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Nicolás Maquiavelo


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2012  •  3.462 Palabras (14 Páginas)  •  382 Visitas

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PRÓLOGO

Nicolás Maquiavelo fue un escritor y estadista de Florencia (1469 – 1527) nació en una familia noble empobrecida, terminó de escribir ésta obra en el año de 1513 pero fue publicada hasta después de su muerte. La dedicó a Lorenzo de Médicis, con el afán de que éste obtuviera el perfil psicológico adecuado y las primordiales virtudes humanas en su carácter de gobernante, escribiendo esta obra a través del conocimiento de las acciones de los hombres, el cual adquirió gracias a una larga experiencia de las cosas modernas a través del trabajo en la cancillería florentina y a una incesante lectura de los gobiernos pasados. A manera de que con estos textos pudiese cambiar la política de gobierno y poder así conseguir la unidad de Italia. El pensamiento político de Maquiavelo era centrado en el Funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes, sus escritos se deben a su experiencia diplomática, cuyo único fin era preservar la soberanía de Florencia y poder ver establecerse en Italia un Estado grande y fuerte.

CAPITULO V

DE QUÉ MODO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O PRINCIPADOS QUE, ANTES DE SER OCUPADOS, SE REGÍAN POR SUS PROPIAS LEYES:

Maquiavelo sostenía que los pasos que habían de hacerse para con aquellas ciudades o principados eran primeramente destruirlos, después trasladar a ellos la propia residencia, dejarlos gobernarse por sus propias leyes, obligarlos a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por pocas personas. El estado podrá modular las relaciones sociales garantizando que los hombres vivan en libertad a través de sus leyes logrando el bien común. Siendo estos los modos para conservar un Estado y así ir añadiendo mayor territorio y poderío para Florencia y conservar así su soberanía.

CAPITULO VIII

DE LOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE CRÍMENES:

Separadamente de los principados hereditarios y de los que son conquistados, Maquiavelo afirma que hay otras dos maneras de llegar a ser príncipe las cuales no pueden ser atribuidas a la fortuna o a la virtud, la primera de ellas ascendiendo al principado por maldades y delítos sin importar nada ni nadie y el segundo llegar al poder por el favor de los conciudadanos la cual se llega por algún acto heroico y teniendo al pueblo de su lado. Estando ya en el poder sin importar la manera por la cual se llegó a él, menciona que los beneficios que se le puedan dar al pueblo deben darse poco a poco para que puedan saborearse mejor y por ningún motivo siendo la situación favorable o adversa podrían alterar la forma en que Maquiavelo incita para llevar el poder ya que los tiempos difíciles y no previstos no pueden cambiarse y que de nada sirve que se haga lo que se haga porque el pueblo siempre pensará que el hecho es forzado a través de la situación, la cual nadie agradecerá.

CAPITULO IX

DEL PRINCIPADO CIVIL

Nuestro autor denomina principado civil, cuando un ciudadano gracias al apoyo de sus compatriotas se convierte en príncipe, y por haber llegado a gobernar por el favor popular se convierte en única autoridad ya que no tiene a nadie o casi a nadie a su alrededor que no esté dispuesto a obedecer, ya que los demás le consideraran igual a ellos y por lo tanto conocedor de sus necesidades, y el pueblo estará satisfecho al sometimiento, ya que un príncipe jamás podrá llegar a dominar a un pueblo cuando lo tenga por enemigo. El que llegue a príncipe mediante el favor del pueblo, debe esforzarse en conservar su afecto, cosa fácil, pues el pueblo sólo pide no ser oprimido. Pero el que llegue a príncipe por el favor de los nobles y contra el pueblo procederá bien si se empeña ante todo en conquistarlo. Es por ello que un príncipe hábil debe hallar una manera por la cual sus ciudadanos siempre y en toda ocasión tengan necesidad del Estado y de él, y así le serán siempre fieles.

CAPITULO X

COMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE TODOS LO PRINCIPADOS

Para examinar la naturaleza de éstos principados es necesario considerar Si un príncipe posee un estado tal que pueda, en caso necesario, sostenerse por sí mismo, o si tiene en tal caso, que recurrir a la ayuda de otros. Un príncipe que gobierne una plaza fuerte, y a quien el pueblo no odie, no puede ser atacado, pero si lo fuese, el atacante se vería obligado a retirarse sin gloria, porque son tan variables las cosas en este mundo que es imposible que alguien permanezca con sus ejércitos, sitiando ociosamente una ciudad. Un príncipe poderoso y valiente superará siempre estas dificultades. Si se considera bien todo, no será difícil a un príncipe sabio mantener firme el ánimo de sus ciudadanos durante el asedio, siempre y cuando no carezcan de víveres ni de medios de defensa.

CAPITULO XI

DE LOS PRINCIPADOS ECLESIASTICOS

En los principados eclesiásticos todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte, y se conservan sin el uno ni la otra, se apoyan en antiguas instituciones religiosas que son tan potentes y de tal calidad, que mantiene a sus príncipes en el poder sea cual sea fuere el modo en que éstos procedan y vivan, estos son los únicos que tienen estados y no los defienden; súbditos y no los gobiernan, son los únicos principados seguros y felices. Pero como están regidos por leyes superiores, inasequibles a la mente humana, y como han sido inspirados por el señor, sería oficio de hombre presuntuoso y temerario hablar de ellos.

Las disensiones y disputas entre los nobles son originados por la ambición de los prelados.

CAPITULO XII

DE LAS DISTINTAS CLASES DE MILICIAS Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS

Las tropas con que un príncipe defiende a su estado son propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Las mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas; y el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios no estará nunca seguro, porque están desunidos, porque son ambiciosos desleales, valientes entre amigos, pero cobardes cuando se encuentran frente a los enemigos; porque no tienen disciplina, como tienen temor de Dios ni buena fe como los hombres. Los capitanes de mercenarios o son hombres de mérito o no los son; no se puede confiar en ellos si lo son porque

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