigualdad sigue creciendo a nivel mundial y de forma particular, la sociedad actual es testigo de un gran problema social que en los últimos años se ha hecho más notorio en el mundo, la inequidad. Nos encontramos frente a una sociedad que presenta una creciente desigualdad que mayoritariamente es por causa del sistema del cual formamos parte. El discurso hegemónico funciona al promover el mérito como condición para ascender socialmente, impulsando a una sociedad competitiva que se torna “muy violenta y poco solidaria”.

Es importante darle un espacio a la igualdad de oportunidades, pero, ¿Qué es la igualdad de oportunidades? Bueno se habla de esto como un modo de concebir la justicia social, según el cual un sistema es socialmente justo cuando todas las personas tienen las mismas posibilidades de acceder al bienestar social y poseen los mismos derechos políticos y civiles. Con la igualdad de oportunidades, se propone reducir las desigualdades en las condiciones de vida, reduciendo esa división social y económica, pero, al ser parte de una sociedad individualista, capitalista y liberal, el principio de la igualdad de oportunidades la transforma en desigual, violenta y poco solidaria.

La desigualdad escolar prolonga desigualdades sociales y varios factores lo pueden explicar. El primero, la repartición espacial de las desigualdades sociales, donde los ricos van a las mismas escuelas y los pobres igual. El segundo, el factor político. Y el tercero, explica que mientras más peso tenga el rol del diploma en el mercado laboral, más competitividad y egoísmo habrá. Se debe repensar a la escuela como aquella que reconoce que la igualdad social no es contradictoria a la individualización de los alumnos y es ahí que nos enfrentamos a un problema, que es pensar en una pedagogía individualizada.  Una pedagogía que nos permite ver al educando como un ser autómata y libre, con sus derechos naturales.

Una de las consecuencias más graves de la desigualdad escolar es la deserción, y es que, la escuela se sitúa en un lugar que parece reaccionar con desinterés frente al alumnado. La escuela demanda la asistencia para tener éxito en la vida y en cuanto los estudiantes se enfrentan a esta realidad, deciden no asistir.

Desgraciadamente, se conoce a la escuela no solo como un lugar en donde se aprende sino también como un lugar en donde la discriminación está a flor de piel. Uno de los lugares donde los niños y jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo y de su vida es la escuela; es en la escuela, hoy y siempre, donde se reproducen los estereotipos construidos socialmente, ya que se buscan diferencias absurdas dentro de la comunidad escolar por una u otra razón. La criminalización de los jóvenes, la situación de las mujeres jóvenes, el embarazo juvenil, la nacionalidad de los alumnos, la diversidad de cuerpos, los miembros de hogares pobres, entre otros, entran en la principal categoría de discriminación.

Y, para adentrarnos más en el término “desigualdad”, debemos ver más terrenos a los que abarca este suceso. Uno de ellos, además del escolar, es el mercado laboral.

“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurará al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial...”

Constitución de la Nación Argentina,

art. 14 bis.

 

” Por esta ley se prohíbe cualquier tipo de discriminación entre los trabajadores por motivo de sexo, raza, nacionalidad, religiosos, políticos, gremiales o de edad.”

Ley de Contrato de Trabajo,

art. 17.

El eje más básico de la desigualdad, es la clase social, que remite a la estructura social y a las posiciones de los agentes en esa estructura a lo largo del tiempo. Los elementos centrales de este eje son los elementos adquisitivos como las propiedades, distribución del poder, recursos y activos productivos. Una de sus manifestaciones más claras y evidentes es la desigualdad de ingresos, que es causa y efecto de otras desigualdades en áreas como la educación, la salud y el mercado laboral.

La matriz de la desigualdad social en América Latina está muy condicionada por la matriz productiva. El mercado laboral es el que vincula a una estructura productiva heterogénea a una marcada desigualdad de ingresos en los hogares. Esta estructura exige pocas capacidades a sus trabajadores, dando como resultado una labor de baja calidad, informal, mal remunerada y sin ningún tipo de protección al empleado. Junto con los bajos ingresos, estos empleos agrupan en mayor proporción a mujeres, jóvenes, indígenas y afrodescendientes.

Las desigualdades de género, étnicas y raciales, las desigualdades territoriales y aquellas derivadas de la edad de las personas son ejes estructurantes de la matriz de la desigualdad social en América Latina. De esos ejes, resultan una multiplicidad de factores de desigualdad y/o discriminación que pueden manifestarse en las personas o en determinados grupos de la población. Ese enfoque permite visibilizar las situaciones de múltiples desigualdades y/o discriminación que, con frecuencia, caracterizan a los “núcleos duros” de la pobreza, la vulnerabilidad y la desigualdad que persisten y se reproducen en la región. Sin él, la comprensión de las brechas estructurales que marcan las sociedades latinoamericanas será incompleta, y, por lo tanto, la posibilidad de diseñar e implementar políticas para superarlas también lo será.

Las desigualdades étnicas y raciales, así como las territoriales, tienen un peso determinante en la estructuración de las relaciones sociales y en las posibilidades de ejercicio de los derechos en América Latina. La edad es uno de los ejes determinantes de la distribución del bienestar y del poder en la sociedad, debido a que es una de las bases de la organización social en torno a la cual se asignan responsabilidades y roles a las personas. Asimismo, diversas desigualdades desencadenan nuevas diferencias, y a veces más profundas, en el bienestar, que se acumulan a lo largo del ciclo de vida individual. Más aún, las desigualdades y brechas intergeneracionales, su evolución en el tiempo y su interrelación con los demás ejes son fundamentales para el análisis y el diseño de políticas.

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