Monografia de la noche de los lapices
Noelia RomeroMonografía30 de Octubre de 2017
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Capítulo I
El comienzo de la barbarie.
La Revolución Libertadora de Junio de 1955, dio el puntapié inicial para el derrocamiento del gobierno del General Juan Domingo Perón. El bombardeo a la plaza de mayo llevado a cabo por sectores opuestos a Perón, ya sea militares y otras agrupaciones al mando del General Pedro Aramburu, fueron manifestaciones precisas de lo que se estaba gestando para el movimiento peronista.
El Decreto 4161 establece la prohibición de toda actividad peronista, declarando un delito al nombrar los nombres de Perón y Eva, y así mismo sus retratos. Tampoco estaría permitido mencionar sus nombres en radios o diarios, y debían referirse a él como el “dictador depuesto” o “tirano prófugo”.
Entre las estrategias planteadas contra el movimiento popular, se encontraba el encarcelamiento de los militantes y, como broche de oro, el secuestro de el cadáver de Evita, cuyo cuerpo descansaba en la CGT[1] desde su muerte.
La proscripción da lugar a la resistencia.
Como respuesta a esta proscripción peronista, surge la resistencia en todos los ámbitos. Con Perón exiliado en España, en una primera etapa se vislumbraban tres posturas: la resistencia, el golpismo y la negociación.
Si bien al principio de sus 18 años de exilio, estuvo desconectado del movimiento, al poco tiempo comenzó a comunicarse con los principales dirigentes del peronismo, mediante cartas, haciéndole llegar la organización secretamente, bajo la forma de resistencia del partido político peronista.
Algunos de los peronistas de la resistencia, pensaban que tenían que hacer algo en contra del gobierno de facto[2]. Otros tantos, emprendieron mínimas acciones individuales, realizando sabotajes en sus lugares de trabajo o en donde llegara su alcance, mientras otras partes se organizaban en comisiones internas de las fábricas, grupos barriales, etcétera, repartiendo volantes y rumores falsos.
Con el desgaste del golpe, Aramburu convocó, junto a Rojas, elecciones generales en 1958, ya que confiaban en la continuidad que les daría Ricardo Balbín (candidato de la UCRP[3], seguro triunfador ante la proscripción peronista).
En paralelo, Arturo Frondizi había realizado un pacto con Perón, en donde prometía sancionar una ley en donde el partido Peronista sería legalizado y llevaría adelante un proyecto nacional y popular, ésta le daría nombre a la Ley de Asociaciones Profesionales. Esta razón es por la cual Perón acepta ese pacto con Frondizi y así pudo ganar las elecciones, asumiendo su cargo el 1° de Mayo de 1958.
El Che como modelo a seguir.
Previamente a lo ocurrido en Argentina y comentado anteriormente, con el triunfo de la Revolución Cubana, el Che Guevara [4]se convirtió en un modelo a seguir a nivel continental, lo que llevó a que los grupos revolucionarios de esa época construyeran organizaciones armadas. Las organizaciones armadas, más conocidas como “guerrillas”, surgieron en el contexto de la Guerra Fría y con una gran intervención de parte de los Estados Unidos que diseñó la lucha contrainsurgente.
A pesar de las diferentes ideologías, existía un denominador común entre estos grupos: el antiimperialismo, el tercer mundismo y la aceptación de la resistencia armada como un camino viable para lograr la liberación nacional. Estos grupos nacieron en aquellos países que sufrían reiterados golpes militares o políticas proscriptivas y represivas: Brasil, Bolivia y Argentina.
Las guerrilas durante el Gobierno de Arturo Illia
El 12 de octubre de 1963, Arturo Illia había asumido la presidencia con tan solo el cuarto del total de los votos. El ex presidente Aramburu había intentando desviar la decisión del pueblo para poder tener un gobierno que él pudiera dirigir, pero Alende, que había salido segundo, no aceptó esta corrupción.
Durante la presidencia de Illía, nació la guerrila EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo), dirigido por Jorge Masetti con iniciativa del Che Guevara, con estudiantes argentinos y 2 cubanos. Masetti redactó una carta a Illia, en la que denunciaba el fraude electoral y la proscripción peronista. Este grupo guerrillero fue detectado y la Gendarmería ocupó Orán (Salta) para capturar algunos de sus miembros.
El problema de gobernar sin el peronismo.
La “Revolución Libertadora” intentó “desperonizar” al país, pero ni la dictadura ni la proscripción peronista lo lograron.
Como solución a esta postura se presentó el general Juan Carlos Onganía. Esta nueva dictadura militar buscó el apoyo del nacionalismo católico, por lo que se la tituló como “Revolución Argentina”.
Hasta el gobierno de facto de Onganía, la universidad era una especie de “isla democrática”, ya que allí tanto los profesores como alumnos tenían la libertad de pensamiento y opinión. Para el gobierno militar esta postura de “politización” y agitación estudiantil era una oposición al pensamiento que ellos deseaban que la gente tuviera.
El marxismo era uno de los principales enemigos de Onganía, por esa razón había que eliminar todo aquello que se relacione con esa ideología.
En julio de 1966, el ex presidente decidió suprimir la autonomía de la universidad nacional, que pasó a depender del Ministerio del Interior. Ante esta situación los alumnos y los profesores, en modo de protesta, tomaron varias facultades. En respuesta los militares reprimieron expulsando violentamente con cachiporras y culatas a autoridades académicas y estudiantes, dándole así el comienzo a “la noche de los bastones largos”. Este trágico acontecimiento y la falta de libertad determinaron que cientos de profesores e investigadores reconocidos que contaban con una excelente formación académica tuvieran que renunciar y exiliarse a Europa y distantes partes de América. La otra parte que se quedaron, continuaron luchando clandestinamente contra la dictadura de Onganía.
Unos años más tarde… en Córdoba los trabajadores metalúrgicos no formaban parte de los grandes sindicatos por rama de actividad ya que las automotrices extranjeras evitaban aquello a lo que el movimiento obrero peronista estaba acostumbrado a gozar. A pesar de esta situación se desató una fuerte resistencia obrera y estudiantil contra el gobierno de Onganía. Además, muchos de los estudiantes universitarios trabajan en esas fábricas y así nació una nueva generación de obreros jóvenes que se sumaban a la lucha social.
En consecuencia, el gobierno de facto implementó medidas para perjudicar a los obreros, algunas de ellas fueron las quitas zonales [5]y la abolición del sábado inglés[6]. En modo de protesta, el gremialismo cordobés organizó una huelga los días 14 y 15 de Mayo, que fue furiosa y violentamente reprimida por la policía.
El 29 de Mayo obreros y estudiantes se reunieron nuevamente y marcharon en descontento con las medidas anteriormente implementadas por el gobierno de Onganía. Los policías nuevamente reprimieron pero esta vez se encontraron con un nuevo episodio, el asesinato de un estudiante, Máximo Mena. La indignación de la gente llegó a tal punto que realizaron barricadas y pedradas que consistieron en un utilizar bulones[7], hondas[8], clavos, miguelitos[9] y explosivos caseros.
Encabezando esta manifestación se unieron los obreros del transporte y los de la Compañía de Electricidad de Córdoba, liderado por Agustín Tosco[10], obreros de la automotriz IKA-Renault, Fiat y Grandes Motores Diesel.
Para la mitad del día ya tenían ocupadas alrededor de 150 manzanas. Se atacaron, comisarías, empresas extranjeras e instituciones que para ellos significaran autoritarismo e imperialismo. A la tarde, Onganía ya había organizado al Ejército para que ocupara la ciudad, pero en contra ataque los obreros de Luz y Fuerza, organizaron un “apagón” por la noche para retrasar el objetivo de las tropas. Su propósito resultó con éxito ya que las tropas pudieron tener el control de la ciudad recién el 31 de Mayo, dejando 34 muertos, 500 heridos y 300 detenidos.
Este suceso es popularmente conocido como el Cordobazo, pero tuvo una diferencia al resto de las protestas: sí bien, la gran mayoría de los obreros y estudiantes eran peronistas, durante la manifestación no tuvieron la impronta de Perón.
El Correntinazo y el Rosariazo también fueron muy importantes porque marcaron el inicio de la oposición masiva contra el gobierno de facto de Onganía pero, el Cordobazo le dio comienzo al fin de la dictadura. Además, hubo una resistencia diferente ya que se habían unido los estudiantes, obreros y los barrios para hacerle batalla al gobierno militar, rechazando su cuestión política represiva, económica y laboral.
Varios dirigentes sindicales y obreros fueron detenidos trasladados a sedes militares y juzgados por Consejos de Guerra.
Le peronización en las clases medias.
Las medidas que Onganía sometió a todas las universidad dejó como saldo el exterminio de la política estudiantil. En contra postura, la militancia juvenil se aproximo a los problemas de la sociedad argentina uniéndose a los grupos gremiales o cristianos.
Además, los gremios y también los sacerdotes que comandaban agrupaciones de jóvenes para el trabajo en zonas humildes, eran peronistas. Así, una gran cantidad de estudiantes de clase media fueron encontrando un mundo que ellos no habían conocido nunca, sumándose a lucha contra la abolición de las injusticias. Algunos eran peronistas porque valoraban mucho todo el trabajo que Perón había realizado sobre su mandato como presidente, pero otros porque la mayoría de sus compañeros de su área laboral eran peronistas.
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