Poderes Facticos
karencita0622 de Noviembre de 2014
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INDICE
Contenido
INDICE 2
PRESENTACIÓN 3
LOS PODERES FÁCTICOS 4
Visión general de los poderes fácticos. 4
Antecedentes históricos de los poderes fácticos. 7
El poder. 7
Los principales poderes fácticos. 8
Poderes fácticos, grupos de interés y grupos de presión. 10
Poderes Fácticos en México. 11
El pacto por México. 12
El crimen organizado como poder fáctico. 14
CONCLUSIONES 16
BIBLIOGRAFÍA 17
PRESENTACIÓN
Los poderes fácticos es algo que afecta a nuestra población desde hace un par de décadas, es por eso la importancia de mencionarlos, ya que la mayoría de nosotros hemos escuchado hablar de ellos, pero muy pocos saben lo que realmente significan, y más que nada el increíble poder cotidiano que tienen sobre la sociedad. Los poderes fácticos debilitan y en ocasiones incluso anulan la capacidad del Estado para garantizar el interés de los ciudadanos. Los límites que en atención a ese interés y que para salvaguardarse a sí mismo impone el poder estatal, resultan estorbosos para los propios poderes fácticos. Trátese de corporaciones eclesiásticas ávidas de influir en decisiones políticas, grupos empresariales afectados por las regulaciones estatales o medios de comunicación cuyos propietarios acaparan el espacio público, los poderes fácticos regatean autoridad a las instituciones estatales cuando no funcionan de acuerdo con sus intereses. En otros casos, se trata de fuerzas delincuenciales, como las del narcotráfico, que directamente tratan de quebrar o paralizar la capacidad del Estado para hacer cumplir las leyes.
La mayoría pensamos que el único poder fáctico o el más representativo es la televisión y los medios de comunicación, pero con esta pequeña investigación vamos a ver que existen más y que incluso cosas que no considerábamos dentro de ellos están, como es el caso del crimen organizado. Pienso que es importante que todos conozcamos acerca de ellos, es por eso que la finalidad de este trabajo es darlos a conocer, comenzando con su definición y algunos puntos de vista generales que nos abrirán campo de conocimiento para poder ir comprendiéndolos un poquito mejor; seguido de su historia, ya que si no vemos los antecedentes no podríamos aclarar de donde surgen y el porqué de ellos; posteriormente abarcaremos el concepto de poder, lo consideré importante por el hecho de ser el vocablo principal de nuestra investigación y para que de esta manera el ensayo tuviera una breve fundamentación y así saber porque se les denomina PODERES fácticos; también mencionaré de manera breve la influencia de los poderes fácticos en México, los principales poderes fácticos que hay y un poco de información sobre el denominado “Pacto por México” que se relaciona demasiado con el tema.
La finalidad de esta información es que la sociedad conozca un poco de como los podrían afectar los mencionados poderes, esperando que sirva como fuente apoyo en cualquier momento.
LOS PODERES FÁCTICOS
Visión general de los poderes fácticos.
Junto al poder del Estado, existen los poderes “de facto” (de hecho), que son las potestades públicas que no surgen de la ley, ni están en ella regladas, sino que nacen de la dinámica de las relaciones sociales. No son por tanto poderes formales, jurídicamente regulados, sino poderes informales que están al margen de la previsión de la ley y que son ostentados y ejercidos de facto por individuos o grupos para defender intereses económicos y sociales de carácter particular dentro de la comunidad política. De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, el poder fáctico es "el que se ejerce en la sociedad al margen de las instituciones legales, en virtud de la capacidad de presión o autoridad que se posee
El profesor Michael Coppedge afirma que hay “actores estratégicos en la sociedad política, que son aquellos que tienen suficiente poder para alterar el orden público, impulsar o detener el desarrollo económico o, en general, afectar la marcha de la sociedad, ya sea porque poseen determinantes bienes de producción, o mueven organizaciones de masas, o tienen influencia sobre la maquinaria administrativa del Estado, o manejan las armas o poseen la capacidad de diseminar con fuerza ideas e informaciones sobre la sociedad”. Según el profesor de Ciencia Política en la Universidad de Notre Dame, la gobernabilidad depende de que las relaciones entre estos “actores estratégicos” sean estables y aceptadas. La mayor parte de las veces no es necesario que se imponga por la fuerza: le basta con explicitar, o incluso con sugerir sus deseos para que se conviertan en realidad. La clave de su ejercicio es su capacidad de control de mecanismos externos a la política para lograr poder político, como por ejemplo el dominio de recursos vitales o estratégicos, que le dan el control de la ideología, la sociedad y la economía.
Los poderes fácticos residen básicamente en los sectores empresariales, la prensa, las iglesias, los estamentos militares, los grupos de presión, los grupos de tensión, los nuevos movimientos sociales, ciertas organizaciones no gubernamentales (ONG), las mafias y otras entidades cuyas potestades no están previstas ni autorizadas por la ley pero que no por eso son menos eficaces ni menos influyentes a la hora de la toma de las decisiones en la vida social y política de un país.
Entonces, en su extrema simplicidad, estas definiciones establecen de manera puntual dos elementos básicos que caracterizan aquello que podríamos identificar como poder fáctico. Uno, que se trata de corporaciones que tienen la facultad o la capacidad para realizar acciones conforme a sus intereses particulares, y dos, que dichas acciones se realizan por fuera del marco jurídico institucional, es decir que se encuentran revestidas de un carácter extralegal. Asumida esta definición, sea de manera explícita o implícita, el debate se ha centrado en la identificación de los actores o instituciones que pueden caracterizarse como tales.
La presencia de actores sociales con capacidad de disputar el poder a las instituciones formales no es un fenómeno reciente y, en el caso del sistema político mexicano, su existencia había sido ya reconocida desde la década de los sesenta por Pablo González Casanova (1971). En su capítulo sobre los factores del poder, González Casanova introdujo una distinción entre lo que denominó poderes "formales" y "reales". En el caso de los primeros, el autor reconocía que el sistema político mexicano no se ajustaba al modelo de los "tres poderes", o el sistema de los "contrapesos y balances", sino que existía una concentración del poder en el gobierno federal y particularmente en la figura presidencial. Sin embargo, frente a estos poderes formales, González Casanova señalaba a los "poderes reales", calificados como:
Los verdaderos factores del poder en México: a) los caudillos y caciques regionales y locales; b) el ejército; c) el clero; d) los latifundistas y los empresarios nacionales y extranjeros. Se trata, en todos los casos, de instituciones que han influido o que influyen directamente en la decisión gubernamental.
Por su parte, Garretón (2002) ubica la emergencia de estos poderes en el contexto de las transformaciones de la sociedad moderna propias de la era de la globalización. Es en torno a este modelo social que los poderes fácticos aparecen como un nuevo tipo de actor social, emergiendo como entidades o actores que procesan las decisiones propias de un régimen político, al margen de las reglas del juego democrático. Ellos pueden ser extra institucionales, como los grupos económicos locales o transnacionales y el narcotráfico, grupos insurreccionales y paramilitares, poderes extranjeros, organizaciones corporativas transnacionales y medios de comunicación, entre otros. Pero también existen poderes fácticos de jure, actores institucionales que se autonomizan y asumen poderes políticos más allá de sus atribuciones legítimas, como pueden serlo los organismos internacionales, los presidentes (hiperpresidencialismo), los poderes judiciales, los parlamentos, los tribunales constitucionales y las mismas Fuerzas Armadas.
La caracterización de Garretón adiciona algunos elementos a la definición. De entrada destaca la marginalidad de los poderes fácticos hacia el juego democrático. Sin embargo, su identificación entraña algunas dificultades. En el primer caso, ubica entre los extra institucionales a grupos y actores sociales cuyas actividades presentan diferencias sustanciales. Aun cuando ejerzan su influencia de manera extralegal, no resultan comparables las actividades desarrolladas por los grupos económicos, las corporaciones transnacionales y los medios de comunicación, con el narcotráfico y los grupos paramilitares. Los primeros actúan en los márgenes de la legalidad y el ejercicio de su poder se desarrolla mediante mecanismos más o menos sutiles de persuasión y cooptación que pueden llegar a una presión más directa. Los segundos son grupos delincuenciales que actúan en la ilegalidad y su poder lo depositan en su capacidad para corromper a las autoridades y en su capacidad de fuego y ejercicio de la violencia. En este sentido, resulta un desacierto catalogar a los grupos insurreccionales como poderes fácticos en tanto que existe entre ellos una diferencia fundamental: a los poderes fácticos les interesa obtener sus beneficios de manera
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