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Personalidad Y Desarroyo Social


Enviado por   •  25 de Agosto de 2013  •  9.701 Palabras (39 Páginas)  •  334 Visitas

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PERSONALIDAD Y DESARROLLO SOCIAL

Probablemente la tarea más importante de la adolescencia es la búsqueda de su identidad. Los jóvenes, entre los 13 y los 19 anos, necesitan desarrollar sus valores propios y estar seguros de que no están repitiendo como loros las ideas de sus padres. Han descubierto aquello de que son capaces y están orgullosos de sus logros. Desean establecer relaciones estrechas con chicos y chicas de su misma edad; saberse aceptados, amados y respetados por lo que son y por lo que pretenden.

Muchas teorías diferentes ofrecen explicaciones del significado de la adolescencia y sus efectos sobre el individuo.

PERSPECTIVAS TEÓRICAS SOBRE LA ADOLESCENCIA

G.Stanley Hall (1916) sostenía que los factores fisiológicos genéticamente determinados producen reacciones psicológicas. Hall consideraba la adolescencia un periodo de “tormenta e impulso”, un periodo de vacilación y emociones contradictorias. Margaret Mead(1961) estudio la adolescencia en otras culturas y encontró que la que se da en la sociedad occidental no es un fenómeno universal. Cuando una cultura establece una transición serena y gradual de la niñez a la edad adulta, como sucede en Samoa, se produce una fácil aceptación de la edad adulta. Las sociedades que permiten a los niños darse cuenta de la actividad sexual adulta, ver nacer a los bebes, familiarizarse con la muerte, hacer trabajos necesarios, ejercitarse en comportamientos asertivos y dominantes, comprometerse en juegos sexuales y conocer con precisión lo que implicaran sus papeles adultos, están bastante libres de las tensiones adolescentes.

Aun en nuestras sociedades, la adolescencia es a menudo calmada. En sus estudios de muchachos adolescentes del Medio Oeste, Offer(1969) encontró poca agitación o caos. Hallo un alto nivel de riñas relacionadas con aspectos relativamente poco importante entre jóvenes de 12 a 14 anos y sus progenitores. En un reciente estudio de seguimiento de estos mismos muchachos, realizado ocho anos después, Offer y Offer(1974) vieron la posibilidad de distribuir a la mayor parte de ellos en grupos. Casi uno de cada cuatro hacia parte del grupo de crecimiento continuo, tales jóvenes eran felices, tenían un auto-imagen realista y revelaban pocas señales de crisis o agitación. Mas de un tercio se adecuaba al grupo de crecimiento agitado, de jóvenes razonablemente bien ajustados que tenían alguna dificultad para enfrentar traumas inesperados y con frecuencia regresaban a comportamientos mas inmaduros o se disgustaban en tiempos difíciles. Menos de un adolescente entre cinco, sin embargo, se adecuaba al cuadro clásico del crecimiento tumultuoso.

Adelson(1979) llama la atención acerca de la imagen que tantas personas tienen del joven turbulento “típico”, debido a la tendencia por parte de los investigadores a centrar su atención en una pequeña proporción de la población adolescente. Como resultado, tenemos una desproporcionada cantidad de información sobre las clases mas altas y mas bajas, pero muy poco acerca de los jóvenes de clase media baja. Los investigadores también han estudiado los problemas de personas emocionalmente alteradas, ateas o excéntricamente religiosas, así como políticamente alineadas. Sobre los estudiantes universitarios sabemos mas sobre aquellos que estudian letras y ciencias sociales, pero muy poco acerca de los dedicados, al estudio de otras ciencias, la tecnología y los negocios. Nuestro conocimiento del desarrollo adolescente es en gran parte un conocimiento del desarrollo de adolescentes masculinos, prácticamente sin ninguna relacion con la manera en que las niñas se convierten en mujeres adultas. Como resultado de tales brechas, en forma sorprendente podemos decir que sabemos poco acerca de los jóvenes normales. Aun mas; de lo que sabemos por estos estudios que se han centrado en jóvenes “comunes”, Adelson (1979).

Sigmund Freud (1953) consideraba la etapa genital de la maduración sexual como el principio fundamental de la adolescencia. Ésta es un redespertar de los impulsos sexuales de la etapa málica, la cual ahora se orienta por canales aprobados socialmente: relaciones heterosexuales con personas ajenas a la familia. Debido a los cambios fisiológicos de la maduración sexual, los adolescentes ya no reprimen su sexualidad como lo hacían durante la etapa de patencia en la niñez media. Sus necesidades biológicas hacen esto imposible. Típicamente atraviesan por una etapa homosexual, lo cual puede manifestarse en rendir culto, como si fuera héroe, a un adulto, o en una estrecha relación de camaradería, precursora de relaciones maduras con personas del otro sexo. Antes que esto se logre, las personas jóvenes tienen que sentirse a sí mismas libres de dependencia en relación con sus progenitores.

Anna Freud (1946) consideraba los años adolescentes como más importantes para la relación del carácter, haciendo más hincapié en este aspecto del que establecía su padre. Los cambios glandulares que producen los cambios fisiológicos también afectan el funcionamiento psicológico. La libido, energía básica que abastece el impulso sexual, vuelve a despertarse y amenaza el equilibrio id-ego, mantenido durante los años de latencia. Los conflictos resultantes causan ansiedad, así como posibles temores y síntomas neuróticos, que ponen de manifiesto defensas de represión, negación y desplazamiento. Para evitar ser abrumados por impulsos instituivos, los adolescentes emplean mecanismos de defensa del ego, tales como intelectualización (transformación de sus preceptos en pensamiento abstracto) y ascetismo (autonegación).

Eric Erikson (1950,1965,1968) identificó la adolescencia como una crisis de identidad en oposición a confusión de papel. El rápido crecimiento del cuerpo y la nueva maduración genital evidencian ante los jóvenes su inminente adultez, y los hacen interrogarse acerca de sus papeles en la sociedad adulta. La tarea más importante de la adolescencia es descubrir “Quién soy yo”. Un aspecto significativo de esta búsqueda de identidad es la decisión por parte de los jóvenes de seguir una carrera.

Erikson considera que el primer riesgo de este estadio es la confusión de identidad. Dice que puede expresarse en una persona joven que toma mucho tiempo para llegar a la adultez y ofrece a Hamlet como un “ejemplo glorificado” de ello. Los adolescentes también pueden expresar su confusión actuando impulsivamente, comprometiéndose en cursos de acción pobremente pensados o regresando a comportamientos pueriles para evitar resolver conflictos. Considera las pandillas exclusivistas de la adolescencia y su intolerancia a las diferencias como defensas contra la confusión de identidad. También considera el enamorarse como un intento

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