La restauración conservadora
Melisa Gutierrez VeraResumen3 de Octubre de 2015
23.717 Palabras (95 Páginas)422 Visitas
ROMERO. La restauración conservadora.
En 1930 Uriburu asumió como presidente provisional. El 1932 transfiere el mando al general Justo. La incertidumbre en la que se debatió el gobierno provisional, vaciló entre la “regeneración nacional” o la “restauración constitucional”.
La incertidumbre era común en todos aquellos que habían concurrido a derrocar a Yrigoyen e interrumpir la continuidad institucional.
En 1930 la movilización sindical era escasa, la Depresión paralizaba la contestación, y las direcciones sindicales, escasamente identificadas con la institucionalidad democrática, habían hecho poco para defenderla.
La revolución se había hecho contra los vicios atribuidos a la democracia, pero una vez depuesto Yrigoyen, no había acuerdo sobre qué hacer, y las clases propietarias, así como el Ejército, vacilaban entre diversas propuestas.
Los nacionalistas rápidamente tomaron la iniciativa. Su voz había sido muy eficaz contra el radicalismo, por el talento polémico de sus voceros, por su capacidad de articular discursos diversos, que apelaban a distintas sensibilidades, así como para expresar y legitimar lo que para otros era inconfesable: un elitismo autoritario del que se enorgullecían.
También los fortalecía el hecho de que en todo el mundo estaban teniendo este tipo de propuestas.
Finalmente, podían contar con algún respaldo del poder. En el gabinete de Uriburu, compuesto de conservadores de viejo estilo, los apoyaba el ministro del Interior (Sánchez Sorondo) que simpatizaba con estas nuevas formas de autoritarismo.
Los militares nacionalistas solo ocuparon algunos cargos de menor importancia en distintos gobiernos provinciales. Uriburu hizo todo lo posible por apoyarlos.
Los nacionalistas eran mucho más eficientes para golpear que para construir. Progresivamente se fueron distanciando del gobierno, a medida que crecía la influencia de quienes rodeaban a Justo y a la alternativa institucional, a la cual terminaron apoyando. Habían acabado de conformar si discurso, que pronto emplearon tanto para combatir la solución triunfante como para apelar, con energía creciente, al Ejército.
En una operación muy típica de la época, redujeron todos sus enemigos a uno: las altas finanzas y la explotación internacional se fundían con los comunistas, los extranjeros causantes de la disgregación nacional, y también los judíos, unidos por una siniestra confabulación. Reclamaban por la vuelta de una sociedad jerárquica, no contaminada por el liberalismo, organizada por un Estado corporativo y cimentada por un catolicismo integral.
Fracasada la alternativa de Uriburu, el Ejército se convirtió en el objetivo principal.
Mientras los nacionalistas proponían un camino reaccionario pero novedoso, el grueso de la clase política optaba por la defensa de las instituciones constitucionales, pero señalando que éstas no habían estado nunca supeditadas a las formas más crudas de la democracia.
Mientras los socialistas y demoprogresistas pasaron nuevamente a la oposición, los partidos que en 1928 habían apoyado la candidatura de Melo, oscilaron entre enfrentar los proyectos autoritarios y corporativistas de Uriburu y utilizar para una eventual elección el apoyo del gobierno, sin duda, indispensable para derrocar a los radicales.
El primer grupo que constituyo, la Federación Nacional Democrática, definidamente liberal y enérgicamente opuesto a Uriburu, fue fracturado por el partido conservador de la provincia de Bs As, pero su derrota el 5 de abril, creó las condiciones para un reagrupamiento de las fuerzas, en torno de la ya perfilada candidatura del general Justo. El sector más consistente de la coalición eran los grupos conservadores, que constituyeron el Partido Demócrata Nacional.
El radicalismo antipersonalista, se había desgranado luego de que muchos retomaran al viejo tronco, dirigido ahora por Alvear. El partido Socialista Independiente sólo podía ofrecer una base sólida en la Capital, y también un grupo calificado de dirigentes. Este conglomerado se unió tras la figura del general Justo, pero sin superar sus diferencias.
Justo podía presentarse como un militar con vocación civil, pero sobre todo como quien contaba con el respaldo del Ejército.
Tampoco entre los radicales estaban claras las opciones, pues muchos apostaban a la carta electoral y otros a derribar el gobierno provisional, con un movimiento cívico-militar.
Organizar el oficialismo no fue una tarea sencilla. Justo procuró equilibrar la participación de las distintas fuerzas de su gobierno, aunque fue notoria su reticencia hacia los partidos conservadores, que sin embargo constituían su más sólida base.
Intervención y cierre económico: La Depresión, que se venía manifestando desde 1928, persistió hasta 1932. Los precios internacionales de los productos agrícolas cayeron fuertemente los ingresos del sector agrario y de la economía toda se contrajeron fuertemente. Como el gobierno opto por mantener el servicio de la deuda externa, mucho más gravosa por la disminución de los recursos corrientes, debieron reducirse drásticamente tanto las importaciones como los gastos del Estado, cuyo déficit paso a convertirse en un problema grave.
En la crisis, los países centrales utilizaron su poder de compra para defender sus mercados, asegurar el pago de las deudas y proteger las inversiones. Gran Bretaña se refugió en el proteccionismo comercial. Era un mundo distinto, que requería una política económica nueva e imaginativa. Las tendencias que se observaron fueron la creciente intervención del Estado y el cierre progresivo de la economía.
Se produce un reforzamiento de la relación con Gran Bretaña. En 1931 se estableció el impuesto a los réditos. Las finanzas públicas dejaron de depender exclusivamente de los impuestos a las importaciones o de préstamos externos. Hacia 1933 el gobierno había logrado equilibrar su presupuesto. Avanzando sobre el control de las finanzas, en 1935 se creó el Banco Central, cuya función principal era regular las fluctuaciones cíclicas de la masa monetaria.
También para atenuar los efectos de las crisis cíclicas y defender a los productores locales, se comenzó a regular la comercialización de la producción agropecuaria.
Con la prosperidad de las décadas anteriores se había constituido en el país un mercado consumidor de importancia. El cierre creciente de la economía, los aranceles y las escasez de divisas creaban condiciones adecuadas para sustituir los bienes importados por otros producidos localmente, sobre todo si la producción no exigía una instalación fabril muy compleja o si ya existía una base industrial, que podía ser utilizada más intensamente.
Creció mucho el sector textil, pero también la mayoría de las actividades volcadas al consumo. Los grandes capitales, vinculados hasta entonces en forma predominante a las actividades agropecuarias para la exportación, acentuaron su orientación hacia la industria.
La sustitución de importaciones ofrecía el atractivo de un mercado existente y cautivo, y una ganancia rápida. El crecimiento industrial abrió un nuevo campo de negociación entre los sectores propietarios y el Estado.
Los cambios en el sector agropecuario fueron menos notables. La ganadería siguió retrocediendo respecto de la agricultura. La producción agrícola no decayó, aunque la situación de los productores se deterioró sensiblemente y se fueron delineando las condiciones del éxodo rural, visible luego del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
En todo el nordeste se extendió la ocupación de nuevas tierras, iniciada en la década anterior, y se constituyo un amplio sector de pequeños productores dependientes de un sector comercial e industrializador muy concentrado. También aquí el Estado intervino para regular la comercialización.
Al cierre de la economía, la intervención del Estado y un cierto crecimiento industrial parecían datos sobre los que no se podía retornar.
La presencia británica: La cuestión de la relación con Gran Bretaña resulto mucho más controvertida. Presionada por el avance de EEUU, y en el marco de la crisis desatada en 1930, Gran Bretaña opto por reconcentrarse en su Imperio, fortalecer sus vínculos con las colonias y dominios y acortar en ellos la presencia estadounidense.
En 1932, la Conferencia Imperial de Ottawa tendrían preferencia en las importaciones británicas. Entre otras medidas, se decidió reducir en un tercio las compras de carne congelada argentina. Se trataba de un punto extremadamente sensible para Argentina. La política arancelaria y el control de cambios permitían discriminar las importaciones y regular el monto de las divisas que sería utilizado para pagar el servicio de la deuda británica, para seguir comprando productos británicos o para remitir las utilidades de las empresas británicas instaladas en la Argentina.
En 1933 una misión encabezada por el vicepresidente Roca negocio en Londres las condiciones para el mantenimiento de la cuota argentina de carne. Se mantendrían las condiciones de 1932 y se consultarían eventuales reducciones posteriores que fueran necesarias. El tratado firmado por Roca y Runciman se trataba sin duda de una gran victoria para los británicos a cambio del mantenimiento de la participación argentina en el mercado de carnes.
El “tratamiento benévolo” apuntaba a reflotar empresas británicas en dificultades: las ferroviarias y las de transporte urbano.
...