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Los Docentes En Mexico


Enviado por   •  28 de Junio de 2013  •  1.617 Palabras (7 Páginas)  •  294 Visitas

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PREFACIOLa Voz de San Jorge parte del Centro de cultura y civilidad de la Fundación Giorgio Cini,que tiene su sede en Venecia, ciudad maravillosa, en esa isla situada frente a la placeta de SanMarcos, y al Palacio Ducal, que las arquitecturas de Buora, de Palladío y de Longhena, hoyresurgidas en su antiguo esplendor, han circundado de tanta maravilla.El Centro se propone hacer servir la cultura a la civilidad o sea, en sencillas palabras, elsaber a la bondad. Debería ser este el destino del saber; pero no siempre las cosas van comodeberían ir. También el saber, para poner un ejemplo, como la energía atómica, puede servir albien o al mal, a hacer que los hombres lleguen a ser más malos o más buenos, a hacer levantar lacabeza en acto de soberbia o a hacerla inclinar en acto de humildad.Lo que, a tal objeto, se debería hacer este año es razonar algo en torno al proceso penal.Un tema científico, a primera vista, poco a propósito para una conversación con el gran público, elcual, especialmente en la radio, tiene ganas de divertirse. Pero aquí está precisamente el nudo dela cuestión, en tema de civilidad. Divertirse quiere decir escapar de la vida cotidiana, la cual es tanmonótona, tan difícil, tan amarga, que hace que resulte irresistible la necesidad de evasión. Noestoy fuera de la realidad hasta el extremo de no reconocer, e incluso de no experimentar, estamodesta necesidad. Pero existe otra salida para evadirse, además de la diversión. Es la salidaopuesta; y dice el proverbio que los extremos se tocan.Esta salida es el recogimiento. Al fin y al cabo no hay evasión más completa que laplegaria, que es la forma exquisita del recogimiento. Mucha gente no lo sabe porque no prueba.Pero quienes han probado el consuelo de la plegaria, saben lo que se ha de pensar respecto de ladiversión y del recogimiento.Un poco en todos los tiempos, pero en la época actual cada vez más interesa el procesopenal a la opinión pública. Los diarios ocupan una buena parte de sus páginas con la crónica delos delitos y los procesos. Quien los lee, tiene incluso la impresión de que, en este mundo, seproduzcan muchos más delitos que buenas acciones. Lo que ocurre es que los delitos seasemejan a las amapolas, que cuando hay una en un campo, todos se dan cuenta de ella; y lasbuenas acciones se ocultan, como las violetas, entre la yerba del prado. Si los diarios se ocupancon tanta asiduidad de los delitos y de los procesos penales, es porque la gente se interesamucho por ellos; sobre los procesos penales llamados célebres, se lanza ávidamente la curiosidaddel público. Y es también esta una forma de diversión; se evade de la propia vida ocupándose dela vida de los demás; y la ocupación no es nunca tan intensa como cuando la vida de los demásasume el aspecto del drama. Lo malo es que se asiste al proceso de la misma manera en que segoza del espectáculo en el cinematógrafo, el cual, por lo demás, finge con mucha frecuencia tantoel delito como el correspondiente proceso. Pero puesto que la actitud del público respecto de losprotagonistas del drama penal es la misma que tenía en un tiempo la multitud frente a losgladiadores que combatían en el circo, y tiene todavía, en ciertos países del mundo, frente a lascorridas de toros, el proceso penal no es, desgraciadamente, otra cosa que una escuela deincivilidad.Lo que con estos coloquios se desearía es hacer del proceso penal un motivo derecogimiento en lugar de serlo de diversión. No vale oponer a esto que en torno a ese proceso sereúnen los hombres de ciencia; y que nada tienen que hacer los hombres de la calle. Los juristas,es cierto, lo estudian y aun lo deberían estudiar todavía mejor para conseguir que su mecanismo,delicado como ningún otro, se perfeccione; es este un problema con mucha más semejanza de laque pueda creerse respecto de los problemas de mecánica que resuelven los ingenieros; ytambién de esa semejanza debería darse cuenta la gente. Pero puesto que también los hombresde la calle se interesan en el proceso penal, resulta necesario que no lo confundan con unespectáculo cinematográfico, al cual se asiste para conseguir emociones. Pocos aspectos de lavida social afectan tanto como este a la civilidad.No es la primera vez que me ocurre advertir que la civilidad (con palabras muy simples querara vez se leen en los libros, porque los hombres desgraciadamente son y quieren ser aún más,en cambio, terriblemente complicados) no es otra cosa sino capacidad de los hombres de amarse

y, por eso, de vivir en paz. Ahora bien, el proceso penal es una piedra de toque de la civilidad nosolo porque el delito, con tintas más o menos fuertes,

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