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POLÍTICAS HACIA LAS FAMILIAS, PROTECCIÓN E INCLUSIÓN SOCIALES


Enviado por   •  28 de Marzo de 2020  •  Informes  •  1.681 Palabras (7 Páginas)  •  72 Visitas

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“POLÍTICAS HACIA LAS FAMILIAS, PROTECCIÓN E INCLUSIÓN SOCIALES” CEPAL, 28 y 29 de junio 2005 Los cuidados familiares como problema público y objeto de políticas

En las últimas décadas se ha encaminado a privatizar la responsabilidad por el bienestar, se ha evidenciado la trasferencia de tareas del Estado hacia las familias y la falta de atención a las nuevas necesidades (los déficits de cuidados) que no pasan a ser consideradas como derechos sociales. Todo esto dado por intereses políticos, crisis económica, transformación del Estado.

Los cambios demográficos han traído un fenómeno mundial debido al aumento de la proporción de personas mayores de 65 años en la población total. Esto representa una baja natalidad y aumento de la esperanza de vida. Los países del cono sur son lo que mayor proporción de adultos mayores poseen: el 9.8% en Argentina, el 7.2% en Chile y el 12.9% en Uruguay. Esto plantea dilemas económicos, sociales y políticos ya que desencadena un incremento de los gastos sanitarios y asistenciales. Frente a las necesidades de cuidados y la ausencia de personas disponibles para hacerse cargo gratuitamente de ellos, el sector mercantil de cuidados para los adultos mayores dependientes y enfermos ha adquirido en la última década un importante desarrollo, siendo favorable para las poblaciones con las condiciones económicas para acceder a ellos.

¿QUÉ SABEMOS SOBRE EL TRABAJO DE CUIDADO Y LAS PERSONAS CUIDADORAS?

Las investigaciones sobre cuidados familiares aún se encuentran en desarrollo, teniendo los mayores avances en los países europeos. Lo que más se ha destacado son que las mujeres realizan la mayor parte del trabajo no remunerado familiar. Por ejemplo, la encuesta sobre Uso del Tiempo y Trabajo no Remunerado realizada en Montevideo y el área metropolitana en el año 2003 muestra que cuando hay niños en el hogar las mujeres son las cuidadoras principales en el 90% de los hogares y que las responsables de las tareas no remuneradas en los hogares son en un 65% a la vez mujeres que realizan trabajo extradómestico. En este estudio se encontró que el tiempo promedio total dedicado en los hogares a las tareas de cuidado de los menores de 12 años es de 43 horas semanales, equiparable a una jornada laboral completa. La responsable de las tareas del hogar cumple con el 63% de esas horas (27 horas), mientras que otros miembros del hogar cumplen el 37% restante (16 horas).  La existencia de niños pequeños aumenta el número de horas de cuidado llama la atención la cantidad de horas que insume el apoyo a los trabajos domiciliarios (“los deberes”) de los escolares (5 horas semanales promedio) a cargo mayoritariamente de madres que tienen jornadas laborales extradomésticas, indicador del sobretrabajo que genera el sistema educativo sobre las madres de los escolares.  

(1) https://dds.cepal.org/eventos/presentaciones/2005/0628/Rosario_Aguirre.pdf

Acerca de la noción de cuidado qué es

Progresivamente se ha ido construyendo el concepto de cuidado sobre la observación de las prácticas cotidianas y las diversas actividades que permiten cubrir las necesidades de cuidado y bienestar. Esto ha reforzado lo ya conocido anteriormente sobre la exclusión de las mujeres de otros derechos. La noción del cuidado comprende tanto el cuidado material como el cuidado inmaterial e implica un vínculo afectivo, emotivo, sentimental. Supone una relación entre el que brinda el cuidado y el que los recibe, consolidando un esquema de obligaciones mutuas basado en la reciprocidad. Según Hochschild “el cuidado es el resultado de muchos actos pequeños y sutiles, conscientes o inconscientes, aunque no pueda considerarse que sean naturales o sin esfuerzo.” En las tareas de cuidado se involucran sentimientos, acciones, conocimiento y tiempo No obstante puede ser provisto de forma remunerada o no remunerada. Lewis (2000) plantea la necesidad de analizar la distribución del cuidado, en términos de trabajo, costo y responsabilidad, entre miembros de la familia y la comunidad, y el carácter del soporte aportado por el Estado para el cuidado y los cuidadores. La distribución de las tareas de cuidado está signada por dos desigualdades centrales: la desigualdad de género y la desigualdad social. Como sostiene Garcia-Calvente Mateo-Rodríguez e Eguiguren (2004), cuidar se escribe, en femenino. Las mujeres no sólo asumen de forma mayoritaria el papel de cuidadoras principales, también son mujeres las que ayudan a otras mujeres en el cuidado. Asimismo, las mujeres de menor nivel educativo, sin empleo y de condición social subalterna, configuran el gran colectivo de cuidadoras; por lo tanto, la desigualdad social constituye un segundo eje de inequidad presente en el cuidado informal. Además, el costo que asumen las mujeres por el hecho de cuidar es elevado en términos de salud, calidad de vida, oportunidades de empleo, desarrollo profesional, impacto económico, relaciones sociales y disponibilidad del propio tiempo. Las características de las cuidadoras y el contexto en el que desarrollan los cuidados influyen en el nivel de sobrecarga y como ésta se percibe.

A modo de cierre

Los cuidados constituyen un aspecto de la solidaridad familiar y son las condiciones de género, étnico/cultural y generacional lo que explica la asunción de responsabilidades de cuidado en el ámbito familiar y en la red social informal. Se recrea un tipo de vínculo entre el donante y el receptor de los cuidados basado en una lógica de la reciprocidad y el intercambio que permite poner en juego valores como el altruismo, la compasión y la responsabilidad social, pero también el control social, el sacrificio y la exclusión. Se reconoce una infraestructura de los actos de cuidado en la dinámica familiar cotidiana, a partir de servicios, transferencias de dinero o bienes, responsabilidad y tiempo. Podría quedar en el plano de los problemas domésticos, sin embargo, la cuestión interpela a las políticas de familia, en tanto y en cuanto nos interroga acerca de las obligaciones y derechos al cuidado de los integrantes de las familias, y de las responsabilidades estatales y de la sociedad en general, en este campo. Los servicios de cuidado ponen de manifiesto el tipo de arreglo dominante en una sociedad desigual para alcanzar el bienestar, en la medida que se resuelven mediante provisiones e intercambios en la familia, entre las familias, las organizaciones de la comunidad, el mercado y el Estado. El tema de los cuidados, y en particular de los cuidadores/as, afectan sensiblemente tanto el sistema de salud, como los regímenes de seguridad y protección social, y los servicios sociales, mientras que cualquier política de apoyo a cuidadores/as debería ser evaluada en términos de su impacto sobre la desigualdad de género y de clase social.

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