ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Política - Naturaleza Y Fines

6 de Marzo de 2013

9.605 Palabras (39 Páginas)720 Visitas

Página 1 de 39

TAREA N°1

1. El Expansionismo Estadounidense

1.1 El Congreso Anfictiónico de Panamá

Guatemala, México, Perú, las Provincias Unidas de Centro América y la Gran Colombia, conformada por Nueva Granada, Venezuela, y Ecuador, acudieron, el 22 de junio de 1826, al llamado de El Libertador Simón Bolívar para "buscar la unión de todos los virreinatos españoles en América". A esa reunión se le conoce con el nombre de Congreso Anfictiónico de Panamá, en atención a la ciudad en que se realizó.

El objetivo de crear una gran nación con los países latinoamericanos ocupó buena parte de los esfuerzos de Simón Bolívar. Después de liberar a Venezuela, continuó con su espada en ristre hasta ver independizados de España a los territorios que hoy honran su memoria. Su empeño de concretar a la Gran Colombia parecía ser un primer paso para demostrar que la unidad podía empezar por casa.

En la Carta de Jamaica, uno de los documentos emblemáticos escritos por El Libertador Simón Bolívar, en 1815, define con fuerza el anhelo unificador:

"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo en una sola nación con un solo vinculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, deberían, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse.

Entre los acuerdos alcanzados durante la reunión del Congreso Anfictiónico destacan:

• Renovación de los tratados de unión, liga y confederación;

• La publicación de un manifiesto en que se denuncia la actitud de España y el daño que ha causado al Nuevo Mundo;

• Decidir sobre el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico, así como de las islas Canarias y Filipinas;

• Celebrar tratados de comercio y de navegación entre los Estados confederados;

• Involucrar a Estados Unidos para hacer efectiva la Doctrina Monroe en contra de las tentativas españolas de reconquista;

• Organizar un cuerpo de normas de derecho internacional;

• Abolir la esclavitud en el conjunto del territorio confederado;

• Establecer la contribución de cada país para mantener los contingentes comunes;

9. Adoptar medidas de presión para obligar a España al reconocimiento de las nuevas repúblicas;

• Establecer las fronteras nacionales con base en el principio de útil posición tomando como base el año 1810.

1.2 Rivalidad por la Ruta Canalera

¿Panamá o Nicaragua?

Mientras todos estos acontecimientos se desarrollaban en París, un profundo desaliento fue invadiendo a los colombianos todos, pero principalmente a los panameños, que veían así desvanecerse el sueño de su canal, del cual su vida dependía. Algo, sin embargo, aparecía claro en medio de todo aquel desencanto: que sólo una nación poderosa y actuando sin ánimo de lucro podría dar remate a las costosísimas obras del canal, que habían quedado adelantadas apenas en una tercera parte de los franceses. Y esa nación no podía ser sino los Estados Unidos.

Por desgracia, el Tío Sam no parecía interesado en meterse en aquel horrible, complicado y nauseabundo nido de víboras en que parecían haberse convertido Panamá, su ruta y su empresa canalera. Para aquellos años, la imagen que de Panamá tenían los norteamericanos se identificaba con la corrupción, la malaria, la fiebre amarilla y, lo que es peor, con obstáculos insuperables de orden legal y técnico que habían sido capaces de derrotar aún al mismo realizador del canal de Suez. No obstante, en ese país no se dejaba de pensar en la necesidad de un canal por Centroamérica pero sus preferencias estaban como siempre lo había estado- por la vía de Nicaragua. Luego, se reforzaron más.

Así, hasta que sobrevino la guerra de Cuba contra España en 1898. En esa ocasión, los norteamericanos se dieron cuenta cabal de la importancia estratégica de contar con un canal que les permitiera reunir rápidamente sus dos flotas en un momento de peligro. Y el tema del canal resurgió enseguida como una preocupación nacional. No se hablaba de otra cosa. Con el aditamento de que, en 1901, fue asesinado el presidente Mackinley y llegó al poder el vicepresidente Teodoro Roosevelt, hombre agresivo, arrogante, empujador y “jingoist” que ya se había hecho famoso por haber proclamado, como útil para su nación, una política basada en cierto proverbio africano que dice: “anda despacio y lleva contigo un buen garrote, que así irás lejos”. Era la política del “big stick”.

Y Roosevelt decidió hacer el canal; y su primer impulso fue construirlo a través de Nicaragua. Sin embargo, no faltaron los que se preguntaban ¿por qué no entrar en arreglos con Colombia, comprar luego los elementos utilizables de los franceses y completar el trabajo ya adelantado por éstos en la cintura de Panamá?

Sobrevino entonces una verdadera batalla de opinión cuyo desenlace vino, al fin, a ser verdaderamente novelesco. Y el protagonista principal de esta novela fue Philippe Bunau-Varilla, un ingeniero francés, tan sagaz como hábil intrigante, que en su juventud había trabajado con de Lesseps en Panamá donde había llegado a ser, durante un tiempo, director encargado de todas las obras. Para Bunau-Varilla la cuestión del canal panameño se había convertido en una verdadera obsesión en la que participan, en confusa mezcla, sentimientos patrióticos e intereses económicos de carácter personal. Y así, mientras en Francia ya pocos se acordaban de aquel gigante que había quedado insepulto desde hacía más de diez años en el istmo colombiano, él, Bunau-Varilla, resolvió tomar por su cuenta, como agente oficioso, los intereses de la fracasada Compañía Universal, que, mientras tanto, se había convertido en otra sociedad llamada “Nueva Compañía Universal del Canal de Panamá”, pero cuyos verdaderos propósitos no eran otros que tratar de vender, lo mejor posible, los restos del pavoroso naufragio de su antecesora. Bunau-Varilla entró en acción.

El Congreso de los Estados Unidos luego de numerosos estudios, comisiones, expediciones e informes, debería decidirse por una ruta u otra: Panamá o Nicaragua. A decir verdad, los argumentos en favor de esta o aquel vía se contrapesaban, pero era indudable que en el Congreso de Washington existía una fuerte y vieja “querencia” por la vía de Nicaragua. No obstante, el recursivo francés no se arredró. Después de desplegar una infatigable campaña por todo el territorio de los Estados Unidos dando conferencias, publicando folletos y tocando a la puerta de todos los personajes influyentes del país, terminó por asestarle un golpe mortal a la vía nicaragüense y ni siquiera con un puñal sino con un papelito. En efecto, la víspera de la votación le hizo llegar a cada uno de los senadores y representantes una estampilla de correos de Nicaragua, de reciente emisión, en donde aparecía nada menos que el volcán Momotombo, coronado de un penacho de humo y fuego, en plena erupción. Debajo, el astuto Varilla se limitó a escribir esta leyenda: “un testigo oficial de la actividad volcánica en Nicaragua”.

El fiel de la balanza se inclinó acto seguido y, obviamente, lo hizo en favor de la ruta por Panamá. Más no de cualquier modo pues los norteamericanos con toda su facha de niños ingenuos, no son menos astutos que los franceses. Y aquella decisión del Congreso que llevó el nombre de “Ley Spooner” se hizo a modo de compromiso entre los partidarios de una y otra vía y en forma condicionada, a saber: se autorizaba al presidente de los Estados Unidos para negociar con Colombia un tratado “satisfactorio”, a fin de proseguir las obras del canal por el istmo de Panamá; pero si esto no se conseguía del todo o las condiciones exigidas por Colombia no eran “satisfactorias”, el presidente quedaba automáticamente autorizado a proceder por la ruta de Nicaragua, país con el cual ya había un convenio firmado para el efecto. Aquello era, para decirlo claramente, una es¬pecie de extorsión pues la disyuntiva en que se colocaba a Colombia no tenía escapatoria: o se sometía a las exigencias de los Estados Unidos o se perdía el canal. Fue lo que en aquellos días dio en llamarse el “humbug”, o sea, la “patraña” de Nicaragua.

1.3 La Construcción del Ferrocarril

Cada vez era más necesaria la construcción de un camino por el que se pudiese transportar en forma rápida y, segura el enorme contingente humano, equipo y riquezas que allí llegaban.

De allí surgió la idea de la construcción de un ferrocarril; se formó una compañía privada, de capitalistas norteamericanos, que consiguió un contrato con et gobierno de Nueva Granada, para construirlo: este contrato se conoce con el nombre de Stephens- Paredes. Los trabajos se iniciaron en el ario 1850, el proceso de construcción estuvo lleno de contratiempos, la compañía se vio en necesidad de traer trabajadores de Cartagena y, de Las Antillas.

Además llegaron cientos de chinos a trabajar; estos ante la nostalgia de sus lejanas tierras y los rigores de nuestro clima tropical, sufrieron una desmoralización que los empujaba a veces hasta el suicidio. Con la construcción del. Ferrocarril cobró importancia la nueva ciudad de Colón, que se había iniciado como un campament, llamado Aspinwall, habiéndose desarrollado en el terminal Atlántico de ferrocarril, siendo una importante ciudad.

El ferrocarril de Panamá costó muchas vidas, tantas que el escritor panameño Rodolfo Aguilera dijo en una ocasión "por cada durmiente de ferrocarril hubo un muerto". El 28 de enero de

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (61 Kb)
Leer 38 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com